Iba un hombre paseando por el campo cuando, de repente, aparecieron unos ladrones con las mas malas de las intenciones para con aquel hombre que paseaba por la campiña sin meterse con nadie. Y, como fruto directo de aquellas aviesas intenciones que los ladrones tenian para con el pacifico paseante campestre, le dieron tan tremenda paliza que lo dieron por muerto despues de robarle hasta los empastes de las muelas.
Pero, por aquellas extrañas casualidades de la vida, pasaba un t,j. por aquellos lares; el cual, cuando vio al apalizado hombre medio muerto y tendido en el suelo, miro su reloj de arena y recordo que tenia una importantisima reunion de trabajo por lo que, acelerando el paso ya de por si ligero, se alejo del malherido con mas prisa de la normal.
Pero, tal y como se iba alejando el t.j. de aquel pobre desgraciado, otro campestre transeunte se iba acercando mas y mas al lugar donde yacia la victima de los malvados ladrones. Y ,tanto se acerco, que sin darse cuenta de que habia una persona tendida en el suelo, y con aspecto de haber recibido la paliza de su vida, tropezo con el inmovil y apaleado cuerpo y fue a caer, justamente, encima de quien habia sido victima inocente de unos malvados ladrones sin compasion. Pero, fue tan brutal y tremedo el susto que se llevo el segundo transeunte, que pasaba por alli y que, por cierto, se llamaba Catolico Romano Apostolico, al ver el inflamado y sanguinoliento rostro del malherido paseante campestre, que poniendose de pie de un solo brinco empezo a correr como nunca antes habia corrido; y es que, la cara de aquel pobre hombre debia de causar extremo pavor por causa de las sangrientas heridas hechas por manos ladronas y faltas de compasion alguna.
Mas, como nunca me han gustado las historias con un pesimo final, he aqui a un ateo inconverso que vio al sr. Catolico Romano galopar como a quien persiguen gente que se les debe dinero. Y ,por aquellas casualidades de la vida, tambien pudo ver la causa del injustificado terror y posterior huida, con el pie pisando a fondo el acelerador, del sr. Catolico Romano.
Y cuando vio lo muy malherido que estaba aquel pobre paseante campestre fue movido a misericordia y, ayudando al herido, lo llevo a un lugar donde cuidaran de el y le curasen las dolorosas heridas hechas por ladronzuelas e incompasivas manos. Pero, como NO sabia cuando podria volver por aquellos lares, dejo una buena suma de dinero para que nada faltara al herido.
Y ,ahora, para poner punto y final a esta veridica historia tengo que hacer una muy necesaria pregunta al tendido, ¿ Quien creen que actuo de la mejor manera posible con aquel malherido hombre ? Y, si de paso, desean exponer, segun cada cual lo entienda, la real importancia que tuvieron las creencias religiosas de los tres protagonistas de esta veridica historia para que esta terminase de una manera feliz y agradable, lo tendre en cuenta para la siguiente historia que ya esta germinando entre mis neuronas.