José, el esposo de María, ¿era ya viudo y con hijos?


Los 21 Concilios Ecuménicos​


El presenta artículo trata principalmente de los asuntos teológicos y canónicos relativos a los concilios que son ecuménicos en el sentido estricto del término. Artículos especiales dan la historia de cada sínodo importante bajo el título de ciudad o la sede en la que se celebró. Pero para dar al lector una base para la discusión de los principios que seguirán, se adjunta una lista de los veintiún concilios ecuménicos con unos breves párrafos sobre cada uno.
Primer Concilio Ecuménico: Primer Concilio de Nicea (325). El concilio de Nicea duró dos meses y doce días. Contó con la asistencia de trescientos dieciocho obispos. Hosio, obispo de Córdoba, asistió como legado del Papa San Silvestre I. El emperador Constantino también estaba presente. A este concilio le debemos el Credo (Symbolum) de Nicea, que definió contra Arrio la verdadera divinidad del Hijo de Dios (homoousion), así como la fijación de la fecha para celebrar la Pascua de Resurrección (contra los cuartodecimanos)
Segundo Concilio Ecuménico: Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla (381). A este concilio, bajo el Papa Dámaso y el emperador Teodosio I, asistieron 150 obispos. Se dirigía contra los macedonios, los cuales impugnaban la divinidad del Espíritu Santo. Añadió al Credo de Nicea las cláusulas que se refieren al Espíritu Santo (qui simul adoratur) y todo lo que sigue hasta el final.
Tercer Concilio Ecuménico: El Concilio de Éfeso (431), con más de doscientos obispos, fue presidido por San Cirilo de Alejandría representando al Papa San Celestino I, definió la verdadera unidad personal de Jesucristo, declaró a María la Madre de Dios (theotokos) contra Nestorio, obispo de Constantinopla y renovó la condena de Pelagio.
Cuarto Concilio Ecuménico: En el Concilio de Calcedonia (451) doscientos cincuenta obispos, bajo el Papa San León I Magno y el emperador Marciano, definió las dos naturalezas (Divina y humana) en Cristo contra Eutiques, quien fue excomulgado.
Quinto Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla (553), de 615 obispos bajo el Papa Vigilio y el emperador Justiniano I, condenó los errores de Orígenes y ciertos escritos (los Tres Capítulos) de Teodoreto, de Teodoreto, obispo de Mopsuestia y de Ibas, obispo de Edesa. Confirmó los cuatro primeros concilios generales, especialmente el de Calcedonia, cuya autorizad era discutida por algunos herejes.
Sexto Concilio Ecuménico: Al Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-681), bajo el Papa Agatón y el emperador Constantino Pogonato, asistieron los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 174 obispos y el emperador. Puso fin al monotelismo definiendo las dos voluntades en Cristo, la divina y la humana, como dos principios distintos de operación. Anatematizó a Sergio, Pirro, Pablo, Macario y a todos sus seguidores.
Séptimo Concilio Ecuménico: Nicea II (787). El Segundo Concilio de Nicea (787) fue convocado por el emperador Constantino VI y su madre Irene, bajo el Papa Adriano I; presidido por los legados del Papa Adriano; reguló la veneración de imágenes sagradas. Asistieron entre 300 y 367 obispos.
Octavo Concilio Ecuménico: IV (869). El Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla (869), bajo el Papa Adriano II y el emperador Basilio, contó 102 obispos, 3 legados Papales y 4 patriarcas, arrojó a las llamas las Actas de un concilio irregular (conciliabulum) reunido por Focio contra el Papa San Nicolás I e Ignacio, el patriarca legítimo de Constantinopla. Condenó a Focio, que se había apoderado ilegalmente de la dignidad patriarcal. El cisma de Focio, sin embargo, triunfó en la Iglesia Griega y ya no volvió a celebrarse en Oriente ningún otro concilio general.
Noveno Concilio Ecuménico: El Primer Concilio de Letrán (1123), el primero celebrado en Roma, se reunió bajo el Papa Calixto II. Asistieron alrededor de 900 obispos y abades. Abolió el derecho que reclamaban los príncipes laicos de la investidura con un anillo y báculo de los beneficios eclesiásticos y trató de la disciplina de la Iglesia y de la recuperación de Tierra Santa de manos de los infieles.
Décimo Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio de Letrán (1139) se celebró en Roma bajo el Papa Inocencio II, con la asistencia de unos mil prelados y el emperador Conrado. Su objetivo fue poner fin a los errores de Arnoldo de Brescia.
Undécimo Concilio Ecuménico: El Tercer Concilio de Letrán (1179) se efectuó bajo el Papa Alejandro III y el emperador Federico I. Hubo trescientos dos obispos presentes. Condenó a los albigenses y valdenses y emitió numerosos decretos para la reforma de la moral.
Duodécimo Concilio Ecuménico: El Cuarto Concilio de Letrán (1215) se realizó bajo el pontificado del Papa Inocencio III. Estuvieron presentes los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, 71 arzobispos, 412 obispos y 800 abades, el primado de los maronitas y Santo Domingo Guzmán. Emitió un credo ampliado (símbolo) contra los albigenses (Firmiter credimus), condenó los errores trinitarios del abad Joaquín y publicó setenta importantes decretos reformatorios. Es el más importante concilio de la Edad Media y marca el punto culminante de la vida eclesiástica y del poder Papal.
Décimo Tercer Concilio Ecuménico: El Primer Concilio General de Lyons (1245) fue presidido por el Papa Inocencio IV, los patriarcas de Constantinopla, Antioquía y Aquilea (Venecia), 140 obispos, el emperador de oriente Balduino II. Asistió San Luis rey de Francia. Excomulgó y depuso al emperador Federico II y dirigió una nueva cruzada, bajo el mando de San Luis contra los sarracenos y mongoles.
