¿Tenía Adán un alma inmortal?
Una traducción católica —La Santa Biblia, de Juan Straubinger— narra así la creación de Adán: “Formó Yahvé Dios al hombre del polvo de la tierra e insufló en sus narices aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente” (Génesis 2:7).
Es interesante notar que en ningún momento se dice que Adán recibiera un alma.
¿Qué pasó cuando tiempo después Adán pecó?
Dios no lo castigó con el tormento eterno en el infierno.
Cuál fue la sentencia divina según lo vierte una versión protestante:
“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19, Nueva Versión Internacional [NVI]).
Estas palabras no dan a entender en ningún momento que algo dentro de Adán sobreviviría a la muerte. En efecto, cuando Adán murió, su alma —esto es, el mismo Adán— también murió.
¿Hay algún ser humano que tenga un alma inmortal?
Dios le dijo al profeta Ezequiel: “El alma que peque, ésa morirá” (Ezequiel 18:4, Biblia Americana San Jerónimo).
Más tarde, el apóstol Pablo escribió: “Por medio de un solo hombre -Adán- el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron” (Romanos 5:12, NVI).
Por lo tanto, si todos los seres humanos pecan, es lógico concluir que también todas las almas mueren.
¿Saben o sienten algo los muertos?
La Palabra de Dios dice que “los vivos saben que deben morir, pero los muertos no saben nada” (Eclesiastés 9:5, Biblia de América).
También explica que, cuando el hombre muere, este “vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4, Reina-Valera, 1960).
De modo que si los muertos “no saben nada” y cuando mueren “perecen sus pensamientos”, ¿cómo pueden sentir los tormentos del infierno?
Reina Valera Gómez Gn. 3: 19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Reina Valera Gómez Job 34: 14, 15
Si Él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese a sí su espíritu y su aliento, toda carne perecería juntamente, y el hombre se tornaría en polvo.
La Biblia de las Américas Ecle. 3: 20
Todos van a un mismo lugar. Todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo.
Reina Valera Gómez Job 10: 9
Acuérdate ahora que como a barro me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?
Reina Valera 1909 Sl. 104: 29
Escondes tu rostro, túrbanse: Les quitas el espíritu, dejan de ser, Y tórnanse en su polvo.