Hosanna al Hijo de David!...crucifícale! al Hijo de Dios.
El tiempo se detuvo.
Como dice el predicador “nada hay nuevo debajo del sol”, el reloj se detuvo en las calles de Jerusalén.
Como entonces, hoy, la gente sigue aclamando a Jesús, es admirado lo mismo por católicos, que por musulmanes, por mormones, que por protestantes, es admirado por conquistadores como Napoleón, por pacifistas como Gandi, es admirado por poetas y escritores, dramaturgos, ha sido llevada su historia a la pantalla, no cabe duda que Jesús es aclamado por mucha gente, lo mismo por ateos que por creyentes y respetado por todos.
Todos ellos coinciden en una sola cosa; Jesús fue un grande hombre, los TJ lo describen incluso como “el más grande hombre”, si , nadie lo niega pues efectivamente Jesús ha sido el más grande hombre, antes de él será llamado “antes de Cristo” y después de él la historia marca como parte aguas, “después de Cristo”
El pueblo de Israel clamaba en las calles de Jerusalén, ponían palmas y tendían sus túnicas al ver a su rey entrando a la ciudad santa, montado en un pollino hijo de asna para que se cumpliera la profecía “Alégrate mucho hija de Sión; da voces de júbilo, hija e Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y
salvador, humilde y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zac 9:9).
En las calles de Jerusalén se cumplia la profecía: El Rey de Israel vendría en Persona, vend´ria en su primera visita humilde, justo y como Salvador; se escuchaban tal y como profetizó el profeta Zacarías, el júbilo por doquier, el clamor de alabanza a ese hombre ¡el hijo de David!, si, pero ¿lo eocnocerian como Su Dios, como Su rey, como
Su Salvador? Clamaban si, a un hombre llamado Jesús, pero ¿sabrian quien es?, ¿refconocerian la promesa de Dios de venir en persona a salvarles?. El pueblo le aclamó diciendo, en su entrada triunfal en Jerusalén desde las azoteas: “Hosanna al Hijo de David”…pero no gritó ni uno solo: “Hosanna al Hijo de Dios”, ni “Hosanna a nuestro Dios” o algo parecido a “Hosanna a nuestro Salvador”; solo se escuchó el clamor de “Hosanna al Hijo de David”
Pocos días después, esa misma ciudad seria testigo de un horrendo crimen, en esas mismas calles, ese mismo pueblo otrora receptivo, había cerrado su corazón, ahora gritaba enardecido: deseaba ver muerto a la misma Persona que había aclamado apenas unos cuantos días antes; el pueblo ahora quería ver muerto a Jesús, el pueblo a una voz exigía a las autoridades romanas el castigo máximo, a una sola voz clamaban diciendo “¡crucifícale!”, “¡crucifícale!”
¿Qué fue lo que sucedió?
Sucedió que todos, hasta el día de hoy están dispuestos a seguir a un hombre llamado Jesús, todos están dispuestos a reconocer sus virtudes, su veracidad, su bondad, su humildad, todos están dispuestos a aceptar sus milagros, a acercarse a su luz, a tratar de entender de la mejor manera posible su mensaje, pero
muy pocos están dispuestos a creer que Él es Dios, nuestro Salvador, a tomar su cruz cada día y seguirle.
Nadie clamó ese día en las calles “Hijo de Dios”; nadie recordó entonces que él era
el salvador del mundo, nadie creyó en el anuncio de los ángeles: “que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO, el Señor” (Luc 2:11); nadie recordó la promesa del Señor nuestro Dios cuando dijo pro medio del profeta :
“Dios viene con retribución, con pago; Dios mismos vendrá y os salvará “ (Is 35:4b),
Ni que Dios mismo sería nuestra propiciación: “he aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1:29); si, Jesús es nuestra propiciación y nuestra justificación (Ro 3:22-25).
Que pronto se desvaneció la imagen del hombre llamado Jesús ante los principales sacerdotes y alguaciles que clamaban “crucifícale”; Pilatos al no hallar culpa en Jesús dijo “He aquí el hombre”. Sacerdotes y alguaciles le encontraron por igual bajo u cargo digno de muerte: Blasfemia,
“porque se hizo a si mismo Hijo de Dios”.
Nada ha cambiado.
La gente incrédula, continúa creyendo en Jesús el hombre, pero no en Jesús Divino. Los judíos en su tiempo no lo pudieron ver, los Testigos de Jehová en nuestro tiempo, inspirados por el mismo espíritu de error, no pueden ni quieren ver por donde es que Jesús sea divino.
En su ignorancia niegan que Jesús es el mismo Jehová salvador: “Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel,
soy tu salvador” (Is 43:3); “Más yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás pues otro dios fuera de mi, ni otro
salvador sino a mi” (Os 13:4);
Porque como está escrito: “Al único y sabio Dios,
nuestro salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos” (Jd 25)
Jesús es Dios mismo hecho hombre, él es Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, el gran Yo soy, el Camino, la Verdad y la Vida; El que es, El que era, El que ha de venir, El que vive y estuvo muerto, el Todopoderoso.
Bendiciones.