Decimocuarto Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio General de Lyons (1274) fue realizado por el Papa Gregorio X, los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 15 cardenales, 500 obispos y más de 1000 otros dignatarios. Logró una reunión temporal de la Iglesia Griega con Roma. Se añadió al símbolo de Constantinopla la palabra Filioque y se intentó encontrar medios para recuperar Palestina de los turcos. Se establecieron reglas para las elecciones Papales.
Decimoquinto Concilio Ecuménico: El Concilio de Vienne (1311-1313) fue celebrado en esa ciudad francesa por orden del Papa Clemente V, el primero de los Papas de Aviñón. Asistieron los patriarcas de Alejandría y Antioquía, 300 obispos (114 según algunas autoridades) y 3 reyes---Felipe IV de Francia, Eduardo II de Inglaterra y Jaime II de Aragón. El sínodo trató sobre los crímenes y errores atribuidos a los Caballeros Templarios, los Fraticelli y los begardos y las beguinas, proyectando una nueva cruzada, la reforma del clero y la enseñanza de idiomas orientales en las universidades.
Decimosexto Concilio Ecuménico: El Concilio de Constanza (1414-1418) se celebró durante el Gran Cisma de Occidente con el objeto de terminar con las divisiones dentro de la Iglesia. Solamente se convirtió en legítimo cuando el Papa Gregorio XI lo convocó formalmente, y por ello logró poner fin al cisma eligiendo al Papa Martín V, lo que el Concilio de Pisa (1403) no había logrado conseguir por su ilegalidad. El Papa legítimo confirmó los decretos anteriores del sínodo contra John Wyclif y Jan Hus. Así pues este concilio es ecuménico sólo en sus últimas sesiones (XLII - XLV inclusive) y respecto a los decretos de las sesiones anteriores aprobados por Martín V.
Decimoséptimo Concilio Ecuménico: Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1439). El Concilio de Basilea se reunió primero en esa ciudad, siendo bajo el pontificado de Eugenio IV y Segismundo emperador del Sacro Imperio Romano. Su objetivo fue lograr la pacificación religiosa de Bohemia. Surgieron dificultades con el Papa y el concilio se trasladó primero a Ferrara (1438), y después a Florencia (1439), donde se logró una unión breve con la Iglesia Griega, habiendo aceptado los griegos las definiciones de los puntos controvertidos del concilio El Concilio de Basilea es sólo ecuménico hasta el final de la vigésimo quinta sesión y de sus decretos, Eugenio IV aprobó solamente los que trataban de la extirpación de la herejía, la paz en la cristiandad y la reforma de la Iglesia y los que al mismo tiempo no derogaban los derechos de la Santa Sede. ( Ver también Concilio de Florencia.)
Decimoctavo Concilio Ecuménico: (1512-1517). El Quinto Concilio de Letrán (1512–1517), bajo los Papas Julio II y León X, siendo emperador Maximiliano I. Asistieron 15 cardenales y alrededor de 80 arzobispos y obispos. Sus decretos son principalmente disciplinarios. Se planteó también una nueva cruzada contra los turcos, que quedó en nada, debido al cataclismo religioso en Alemania causado por Martín Lutero.
Decimonoveno Concilio Ecuménico: El Concilio de Trento duró 18 años (1545-1563), bajo cinco Papas, Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV, y bajo los emperadores Carlos V y Fernando. Estuvieron presentes 5 cardenales legados de la Santa Sede, 3 patriarcas, 33 arzobispos, 235 obispos, 7 abades, 7 generales de órdenes monásticas y 160 doctores en teología. Se convocó para examinar y condenar los errores promulgados por Lutero y otros reformadores y para reformar la disciplina eclesiástica. Es el concilio de más larga duración, publicó la mayor cantidad de decretos dogmáticos y reformatorios y produjo los resultados más benéficos.
Vigésimo Concilio Ecuménico: El Concilio Vaticano I (1869-1870) fue convocado por el Papa Pío IX. Se reunió el 8 de diciembre de 1869 y duró hasta el 18 de julio de 1870, y no terminó sino que fue interrumpido por la invasión de los Estados Pontificios por las tropas piamontesas. El 20 de octubre el Papa publicó la bula Postquam Dei munere", la cual prorrogaba el concilio indefinidamente. Estaban presentes 49 cardenales, 11 patriarcas, 680 arzobispos y obispos, 28 abades, 29 generales de órdenes religiosas; 803 en total. Además de importantes cánones sobre la fe y la constitución de la Iglesia, el concilio decretó la infalibilidad del Papa cuando habla ex cátedra, es decir, cuando como pastor y maestro de todos los cristianos define una doctrina sobre la fe o moral que ha de observar toda la Iglesia.
Vigésimo Primer Concilio Ecuménico: Concilio Vaticano II (1962-1965). (N. del T.). El artículo es de principios del siglo XX., por lo que añado provisionalmente una breve nota sobre este concilio: fue convocado por el Papa Juan XXIII, tuvo cuatro sesiones; la primera la presidió en 1962, Juan XXIII que murió el 3 de junio de 1963. Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, Papa Paulo VI, hasta su clausura en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos; asistieron alrededor de mil padres conciliares de todo el mundo y miembros de otras confesiones cristianas. La finalidad del concilio fue el "aggiornamento" o puesta al día de la Iglesia, renovando lo viejo, revisando el fondo y la forma de su acción, en un diálogo con el mundo moderno. No hubo definiciones dogmáticas.



