UN CORAZÓN AGRADECIDO, ADORA
Hch 20:7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan,
Hoy es domingo, primer día de la semana, es un día para el pueblo del Señor que la misma Escritura identifica como una reunión para lo mejor, asociado a la Cena del Señor, que, en nuestras asambleas, procuramos hacerlo de acuerdo a la enseñanza de la Sana Doctrina y evitar así, caer en los desórdenes de la asamblea en Corinto.
“Haced esto en memoria de mí”, dijo el Señor.
1Co 11:23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
1Co 11:24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
1Co 11:25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
1Co 11:26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
Y quisiera pensar en la gratitud del corazón de aquellas personas que, durante el Ministerio del Señor, experimentaron un sentimiento de profundo aprecio hacia Jesús, cuando se dirigieron hacia él, en súplica, en ruego, con un corazón contrito y humillado, y fueron bendecidos por el Señor con un bien, con una gracia, que, de otro modo, hubiese sido imposible lograr.
El corazón del Señor rebosa de amor y compasión, no solamente en el tiempo cuando estuvo aquí y apreció nuestra condición de desamparo y sin rumbo, leemos:
Mat 9:36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.
Sino también ahora, desde el mismo cielo, en el mismo Trono de Dios, a su diestra, es el mismo amor, es la misma compasión, para con una raza caída en el pecado, reos al infierno, como ovejas que no tienen pastor.
A mi mente llega el corazón agradecido de una mujer a punto de ser asesinada, por aquellos jueces sin misericordia, que se complacían en aplicarle la ley a los demás, leemos:
Jua 8:3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
Jua 8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
Jua 8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
El Señor salvó a esta mujer, el no vino a condenar a nadie, y aquellos hombres retrocedieron y se marcharon avergonzados, uno a uno, acobardados ante la poderosa pregunta que les hizo el Señor:
“EL QUE DE VOSOTROS ESTÉ SIN PECADO SEA EL PRIMERO EN ARROJAR LA PIEDRA CONTRA ELLA”
Ella jamás olvidaría este momento crucial en su vida, el Señor la salvó.
Y atendió sus palabras:
Jua 8:10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie, sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Jua 8:11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
“VETE Y NO PEQUES MÁS”
Ese mismo día se marchó de Jerusalén, su vida corría peligro si se quedaba, sus asesinos la tenían en la mira, como objetivo militar, porque por causa de ella, Dios mismo los había avergonzado (Jua 7:19).
“VETE Y NO PEQUES MÁS”
Llegó a su pueblo, se puso a trabajar honradamente, y en su corazón no había otro propósito, sino en ser una mujer agradecida con el Señor.
Ella amó al Señor y se interesó por él; con el fruto de su trabajo honrado, logró comprarse un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y esperó en su pueblo, orando al Señor, porque entendía que el Señor hace seguimiento de los corazones que lo aman y esperó con paciencia, y el día llegó.
EL SEÑOR ESTABA VISITANDO SU PUEBLO
La noticia se esparció rápidamente hasta llegar a sus oídos, y se alistó.
No tenía tiempo que perder, no le importó que el Señor estuviese visitando la casa de un representante de la ley, no se atemorizó; al lado del Señor se sentía segura, recordando lo ocurrido un año atrás en Jerusalén.
Y sin ser invitada, entro osadamente y en silencio, iba decidida, y lo vio, y se dirigió hacia él con su costoso frasco de perfume,
iba llorando.
Notemos la distinción que hace el Espíritu Santo, acerca de su condición espiritual:
Luc 7:37 Entonces una mujer de la ciudad,
“QUE ERA PECADORA”, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;
Luc 7:38 y estando detrás de él a sus pies,
llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
Se contrasta con la apreciación del representante de la ley judía, llena de desprecio, leemos:
Luc 7:39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca,
“QUE ES PECADORA”.
UN CORAZÓN AGRADECIDO, ADORA
Apreciado pueblo del Señor, al contemplar el Pan y la Copa sobre la mesa en la Cena del Señor, y discerniendo lo que significa ambos elementos por medio de las Escrituras, ¿no late nuestro corazón igual al corazón de esta mujer agradecida?
¿NO ES EL PAN EL SÍMBOLO DE SUS SUFRIMIENTOS POR CAUSA DE MIS PECADOS?
Sal 129:3 Sobre mis espaldas araron los aradores;
Hicieron largos surcos.
ROSTRO DIVINO, ENSANGRENTADO
Isa 52:14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres,
Mat 26:67 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban,
Sal 22:16 Porque perros me han rodeado;
Me ha cercado cuadrilla de malignos;
Horadaron mis manos y mis pies.
¿Y LA COPA CON SU CONTENIDO DE VINO?
¿Cómo en su sangre pudo haber tanta ventura para mí, si yo sus penas agravé y de su muerte causa fui?
¿No es su preciosa sangre el precio de nuestra Redención? (Lev.17:11).
1Pe 1:18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
1Pe 1:19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
Lam 1:12 ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido;
Porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.
UN CORAZÓN AGRADECIDO ADORA
Otro ejemplo de gratitud:
Luc 17:16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Luc 17:17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?
Luc 17:18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?
La Cena del Señor es una reunión de corazones agradecidos, quienes, durante la semana, están trabajando, ocupados para llevar un himno, una Palabra, ocupados para llevar sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre y lo adoran.
Por eso nos reunimos para lo mejor.
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