OK Viento negro.
Aquellos que vieron la serie "Los Milagros de Jesús", que por cierto es hermosa y muy edificante, en particular vieron representado este episodio del Evangelio.
En dicha serie aparecen los pasajes como los describe el Evangelio, matizados con situaciones inventadas por el director que no están en las Escrituras.
La calidad de la serie consiste en que ninguna de las ficciones estorba, daña o pervierte el sentido del mensaje evangélico.
Para el caso, los dueños de la piara de cerdos fueron los mismos que indujeron al vicio de la borrachera y el juego de apuestas al sujeto endemoniado (cuando estaba sano). Es con el dinero que perdió el endemoniado que compraron sus bienes, entre otros, la piara de cerdos.
Como he mostrado, hace falta una causa, que nosotros ignoramos, para que Jesús haya accedido a la petición de los demonios.
No tiene por qué ser la que presenta esa serie, pero alguna que ignoramos ha de haber, creo yo.
San Juan Crisóstomo (347 d.C), en sus homilías sobre el Evangelio de San Mateo escribe sobre este tema:
Y si alguno pregunta: ¿por qué Cristo hizo lo que le pedían los demonios, al permitirles entrar en la manada de cerdos? respondería yo que no lo hizo por favorecerlos, sino con una múltiple providencia. En primer lugar, para enseñar a quienes hubieran sido así liberados de semejantes malignos tiranos, cuan grave ruina causan estos enemigos. En segundo lugar, para que todos aprendieran que los demonios no pueden ni aun entrar en los cerdos sin el permiso de Cristo. En tercer lugar, que si los demonios quedaban en aquellos hombres, habían de llevar a cabo cosas más terribles que en los cerdos, de no ser liberados de su desgracia por medio de aquella gran providencia de Dios. Porque nadie hay que no sepa con toda claridad que los demonios aborrecen al hombre más que a los brutos animales. De manera que quienes no perdonaron a los cerdos sino que al punto los despeñaron, mucho más habrían hecho con los hombres, si no los hubiera enfrenado, en esa misma poderosa tiranía que ejercían, el cuidado de Dios, para que no perpetraran cosas más dañinas aún. Queda por aquí manifiesto que la providencia de Dios se extiende a todos; y si no se extiende del mismo modo a todos, también esto es un género de excelente providencia, pues se acomoda a como ha de ser útil para cada uno.