donde exactamente, para revisar
 

Los 21 Concilios Ecuménicos​


El presenta artículo trata principalmente de los asuntos teológicos y canónicos relativos a los concilios que son ecuménicos en el sentido estricto del término. Artículos especiales dan la historia de cada sínodo importante bajo el título de ciudad o la sede en la que se celebró. Pero para dar al lector una base para la discusión de los principios que seguirán, se adjunta una lista de los veintiún concilios ecuménicos con unos breves párrafos sobre cada uno.
Primer Concilio Ecuménico: Primer Concilio de Nicea (325). El concilio de Nicea duró dos meses y doce días. Contó con la asistencia de trescientos dieciocho obispos. Hosio, obispo de Córdoba, asistió como legado del Papa San Silvestre I. El emperador Constantino también estaba presente. A este concilio le debemos el Credo (Symbolum) de Nicea, que definió contra Arrio la verdadera divinidad del Hijo de Dios (homoousion), así como la fijación de la fecha para celebrar la Pascua de Resurrección (contra los cuartodecimanos)
Segundo Concilio Ecuménico: Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla (381). A este concilio, bajo el Papa Dámaso y el emperador Teodosio I, asistieron 150 obispos. Se dirigía contra los macedonios, los cuales impugnaban la divinidad del Espíritu Santo. Añadió al Credo de Nicea las cláusulas que se refieren al Espíritu Santo (qui simul adoratur) y todo lo que sigue hasta el final.
Tercer Concilio Ecuménico: El Concilio de Éfeso (431), con más de doscientos obispos, fue presidido por San Cirilo de Alejandría representando al Papa San Celestino I, definió la verdadera unidad personal de Jesucristo, declaró a María la Madre de Dios (theotokos) contra Nestorio, obispo de Constantinopla y renovó la condena de Pelagio.
Cuarto Concilio Ecuménico: En el Concilio de Calcedonia (451) doscientos cincuenta obispos, bajo el Papa San León I Magno y el emperador Marciano, definió las dos naturalezas (Divina y humana) en Cristo contra Eutiques, quien fue excomulgado.
Quinto Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla (553), de 615 obispos bajo el Papa Vigilio y el emperador Justiniano I, condenó los errores de Orígenes y ciertos escritos (los Tres Capítulos) de Teodoreto, de Teodoreto, obispo de Mopsuestia y de Ibas, obispo de Edesa. Confirmó los cuatro primeros concilios generales, especialmente el de Calcedonia, cuya autorizad era discutida por algunos herejes.
Sexto Concilio Ecuménico: Al Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-681), bajo el Papa Agatón y el emperador Constantino Pogonato, asistieron los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 174 obispos y el emperador. Puso fin al monotelismo definiendo las dos voluntades en Cristo, la divina y la humana, como dos principios distintos de operación. Anatematizó a Sergio, Pirro, Pablo, Macario y a todos sus seguidores.
Séptimo Concilio Ecuménico: Nicea II (787). El Segundo Concilio de Nicea (787) fue convocado por el emperador Constantino VI y su madre Irene, bajo el Papa Adriano I; presidido por los legados del Papa Adriano; reguló la veneración de imágenes sagradas. Asistieron entre 300 y 367 obispos.
Octavo Concilio Ecuménico: IV (869). El Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla (869), bajo el Papa Adriano II y el emperador Basilio, contó 102 obispos, 3 legados Papales y 4 patriarcas, arrojó a las llamas las Actas de un concilio irregular (conciliabulum) reunido por Focio contra el Papa San Nicolás I e Ignacio, el patriarca legítimo de Constantinopla. Condenó a Focio, que se había apoderado ilegalmente de la dignidad patriarcal. El cisma de Focio, sin embargo, triunfó en la Iglesia Griega y ya no volvió a celebrarse en Oriente ningún otro concilio general.
Noveno Concilio Ecuménico: El Primer Concilio de Letrán (1123), el primero celebrado en Roma, se reunió bajo el Papa Calixto II. Asistieron alrededor de 900 obispos y abades. Abolió el derecho que reclamaban los príncipes laicos de la investidura con un anillo y báculo de los beneficios eclesiásticos y trató de la disciplina de la Iglesia y de la recuperación de Tierra Santa de manos de los infieles.
Décimo Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio de Letrán (1139) se celebró en Roma bajo el Papa Inocencio II, con la asistencia de unos mil prelados y el emperador Conrado. Su objetivo fue poner fin a los errores de Arnoldo de Brescia.
Undécimo Concilio Ecuménico: El Tercer Concilio de Letrán (1179) se efectuó bajo el Papa Alejandro III y el emperador Federico I. Hubo trescientos dos obispos presentes. Condenó a los albigenses y valdenses y emitió numerosos decretos para la reforma de la moral.
Duodécimo Concilio Ecuménico: El Cuarto Concilio de Letrán (1215) se realizó bajo el pontificado del Papa Inocencio III. Estuvieron presentes los patriarcas de Constantinopla y Jerusalén, 71 arzobispos, 412 obispos y 800 abades, el primado de los maronitas y Santo Domingo Guzmán. Emitió un credo ampliado (símbolo) contra los albigenses (Firmiter credimus), condenó los errores trinitarios del abad Joaquín y publicó setenta importantes decretos reformatorios. Es el más importante concilio de la Edad Media y marca el punto culminante de la vida eclesiástica y del poder Papal.
Décimo Tercer Concilio Ecuménico: El Primer Concilio General de Lyons (1245) fue presidido por el Papa Inocencio IV, los patriarcas de Constantinopla, Antioquía y Aquilea (Venecia), 140 obispos, el emperador de oriente Balduino II. Asistió San Luis rey de Francia. Excomulgó y depuso al emperador Federico II y dirigió una nueva cruzada, bajo el mando de San Luis contra los sarracenos y mongoles.
