Re: La Iglesia de Cristo es sin muros
Pues verá, no es así, la escritura es muy clara, la opinión de un Apóstol, y la opinión del mas humilde es exactamente la misma.
La verdadera Iglesia de base
29 de Noviembre, 2007
Un sacerdote navarro con el que mantuve ayer una charla telefónica me hizo ver por primera vez un error teológico en el que suelo caer con cierta frecuencia. Debido a que hay un sector eclesial que insiste en llamarse la Iglesia de base, muchos hemos caído en la trampa de aceptar, siquiera en parte, su lenguaje. Su idea es que los seglares e incluso los curas que son de su cuerda, son realmente la base de la Iglesia en contraposición al papel de la jerarquía. Y claro, los que somos de una sensibilidad eclesial que consiste en la fidelidad plena al magisterio desde nuestra condición de seglares, solemos reclamar también nuestra condición de Iglesia de base y nos negamos a que ellos monopolicen dicha condición.
Pues no, señores, no. Ni ellos ni nosotros, todos laicos, somos la Iglesia de base. Cristo, que sin duda es la piedra principal del edificio, no edifica su Iglesia sobre el pueblo sino sobre Pedro y el resto de los apóstoles. La Escritura es clara. Somos “
edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús” (Ef 2,20). La base de la Iglesia no somos los laicos. Son los apóstoles y, por consiguiente, sus sucesores. Y entre ellos, el mismo Señor señaló cuál es el “protos”, aquel cuyo nombre es cambiado para que signifique piedra o roca, dando a entender que sobre él, sobre su fe, sobre su ministerio, habrá de edificar toda la Iglesia: “
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt 16,19). Gráficamente la Iglesia vendría a ser una pirámide invertida en la que Cristo ocuparía el vértice de abajo, después Pedro, después el resto de los apóstoles, obispos, presbíteros, diáconos y el resto del pueblo de Dios.
Por tanto, la verdadera Iglesia de base la componen el Papa y los obispos. De hecho, sin ellos no puede haber Iglesia y esa es una de las razones por las que el magisterio no puede considerar verdaderas iglesias a las comunidades eclesiales que no han conservado la sucesión apostólica. La Iglesia, así lo que querido Cristo, no se construye desde el pueblo hacia la jerarquía, sino desde la jerarquía hacia el pueblo. Y quien se opone a la jerarquía en materia de fe, deja de ser parte del pueblo porque se separa de la verdadera base de la Iglesia. Por supuesto la jerarquía ha de estar también unida al pueblo. Sin obispos, presbíteros y diáconos, como decía San Ignacio de Antioquía en la primera década del siglo II, no puede haber siquiera el nombre de Iglesia, pero la Iglesia es mucho más que obispos, presbíteros y diáconos. Y, de hecho, su ministerio está encaminado al servicio de Dios y del resto de la Iglesia. Por eso el Papa es el primer siervo de los siervos de Dios. Por eso es absolutamente necesaria la comunión con él para estar en verdadera comunión con la Iglesia y con Cristo. No se puede romper el eslabón de la cadena que el propio Salvador ha dispuesto. Rompe la comunión con tu obispo, que es tu pastor, y estarás alejándote del Pastor de los pastores. Rompe la comunión con el sucesor de Pedro y te estarás alejando del rebaño que Cristo le encomendó para que lo pastoreara.
No hace falta decir que ser cristiano es mucho más que estar en comunión con los obispos y el Papa. Nuestra relación fundamental es con Dios mismo. El “Dios y yo” de Newman es esencial. En realidad, se engaña a sí mismo el que crea que puede estar en comunión con la Iglesia si no tiene una verdadera comunión con Dios. Nuestra fe es una fe individual y colectiva. Y si falta una de esas dos columnas, falta la fe verdadera. Si Cristo no es la piedra angular de nuestra fe, estamos perdidos. Y a su vez, si pensamos que podemos tener a Cristo por piedra angular de nuestra fe, rechazando a quienes Él ha puesto como piedra y fundamento de su Iglesia, estamos igualmente perdidos. Desde la ignorancia teológica y el fundamentalismo que algunos eruditos de la nada y sus seguidores me atribuyen, afirmo que fuera de la Iglesia no hay salvación porque fuera de la Iglesia estamos fuera de Cristo. Y si ese axioma puede tener una interpretación que deje lugar a la salvación de los no cristianos en base a una posible ignorancia invencible de los mismos, no pensemos que cabe ser tan optimista respecto a los que se separan de la comunión eclesial, de la comunión con la verdadera base de la Iglesia, que son sus pastores. Y no estamos hablando de algo menor. Lo que está en juego es ni más ni menos que la salvación de nuestras almas. Seremos juzgados según la iluminación que hemos recibido. Porque al que mucho se le ha dado, mucho se le pedirá. Y porque no hay verdadera caridad, siendo esta mayor que la fe, en quien atenta contra la unidad de la Iglesia, apartándose de la comunión con el magisterio, negando uno o varios dogmas de fe, trabajando a favor de una supuesta fe adulta que en realidad es el disfraz de la más absoluta falta de fe.
Luis Fernando Pérez Bustamante
Fuente:
Cor ad cor loquitur