Cuando Jesús estaba predicando entre los humanos, todavía existía el templo en Jerusalén. Allí en ese templo para adorar a Dios, era a Jehová a quien se le servía. Jesús decía que esa era la casa de su Padre.
Jesús adoraba a Jehová. En hebreo usaban otra forma, pero las letras eran las mismas que se usan en casi todos los idiomas modernos. En muchas versiones de la Biblia se pueden leer estas palabras:
Salmo 83
18 Que la gente sepa que tu nombre es Jehová, que solo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
Cuando Malaquías se quejaba de la deslealtad de los judíos cerca de 4 siglos antes de Cristo, les dijo que Jehová estaba escuchando lo que los judíos conversaban. Miren:
Malaquías 3
16 En ese tiempo, los que temían a Jehová se pusieron a hablar entre ellos, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y ante él se escribió un libro para recordar a los que temen a Jehová y a los que meditan en su nombre.
17 “Y ellos serán míos —dice Jehová de los ejércitos— el día en que los convierta en mi propiedad especial. Les tendré compasión, igual que un hombre le tiene compasión al hijo que le sirve. 18 Ustedes de nuevo verán la diferencia entre alguien justo y alguien malvado, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.
Hoy también escucha a los cristianos, y aun está poniendo y quitando nombres de ese libro ... para el juicio cercano.