Decimocuarto Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio General de Lyons (1274) fue realizado por el Papa Gregorio X, los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 15 cardenales, 500 obispos y más de 1000 otros dignatarios. Logró una reunión temporal de la Iglesia Griega con Roma. Se añadió al símbolo de Constantinopla la palabra Filioque y se intentó encontrar medios para recuperar Palestina de los turcos. Se establecieron reglas para las elecciones Papales.
Decimoquinto Concilio Ecuménico: El Concilio de Vienne (1311-1313) fue celebrado en esa ciudad francesa por orden del Papa Clemente V, el primero de los Papas de Aviñón. Asistieron los patriarcas de Alejandría y Antioquía, 300 obispos (114 según algunas autoridades) y 3 reyes---Felipe IV de Francia, Eduardo II de Inglaterra y Jaime II de Aragón. El sínodo trató sobre los crímenes y errores atribuidos a los Caballeros Templarios, los Fraticelli y los begardos y las beguinas, proyectando una nueva cruzada, la reforma del clero y la enseñanza de idiomas orientales en las universidades.
Decimosexto Concilio Ecuménico: El Concilio de Constanza (1414-1418) se celebró durante el Gran Cisma de Occidente con el objeto de terminar con las divisiones dentro de la Iglesia. Solamente se convirtió en legítimo cuando el Papa Gregorio XI lo convocó formalmente, y por ello logró poner fin al cisma eligiendo al Papa Martín V, lo que el Concilio de Pisa (1403) no había logrado conseguir por su ilegalidad. El Papa legítimo confirmó los decretos anteriores del sínodo contra John Wyclif y Jan Hus. Así pues este concilio es ecuménico sólo en sus últimas sesiones (XLII - XLV inclusive) y respecto a los decretos de las sesiones anteriores aprobados por Martín V.
Decimoséptimo Concilio Ecuménico: Basilea-Ferrara-Florencia (1431-1439). El Concilio de Basilea se reunió primero en esa ciudad, siendo bajo el pontificado de Eugenio IV y Segismundo emperador del Sacro Imperio Romano. Su objetivo fue lograr la pacificación religiosa de Bohemia. Surgieron dificultades con el Papa y el concilio se trasladó primero a Ferrara (1438), y después a Florencia (1439), donde se logró una unión breve con la Iglesia Griega, habiendo aceptado los griegos las definiciones de los puntos controvertidos del concilio El Concilio de Basilea es sólo ecuménico hasta el final de la vigésimo quinta sesión y de sus decretos, Eugenio IV aprobó solamente los que trataban de la extirpación de la herejía, la paz en la cristiandad y la reforma de la Iglesia y los que al mismo tiempo no derogaban los derechos de la Santa Sede. ( Ver también Concilio de Florencia.)
Decimoctavo Concilio Ecuménico: (1512-1517). El Quinto Concilio de Letrán (1512–1517), bajo los Papas Julio II y León X, siendo emperador Maximiliano I. Asistieron 15 cardenales y alrededor de 80 arzobispos y obispos. Sus decretos son principalmente disciplinarios. Se planteó también una nueva cruzada contra los turcos, que quedó en nada, debido al cataclismo religioso en Alemania causado por Martín Lutero.
Decimonoveno Concilio Ecuménico: El Concilio de Trento duró 18 años (1545-1563), bajo cinco Papas, Paulo III, Julio III, Marcelo II, Paulo IV y Pío IV, y bajo los emperadores Carlos V y Fernando. Estuvieron presentes 5 cardenales legados de la Santa Sede, 3 patriarcas, 33 arzobispos, 235 obispos, 7 abades, 7 generales de órdenes monásticas y 160 doctores en teología. Se convocó para examinar y condenar los errores promulgados por Lutero y otros reformadores y para reformar la disciplina eclesiástica. Es el concilio de más larga duración, publicó la mayor cantidad de decretos dogmáticos y reformatorios y produjo los resultados más benéficos.
Vigésimo Concilio Ecuménico: El Concilio Vaticano I (1869-1870) fue convocado por el Papa Pío IX. Se reunió el 8 de diciembre de 1869 y duró hasta el 18 de julio de 1870, y no terminó sino que fue interrumpido por la invasión de los Estados Pontificios por las tropas piamontesas. El 20 de octubre el Papa publicó la bula Postquam Dei munere", la cual prorrogaba el concilio indefinidamente. Estaban presentes 49 cardenales, 11 patriarcas, 680 arzobispos y obispos, 28 abades, 29 generales de órdenes religiosas; 803 en total. Además de importantes cánones sobre la fe y la constitución de la Iglesia, el concilio decretó la infalibilidad del Papa cuando habla ex cátedra, es decir, cuando como pastor y maestro de todos los cristianos define una doctrina sobre la fe o moral que ha de observar toda la Iglesia.
Vigésimo Primer Concilio Ecuménico: Concilio Vaticano II (1962-1965). (N. del T.). El artículo es de principios del siglo XX., por lo que añado provisionalmente una breve nota sobre este concilio: fue convocado por el Papa Juan XXIII, tuvo cuatro sesiones; la primera la presidió en 1962, Juan XXIII que murió el 3 de junio de 1963. Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, Papa Paulo VI, hasta su clausura en 1965. Ha sido el concilio más representativo de todos; asistieron alrededor de mil padres conciliares de todo el mundo y miembros de otras confesiones cristianas. La finalidad del concilio fue el "aggiornamento" o puesta al día de la Iglesia, renovando lo viejo, revisando el fondo y la forma de su acción, en un diálogo con el mundo moderno. No hubo definiciones dogmáticas.



