Me ha quedado todavía más claro con esta última explicación, burrito.
Muchas gracias. Estoy de acuerdo.
De todas maneras, es más simple, desde un punto de vida pedagógico (qué querés, tengo alma de maestro), decir que
Dios espera que TODOS prestemos atención a su Ley, independientemente de que para unos "funcione" como una instrucción para vida y para otros como un instrumento de juicio o condenación.
- Primero porque, estrictamente hablando, no es que la Ley "funcione" de dos maneras (La Ley no piensa ni decide, no tiene un switch para cambiar de "modo instrucción" a "modo condenación"), sino que es el creyente el que hace, con sus decisiones, que la Ley lo instruya o lo condene. Y estas decisiones se toman a cada momento. Por eso Jesús y sus apóstoles nos piden estar siempre vigilantes.
- Segundo, porque con frecuencia violamos un mandamiento pero respetamos estrictamente otro. Por ejemplo, para un asaltante del Subte o metro, que solo extrae billeteras a las personas distraídas y nunca ha pensado en matar ni matará en su vida, el mandamiento "No matarás" es una instrucción de vida que lo protege como una barrera, mientras que mandamiento "No hurtarás" llega a ser una condena.
***
Hay todavía un asunto que no hemos mencionado en este hilo y que creo que es sumamente importante:
No debemos considerar la Ley de Dios solo como una serie de prohibiciones que nos protegen ("No hagas esto") sino como mandamientos que nos mueven a la ACCIÓN:
"Amarás al Señor tu Dios..., y amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Guardar estos mandamientos de Jesucristo resultan el sello, la evidencia indispensable del nacido de nuevo, de la persona que vive bajo su gracia.
Recordemos que estos dos son mandamientos, ya que se enuncian como verbos imperativos vez tras vez.
Sí, el amar es una consecuencia de nacer de nuevo, pero también es un mandamiento.