Conocida es la postura de la iglesia ortodoxa en cuanto a que los mentados “hermanos de Jesús” en el NT, fuesen hijos de José, quien se habría comprometido a un nuevo casamiento con María, siendo ya viudo y con hijos de aquel primer matrimonio.
Nuestro apreciado amigo y hermano NSEIGI así lo ha expuesto en el epígrafe que estuvimos debatiendo el tema con Vino Tinto, Novo Hispano y algunos otros católicos.
Dado que ahora la propuesta ya no es que esos “hermanos” fuesen parientes -como primos, lo que es sostenido por la iglesia católica-, sino otra posición, como es la de los ortodoxos –griegos y rusos-, me ha parecido mejor dedicarnos a este otro aspecto del asunto.
Antes que nada, concedo total verosimilitud a esta tesis, a la vez que la veo como improbable por razones que oportunamente consideraremos, e innecesaria, de admitirse la simple realidad de hijos de María y José.
Comienzo por avalar la explicación de NSEIGI en cuanto al uso del término griego ἀδελφεός para “hermano” y no “primo” (ἀνεψιός).
También coincido con que un “medio hermano” o “hermanastro” era llamado entonces de “hermano” tal como lo es aun actualmente entre nosotros.
Acepto también el que fuese una creencia inveterada la de Jesús como hijo único de María, y que tal antiquísima tradición por su antigüedad y general consenso ameritase su veracidad.
Sin embargo, acá es donde nacen las discrepancias, pues si bien es posible la certeza de muchas cosas no registradas en los textos canónicos, pero sancionadas luego por el sano criterio de los antiguos padres de la iglesia, otras cuantas pudieron irse aprobando al paso del tiempo, ya con un criterio más acomodaticio que fiel a los hechos históricos del Evangelio.
Es por eso que cuando urgido por Kungens Ester a explicar el origen de esta antigua creencia, la equiparé a supersticiones tales como las reliquias que Helena, madre de Constantino I trajo consigo de su viaje a Tierra Santa a comienzos del Siglo IV. Sabido es que este asunto se transformó en una verdadera obsesión y comercio cuando las Cruzadas, pues de allí regresaban los europeos con toda suerte de huesos, astillas de la cruz, los clavos, pajas del pesebre de Belén, frascos con leche de María, etc. Actualmente los turistas siguen trayendo tierra y piedritas de Israel así como agua del Jordán.
O sea, una mera superstición original habría dado luego pie a la supuesta perpetua virginidad de María, no viendo los teólogos de entonces mal alguno en esto, como tampoco en los otros tres dogmas marianos que rechazamos los protestantes, el último de los cuales fuera fijado recién en el 1950 (su asunción al cielo).
Invito a todos los cristianos del Foro (católicos, ortodoxos y protestantes) a que juntos revisemos esta postura.
Cordiales saludos