tonde exactamente, para revisar
COncilio ecumenico numero ocho, tambien conocido como cuarto concilio de constantinopla.

Repito la cita:
Dezinger 655-656
655
Si alguno, pues, no adora la imagen de Cristo Salvador, no vea su forma cuando venga a ser glorificado en la gloria paterna y a glorificar a sus santos (2Th 1,10), sino sea ajeno a su comunión y claridad.

656 Igualmente la imagen de la Inmaculada Madre suya, engendradora de Dios, María. Además, pintamos las imágenes de los santos ángeles, tal como por palabras los representa la divina Escritura; y honramos y adoramos las de los Apóstoles, dignos de toda alabanza, de los profetas, de los mártires y santos varones y de todos los santos. Y los que así no sienten, sean anatema del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
 

Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla​


(OCTAVO CONCILIO GENERAL)
El Octavo Concilio General fue inaugurado el 5 de octubre de 869 en la Catedral de Santa Sofía, bajo la presidencia de los legado del Papa Adriano II. Durante la década anterior habían ocurrido graves irregularidades en Constantinopla, entre ellas la deposición del patriarca Ignacio y la intrusión de Focio, cuyas violentas medidas contra la Iglesia Romana culminaron en un intento de deposición (867) del Papa Nicolás I. La accesión durante ese año de un nuevo emperador, Basilio el Macedonio, cambió la situación política y eclesiástica. Focio fue internado en un monasterio; se llamó de nuevo a Ignacio, y se reanudaron las relaciones amistosas con la Santa Sede. Ambos Ignacio y Basilio enviaron representantes a Roma pidiendo un concilio general. Después de celebrarse un sínodo romano (junio de 869) en el cual Focio fue condenado nuevamente, el Papa envió a Constantinopla tres legados para presidir el concilio en su nombre. Además del patriarca de Constantinopla allí estuvieron presentes los representantes de los patriarcas de Antioquía y Jerusalén y, hacia el final, también los representantes del Patriarca de Alejandría. La asistencia de obispos ignacianos fue escasa al principio, ciertamente nunca hubo presentes más de ciento dos obispos.
Se le pidió a los legados que mostraran su comisión, lo cual hicieron; luego presentaron a los miembros del concilio la famosa fórmula (libellus) del Papa Hormisdas (514-23), la cual obligaba a sus firmantes a “seguir en todo a la Sede Apostólica de Roma y enseñar todas sus leyes… en cuya comunión está la completa, real y perfecta solidez de la religión cristiana”. Se le pidió a los Padres del concilio que firmaran este documento, el cual había sido originalmente redactado cerca del cisma de Acacio. Las primeras sesiones fueron ocupadas con la lectura de documentos importantes, la reconciliación de los obispos ignacianos que se habían aliado a Focio, la exclusión de algunos prelados focianos, y la refutación de las declaraciones falsas de los dos anteriores enviados de Focio a Roma. En la quinta sesión Focio mismo apareció con renuencia, pero cuando fue interrogado mantuvo un profundo silencio o contestó sólo en breves palabras, pretendiendo blasfemamente imitar la actitud y discurso de Jesucristo ante Caifás y Pilatos. A través de sus representantes se le concedió otra audiencia en la próxima sesión; ellos apelaban a que los cánones están sobre el Papa. En la séptima sesión apareció de nuevo, esta vez con su consagrante George Asbestas. Ellos apelaron, como antes, a los cánones antiguos, se negaron a reconocer la presencia o autoridad de los legados romanos y rechazaron la autoridad de la Iglesia Romana, aunque ofrecieron rendir cuentas al emperador. Ya que Focio no renunciaría a su reclamo usurpado ni reconocería al legítimo patriarca Ignacio, el concilio renovó la antigua excomunión romana contra él, y fue desterrado a un monasterio en el Bósforo, desde donde no dejó de denunciar el concilio como un triunfo de la mentira y la impiedad, y mediante una correspondencia muy activa mantuvo la fortaleza de sus seguidores, hasta que en 877 la muerte de Ignacio abrió el camino para su regreso al poder. El concilio denunció los remanentes de la iconoclasia y la interferencia de la autoridad civil en los asuntos eclesiásticos. La décima y última sesión fue efectuada en presencia del emperador, su hijo Constantino, Miguel, rey de Bulgaria, y los embajadores del emperador Luis II.
Los veintisiete cánones de este concilio tratan parcialmente con la situación creada por Focio y en parte con puntos generales de disciplina y abusos. Se leyeron y confirmaron los decretos de Nicolás I y Adriano II contra Focio y a favor de Ignacio, se depuso a los clérigos focianos y los ordenados por Focio fueron degradados a la comunión de los laicos. El concilio emitió una encíclica a todos los fieles, y le escribió al Papa pidiéndole su confirmación de las actas. Los legados papales firmaron sus decretos, pero condicionado a la acción papal. Aquí, por primera vez, Roma reconoció el antiguo reclamo de Constantinopla al segundo lugar entre los cinco grandes patriarcados. Sin embargo, se ofendió el orgullo griego con la firma compulsoria del antedicho formulario de reconciliación, y en la siguiente conferencia de las autoridades eclesiásticas y civiles griegas los recién convertidos búlgaros fueron declarados sujetos al patriarcado de Constantinopla y no a Roma. Aunque reinstaurado por la Sede Apostólica, Ignacio resultó desagradecido, y en este importante asunto se alineó con los patriarcas orientales al consumar, por razones políticas, una notable injusticia; el territorio desde entonces conocido como Bulgaria era en realidad parte de la antigua Iliria que siempre había pertenecido al patriarcado romano hasta que el iconoclasta León III (718-41) lo arrebató violentamente y lo subordinó a Constantinopla. Ignacio consagró prontamente un arzobispo para los búlgaros y envió allá muchos misioneros griegos, tras lo cual los obispos y sacerdotes latinos fueron obligados a retirarse. Camino a casa los legados papales fueron saqueados y encarcelados, sin embargo, ellos habían puesto bajo el cuidado de Anastasio, bibliotecario de la Iglesia Romana (presente como miembro de la embajada franca) muchas de las firmas de sumisión de los obispos griegos. A él le debemos la versión latina de estos documentos y una copia de las actas griegas del concilio, las cuales el tradujo y a las cuales debemos mucho de nuestro conocimiento documental de los procedimientos. Adriano II y sus sucesores amenazaron en vano a Ignacio con severas penalidades si no retiraba de Bulgaria sus sacerdotes y obispos griegos. La Iglesia Romana nunca recuperó las vastas regiones perdidas entonces. (Vea Focio, Ignacio de Constantinopla, Nicolás I)

Fuente: Shahan, Thomas. "Fourth Council of Constantinople." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04310b.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
 
Octavo Concilio Ecuménico: IV (869). El Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla (869), bajo el Papa Adriano II y el emperador Basilio, contó 102 obispos, 3 legados Papales y 4 patriarcas, arrojó a las llamas las Actas de un concilio irregular (conciliabulum) reunido por Focio contra el Papa San Nicolás I e Ignacio, el patriarca legítimo de Constantinopla. Condenó a Focio, que se había apoderado ilegalmente de la dignidad patriarcal. El cisma de Focio, sin embargo, triunfó en la Iglesia Griega y ya no volvió a celebrarse en Oriente ningún otro concilio general.


Hasta ahora no lo encuentro, dame la pagina web.
 

Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla​


(OCTAVO CONCILIO GENERAL)
El Octavo Concilio General fue inaugurado el 5 de octubre de 869 en la Catedral de Santa Sofía, bajo la presidencia de los legado del Papa Adriano II. Durante la década anterior habían ocurrido graves irregularidades en Constantinopla, entre ellas la deposición del patriarca Ignacio y la intrusión de Focio, cuyas violentas medidas contra la Iglesia Romana culminaron en un intento de deposición (867) del Papa Nicolás I. La accesión durante ese año de un nuevo emperador, Basilio el Macedonio, cambió la situación política y eclesiástica. Focio fue internado en un monasterio; se llamó de nuevo a Ignacio, y se reanudaron las relaciones amistosas con la Santa Sede. Ambos Ignacio y Basilio enviaron representantes a Roma pidiendo un concilio general. Después de celebrarse un sínodo romano (junio de 869) en el cual Focio fue condenado nuevamente, el Papa envió a Constantinopla tres legados para presidir el concilio en su nombre. Además del patriarca de Constantinopla allí estuvieron presentes los representantes de los patriarcas de Antioquía y Jerusalén y, hacia el final, también los representantes del Patriarca de Alejandría. La asistencia de obispos ignacianos fue escasa al principio, ciertamente nunca hubo presentes más de ciento dos obispos.
Se le pidió a los legados que mostraran su comisión, lo cual hicieron; luego presentaron a los miembros del concilio la famosa fórmula (libellus) del Papa Hormisdas (514-23), la cual obligaba a sus firmantes a “seguir en todo a la Sede Apostólica de Roma y enseñar todas sus leyes… en cuya comunión está la completa, real y perfecta solidez de la religión cristiana”. Se le pidió a los Padres del concilio que firmaran este documento, el cual había sido originalmente redactado cerca del cisma de Acacio. Las primeras sesiones fueron ocupadas con la lectura de documentos importantes, la reconciliación de los obispos ignacianos que se habían aliado a Focio, la exclusión de algunos prelados focianos, y la refutación de las declaraciones falsas de los dos anteriores enviados de Focio a Roma. En la quinta sesión Focio mismo apareció con renuencia, pero cuando fue interrogado mantuvo un profundo silencio o contestó sólo en breves palabras, pretendiendo blasfemamente imitar la actitud y discurso de Jesucristo ante Caifás y Pilatos. A través de sus representantes se le concedió otra audiencia en la próxima sesión; ellos apelaban a que los cánones están sobre el Papa. En la séptima sesión apareció de nuevo, esta vez con su consagrante George Asbestas. Ellos apelaron, como antes, a los cánones antiguos, se negaron a reconocer la presencia o autoridad de los legados romanos y rechazaron la autoridad de la Iglesia Romana, aunque ofrecieron rendir cuentas al emperador. Ya que Focio no renunciaría a su reclamo usurpado ni reconocería al legítimo patriarca Ignacio, el concilio renovó la antigua excomunión romana contra él, y fue desterrado a un monasterio en el Bósforo, desde donde no dejó de denunciar el concilio como un triunfo de la mentira y la impiedad, y mediante una correspondencia muy activa mantuvo la fortaleza de sus seguidores, hasta que en 877 la muerte de Ignacio abrió el camino para su regreso al poder. El concilio denunció los remanentes de la iconoclasia y la interferencia de la autoridad civil en los asuntos eclesiásticos. La décima y última sesión fue efectuada en presencia del emperador, su hijo Constantino, Miguel, rey de Bulgaria, y los embajadores del emperador Luis II.
Los veintisiete cánones de este concilio tratan parcialmente con la situación creada por Focio y en parte con puntos generales de disciplina y abusos. Se leyeron y confirmaron los decretos de Nicolás I y Adriano II contra Focio y a favor de Ignacio, se depuso a los clérigos focianos y los ordenados por Focio fueron degradados a la comunión de los laicos. El concilio emitió una encíclica a todos los fieles, y le escribió al Papa pidiéndole su confirmación de las actas. Los legados papales firmaron sus decretos, pero condicionado a la acción papal. Aquí, por primera vez, Roma reconoció el antiguo reclamo de Constantinopla al segundo lugar entre los cinco grandes patriarcados. Sin embargo, se ofendió el orgullo griego con la firma compulsoria del antedicho formulario de reconciliación, y en la siguiente conferencia de las autoridades eclesiásticas y civiles griegas los recién convertidos búlgaros fueron declarados sujetos al patriarcado de Constantinopla y no a Roma. Aunque reinstaurado por la Sede Apostólica, Ignacio resultó desagradecido, y en este importante asunto se alineó con los patriarcas orientales al consumar, por razones políticas, una notable injusticia; el territorio desde entonces conocido como Bulgaria era en realidad parte de la antigua Iliria que siempre había pertenecido al patriarcado romano hasta que el iconoclasta León III (718-41) lo arrebató violentamente y lo subordinó a Constantinopla. Ignacio consagró prontamente un arzobispo para los búlgaros y envió allá muchos misioneros griegos, tras lo cual los obispos y sacerdotes latinos fueron obligados a retirarse. Camino a casa los legados papales fueron saqueados y encarcelados, sin embargo, ellos habían puesto bajo el cuidado de Anastasio, bibliotecario de la Iglesia Romana (presente como miembro de la embajada franca) muchas de las firmas de sumisión de los obispos griegos. A él le debemos la versión latina de estos documentos y una copia de las actas griegas del concilio, las cuales el tradujo y a las cuales debemos mucho de nuestro conocimiento documental de los procedimientos. Adriano II y sus sucesores amenazaron en vano a Ignacio con severas penalidades si no retiraba de Bulgaria sus sacerdotes y obispos griegos. La Iglesia Romana nunca recuperó las vastas regiones perdidas entonces. (Vea Focio, Ignacio de Constantinopla, Nicolás I)

Fuente: Shahan, Thomas. "Fourth Council of Constantinople." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04310b.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
Ok, repito la cita:

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Octavo Concilio Ecuménico: IV (869). El Cuarto Concilio Ecuménico de Constantinopla (869), bajo el Papa Adriano II y el emperador Basilio, contó 102 obispos, 3 legados Papales y 4 patriarcas, arrojó a las llamas las Actas de un concilio irregular (conciliabulum) reunido por Focio contra el Papa San Nicolás I e Ignacio, el patriarca legítimo de Constantinopla. Condenó a Focio, que se había apoderado ilegalmente de la dignidad patriarcal. El cisma de Focio, sin embargo, triunfó en la Iglesia Griega y ya no volvió a celebrarse en Oriente ningún otro concilio general.


Hasta ahora no lo encuentro, dame la pagina web.

Numeral 655-656
 
Antes también se hablaba de adorar la santa cruz, ahora ha sido cambiada por " la exaltación de la santa cruz"

en el texto, solo dice que habia que adorar la imagen de Jesus,
 
Antes también se habla de adorar la santa cruz, ahora ha sido cambiada por " la exaltación de la santa cruz"
Claro, seguro, pero lo que te estoy citando no es ni siquiera una cita patristica de un padre falible, si no que estoy citan un CONCILIO CATOLICO el cual tiene AUTORIDAD y claro INFALIBILIDAD.
 
Yo no creo en la infabilidad del Papa, como dije antes no soy del todo catolico.


Ustedes acaso los evangelicos son infalibles.?
 
Yo no creo en la infabilidad del Papa, como dije antes no soy del todo catolico.


Ustedes acaso los evangelicos son infalibles.?
No, yo soy falible, yo no me jacto de una "infalibilidad" que tienen los catolicos, asi que como tal si no eres del todo catolico, pues no tiene sentido que afirmes algo de "nosotros los catolicos hacemos o no hacemos esto".
 
Bueno quiere decir que tu, y los evangelicos tampoco son infalibles, lo que da a lugar de que en algo puedan estar errados.
 

Salmo 69 y los supuestos hermanos de Jesus​

HOY ALGUIEN DE UNA SECTA ME ESCRIBIO DICIENDOME QUE EL SALMO 69,8 PROBABA QUE JESUS TUVO HERMANOS (QUE EMPEÑO EN ACOSTAR A JOSE CON MARIA, POR DIOS!!!)

ESTA FUE MI RESPUESTA :

En los web protestantes se están posteando información sobre que en el Salmo 69, 8 se declara que María tuvo más hijos.
Que dice este versículo? “Fuera de lo común fui para mis hermanos, y extraño para los hijos de mi madre.”
Y acá dicen..Pues ya está, María tenía más hijos.

Este salmo usa la palabra madre no para referirse a la madre biológica del Mesías (no es el tema de que se habla) sino a la NACIÓN a la que pertenece el Mesías, y usa la palabra HERMANO en dos formas diferentes “hermanos” como familia e “Hijos de mi madre” como hermanos nacidos del mismo vientre . Acá no se refiriere a hermanos biológicos nacidos de María sino a miembros e hijos de la nación a la que Él pertenece. Muchas citas bíblicas comparan a la nación de Israel como madre y a sus connacionales como hermanos: Gen48,19″También llegará a ser una tribu y crecerá. Pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia será toda una nación.” Is 51,4 “Hazme caso, pueblo mío; nación mía ” Rom 8, 22, afirma que la creación entera (y especialmente Israel), sufre y gime en dolores de parto, como madre que está grávida de Dios, hasta el momento en que llegue la salvación. Nm 20,3″ El pueblo se encaró con Moisés, diciendo: —¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor ” A partir de la Nueva Alianza surge una nueva NACIÓN y por ende nuevos HERMANOS: “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, NACIÓN santa, pueblo adquirido para posesión de Dios (1Pe2,9) “Le dice Jesús: —Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis HERMANOS: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: —He visto al Señor y me ha dicho esto “(JN20,17-18) ¿Creerán también los evangélicos que los discípulos de Jesús son también hijos biológicos de María?

Ahora vamos a analizar este Salmo.
El Salmo 68 es un Salmo compuesto por DAVID en medio de una gran desesperación que se considera un Salmo Mesiánico que apunta a Jesús. Los Salmos Mesiánicos surgen de la vida del Salmista y no son profecías tales como los Profetas, son datos que anuncian al Mesías que vendrá. En estos salmos se entrecruzan prefiguras del Mesías con historias personales o meditaciones del Salmista.

En este Salmo también incluyen estas palabras propias de David que de ninguna forma se pueden aplicar estas palabras al Señor Jesús: 28 Impútales una culpa tras otra, no los declares inocentes; 29 bórralos del Libro de la Vida, que no sean inscritos con los justos.
Tiene esto sentido con la vida de Jesús ?..Puede Jesús decir esto, cuando Como salmo Mesiánico acá se entrelazan algunas vivencias de David (prefigura de Cristo) y otras que son prefiguras del Mesías. Este Salmo habla hechos puntual de la vida del Rey David y de otros que él, como prefigura de Cristo apuntaba al futuro .

Esta es otra versión tomada de un web Hebreo sobre este Salmo:
“En este Tehilim (Salmos) David aboga (yo diría que hasta reclama) el trato diferenciado que tenía por parte de su padre Yishai con respecto a sus otros hermanos, pues se pensaba que David era hijo ilegítimo de Yishai con una sierva, y su padre, a diferencia de los hermanos, lo confinó al pastoreo y cuidado de ganado.
El secreto está en el versículo 9: “Fuera de lo común fui para mis hermanos, y extraño para los hijos de mi madre.” (Tehilim/Salmos 69.9).
La explicación la ofrecieron nuestros sabios (y el propio profeta Samuel) en el midrash (Yalkut HaMijirí-Tehilim 118.28 conjuntamente con el Meam Loez al Profeta Shmuel/Samuel) donde se nos narra lo siguiente

-Yishai era un varón de renombre (aunque no de abolengo), miembro de un tribunal regional, que estuvo separado carnalmente de su esposa durante 3 años. Mientras el tiempo transcurría, la sensualidad y belleza de la sierva de Yishai iba despertando en él su pasión carnal, que se mantuvo adormecida hasta entonces. Hasta que él le propuso que esa noche fuera a su recamara y obtendría su shijrur (quedar libre de ser sierva).
La muchacha fue a contar a la esposa de Yishai los planes, e idearon un plan: Por la noche, la sierva apagó las candelas de la habitación, mientras la esposa de Yishai se deslizaba dentro, luego la muchacha salió en tanto su ama mantenía silentes relaciones sexuales con su propio y legítimo marido. Más tarde esa noche, ella abandonó en penumbras el lecho. De ese modo había quedado embarazada de David.
Nadie en la familia se explicaba esta circunstancia (debido a la separación de los esposos) pues era conocida por ellos la separación física entre los esposos. Por lo cual, las conjeturas maliciosas no tardaron en correr.
Y así, el celo y el desprecio ocuparon su sitio en el corazón de los hermanos de David, al que consideraban un bastardo, fruto del adulterio materno.
Yishai, sintiéndose inocente del asunto, consideró que David debía ser criado en una condición de siervo, pastoreando las ovejas familiares y sin ser tomado en cuenta como hijo legítimo.
Y así el tormento familiar y de identidad de David se mantuvo durante largos 28 años (de ahí es que escribió el Tehilim/Salmos 69 que estamos comentando).
Un día, tiempo muy posterior a la hazaña de David (matar al gigante) apareció el profeta, el vidente, el hombre de Dios, Samuel.
David estaba en donde siempre, con las ovejas, lejos de la familia.
Especialmente ahora, pues temían que el vidente esparciera la sucia verdad del origen ilegítimo de David.
Pero, D-s había descubierto y revelado la verdad oculta al profeta.
Y éste señaló a David como ungido por Dios para liderar a la nación escogida y restauró el privilegio de David para ser considerado hijo legítimo de sus padres.
Y la antigua inquina de los hermanos se vio mitigada, y restañaron sus heridas con su hermanito y su madre. “
También podemos presentar la hipótesis basada en la forma de hablar del Israel de la época pensando que este salmo usa la palabra madre no para referirse a la madre biológica del Mesías sino a la NACIÓN a la que pertenece el Mesías, y usa la palabra HERMANO no refiriendo a hermanos biológicos nacidos de María sino a miembros e hijos de la nación a la que Él pertenece. Muchas citas bíblicas comparan a la nación de Israel como madre y a sus connacionales como hermanos: Gen48,19″También llegará a ser una tribu y crecerá. Pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia será toda una nación.” Is 51,4 “Hazme caso, pueblo mío; nación mía ” Rom 8, 22, afirma que la creación entera (y especialmente Israel), sufre y gime en dolores de parto, como madre que está grávida de Dios, hasta el momento en que llegue la salvación. Nm 20,3″ El pueblo se encaró con Moisés, diciendo: —¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor ” A partir de la Nueva Alianza surge una nueva NACIÓN y por ende nuevos HERMANOS: “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, NACIÓN santa, pueblo adquirido para posesión de Dios (1Pe2,9) “Le dice Jesús: —Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis HERMANOS: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: —He visto al Señor y me ha dicho esto “(JN20, 17-18) ¿Creerán también los evangélicos que los discípulos de Jesús son también hijos biológicos de María?


Volvamos a nuestras conclusiones:
1) El Salmos 69 es un viejo recuerdo que atormentó a David muchos años.
2) David era judío, de padre y madre.
3) David estaba en condiciones legales para ser rey, pues no era bastardo.
4) David era hermano de padre y madre de sus hermanos mayores.
5) David pudo ser fruto de la pasión ilegítima, pero de una relación totalmente legal y lícita en esos tiempos.
Sobre que Jesús tuvo hermano??? Pues considero que se le quita Gloria a Dios al pensar esto, pues Jesús es hijo UNIGENITO y no comparte sus genes con ningún familiar, eso es una Aberración. Al Igual que la supuesta vida marital de María con José, nada de malo hay que tuvieran hijos si hubieran sido unos hebreos cumplidores de la Ley, pero no es el caso, ellos eran los Padres de la Segunda Persona de la Trinidad
Se llega a un momento que tenemos que partir de un punto: La Virginidad de María es Dogma de fe incuestionable para los católicos, por supuesto no para la Apostasía. Para eso se pronuncian los Dogmas para terminar una discusión de Fe y esto es Dogma desde el siglo IV cuando faltaban XI siglos para que apareciera el primer protestante (que de hecho pensaba que María era Virgen) después de eso no hay más que hablar. Quien crea que la Segunda Persona de la Trinidad tuvo hermanos, ni conoce a Dios ni reconoce su Gloria, ni conoce el plan de salvación.
Los protestantes se basan el texto de San Mateo 13, 55 “No se llaman sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?” Las palabras griegas para designar hermanos y hermanas son adelfos y adelfe, respectivamente las cuales son traducciones de la palabra hebrea “ACH” que se traduce como “pariente”. Un ejemplo de esto lo vemos en Génesis 13, 8 donde Abraham llama “Hermano” a Lot cuando la Biblia nos dice que eran tío y sobrino (Génesis 12, 5), también en Levítico 10, 1-5 donde se llama hermanos a Misael, Elisafan, Nadad y Abiu cuando en realidad eran primos.

Los mismos nombres de los “Hermanos” de JESÚS los encontramos como hijos de otras personas. Si comparamos a San Mateo 13, 55 con San Juan 19, 25 y San Marcos 15, 40 nos damos cuenta que Santiago y José son en realidad hijos de “Otra María” pariente de la Madre de JESÚS, ya que no puede ser hermanas como dice el texto ya que dos hermanas no pueden llevar el mismo nombre. Simón y Judas son mencionados unidos en Hechos 1, 12-13 como discípulos de JESÚS. En San Mateo 2, 13 el ángel que se aparece a José se refiere a María y a JESÚS como “El niño y su Madre” nunca como “Tu esposa y el niño”, forma de hablar que ningún hebreo de le época aceptaría para calificar a la esposa y el hijo de un hombre.
En el pasaje de Jesús perdido en el Templo también tenemos que estar de acuerdo que no hay hermanos ya que Maria le dice a Jesús:
Mira que tu padre y yo estábamos angustiados buscándote. No dice: mira que tu padre, yo y tus hermanos estábamos angustiados buscándote. (V 48)
Donde podemos afirmar que a doce años de que María se casó con José, no tenían otro hijo que Jesús. Entonces eso significa que si María hubiera tenido relación con José después de que nació Jesús, claramente hubiera tenido al menos otro hijo, puesto que en ese tiempo, no había métodos de planificación familiar. ¿Podríamos afirmar que después de 12 años de casada con José, nunca atinaron a tener otro hijo?
Entonces en el momento que la Palabra habla de hermanos de Jesús, si fueran hermanos hijos de María tendríamos que hacer esta consideración: cuando Jesús comenzó su ministerio a los 30, los hermanos deberían de tener, por lo menos 18 años (ya que hay 12 años sin hijos) pero.. ¿Sabemos por tradición que edad tenía José cuando murió??? yo especulo que José murió siendo Jesús muy joven ya que en las bodas de Caná no aparece (y otra vez aparece Jesús sin hermanos en este pasaje donde la Madre es la invitada) por lo tanto sería prácticamente imposible que después de 12 años de infertilidad María hubiera tenido tantos hijos e hijas en un periodo aproximado de 9 años, pues si contamos a todos los hermanos de Jesús, serian más de 6, pues está mencionado José, Simón, Santiago, Judas y las hermanas (plural) de Jesús, y estas ya tenían una vida pública en las sinagogas (Mt 13,53-57) por otra parte para tener autoridad de entrar en la Sinagoga había que ser mayor de edad, y los nazarenos dicen claramente: “¿no están sus hermanos y hermanas entre nosotros?” Lo cual nos hace pensar que sus hermanas ya eran unas señoritas mayores, pues las niñas siendo mujeres judías, sino me equivoco estaban sumisas a la familia hasta la adolescencia donde ya tenían libertad para casarse pero mientras fueran niñas, no podían juntarse ni de amistad con varón alguno. Es por eso que creo que es imposible que fueran hijas e hijos de María y anduvieran entre fariseos a tan corta edad.


Para que entiendas el lugar de la Familia de Jesús y de María en el Plan de Salvación entra a www.apologeticasiloe.com y estudia el tema “María en las Escrituras”. Perdona que sea tan directo pero no hay otra. Los Dogmas se aceptan se entiendan o no, nuestra Doctrina es monolítica, se acepta completa o se deja completa. Se puede explicar algo pero se llega a un punto donde parece que nada termina y hay que parar en fe en algún lugar. Ojala que el tema te habrá el camino. Bendiciones+

Dios los perdone por tantas mentiras e invalidan la Palabra de Dios por sus tradiciones y José se caso con María y porque niegan lo que dice la Biblia y que José luego del nacimiento de Jesús la conoció (tener relaciones sexuales) y esta acción rubrica su matrimonio, sino legalmente ante Dios hubiera sido soltera y no existe el matrimonio sin sexo y es invalido y también dice la Biblia que Jesús rompió la matriz, pero es más importante mantener una mentira que la verdad .​

 

Dios los perdone por tantas mentiras e invalidan la Palabra de Dios por sus tradiciones y José se caso con María y porque niegan lo que dice la Biblia y que José luego del nacimiento de Jesús la conoció (tener relaciones sexuales) y esta acción rubrica su matrimonio, sino legalmente ante Dios hubiera sido soltera y no existe el matrimonio sin sexo y es invalido y también dice la Biblia que Jesús rompió la matriz, pero es más importante mantener una mentira que la verdad .​

Mencionen una mujer en la BIblia que se haya casado y haya hecho voto de castidad perpetua
 
Según unos genios, la virginidad no se pierde por tener relaciones sexuales
La virginidad se pierde cuando el recién nacido rompe el himen de su madre

Afirman que las relaciones sexuales nada tienen que ver con la virginidad
Además, estas mismas luminarias, desconocen que es posible tener relaciones sexuales sin rotura del himen
Y que una mujer puede quedar embarazada sin penetración

Aquí lo importante es anular la virginidad de María


 
Mencionen una mujer en la BIblia que se haya casado y haya hecho voto de castidad perpetua


la virgen Maria.



Y en la actualidad entre catolicos, varias parejas.