Pero me caes Bien Valencia. Así que te voy a decir lo que realmente ocurrió y porque tu teoría es un fracaso.
En números 13:13 claramente se dice que los Anakim son descendientes de los Nefilim. Las excusas de que todos los Nefilim fueron barridos en el dilivio es eso, una excusa. Los Anakim son gigantes (lo que sea que se entienda por eso) que vienen directamente de la primera familia de gigantes (no interesa si median 1,90 o 3 metros). Los Nefilim. Los Nefilim son Gibborim. Es decir, los Gigantes son Violentamente grandes. Su estatura no preocupa solo por como se ven, sino por su hostilidad.
Los Cananeos hablan en sus textos de los R'phauma que es el equivalente al hebreo Rephaim. En los textos de Ugarit los R'phauma es como llaman a los espectros o sombras de los reyes, heores y otros muertos que ahora habitan el mundo espiritual de los dioses .
Los hebreos los conocen como Refaim porque habitan en el lugar donde los Cananeos ubicaban a los R'phauma. El Valle de los Rephaim, el mismo lugar geográfico que podemos llamar "Las puertas del Sheol" o el Valle de los Gigantes.
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El termino semítico ugarítico «rpum», «rephaim» en hebreo, ha sido traducido con diversas acepciones por parte de los estudiosos. Así y según De Moor, tal denominación podría ser asimilable al …
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El artículo se publicó sin corrección de pruebas, lo que, entre otras cosas, motivó la pérdida de la distinción entre lo que originalmente eran apartados y subapartados. Para clarificar el contenido y la estructura del artículo, añadimos aquí el
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Aqui vamos a entender las relaciones lógicas que tenemos que hacer sobre el sentido de Genesis 6. Respecto a que "Ya habían gigantes en la tierra y también después".
No se puede generalizar.
Rephaim no significa gigantes, no tiene nada que ver, pero si significa almas de muertos, no gigantes.
Las antiguas culturas de Medio Oriente creian en ellas.
Pero incluso entre ''los paganos'', diferian sobre la muerte.
Aqui esta la
PLATONICA por un lado y la egipcia (Medio Oriente) por otro.
La
PLATONICA es mas parecida al
Cristianismo institucional del catolicismo romano.
La iniciación egipcia frente a la griega.
Egiptólogos como Morenz, Piankoff, Mercer, Frankfort, Faulkner, Assmann, Hornung o Allen tienen buenas razones para subrayar la diferencia entre la perspectiva griega y la faraónica sobre la iniciación (del latín "initio", introducir en una nueva vida) y los misterios (del griego "muoo", cerrar los labios o los ojos, es decir, oculto, secreto; "mustès" = "iniciar").
Otra palabra para "secreto" es "StA" ("Shtah"), que también significa: "secreto, misterioso, inexplicable, oculto, escondido". "Shtahu", en los epítetos de los seres divinos, se refiere a los propios secretos misteriosos. En griego, la palabra "mustikos" (raíz de "místico, mística, misticismo") también significa "oculto". Pero en los misterios griegos, el más allá se representaba como un reino de sombras y cualquier esperanza de supervivencia individual se consideraba efímera. Nadie escapaba al destino, salvo las deidades y los pocos afortunados elegidos. Estos últimos "escapaban" del mundo y de su sórdido destino entrópico, de la miseria y del posible "eschaton": un mundo-fuego invocado por estas mismas deidades iracundas, implacables con los pecados tragicómicos del hombre, ¡pero capaces de recrear el mundo en un capricho! La evasión de esta comedia fatídica se ofrecía a través de los misterios griegos dedicados a ciertas deidades. Estos borrarían la causa de la pesadez del alma y su apego a la Tierra, y pondrían fin al ciclo de la metempsicosis, el retorno sucesivo del alma en otros cuerpos físicos. Ambas perspectivas (una visión negativa de la materia y la doctrina de la reencarnación) están ausentes en la mentalidad egipcia.
Los egipcios mantenían una serie de rituales destinados a "una regeneración constantemente renovada" (Hornung, 2001, p.14) de (1) el rey divino y, a través de él, de toda la creación, y de (2) su deidad suprema, Atum-Re, situada como el Único, el Gran Engendrado, en el centro de una constelación henoteísta de deidades, o "seres cósmicos, los elementos y las fuerzas de la naturaleza". Como tales, existían en una escala muy alejada de la de los seres humanos ordinarios". (Allen, 2000, p.55).
En el mejor de los casos, los griegos, al igual que los egipcios, indujeron el punto de la muerte (asumieron la "postura de la muerte") para vislumbrar la oscuridad y "ver" lo divino para renovarse. Pero no tenían una "ciencia del Hades" como en el Amduat. La continuidad activa entre la vida y la muerte que encontramos en Egipto, de la que son ejemplos los rituales funerarios y la interacción entre los vivos y sus muertos (cf. las cartas a los muertos), contradice la interpretación cerrada y separada de los griegos, que fomenta el "escapismo" (el "cuerpo" como "prisión" de la que hay que escapar, el "Hades" como lugar de sombras, divorciado del plano de la vida terrenal). En Egipto, no era necesaria una "nueva" vida. Potencialmente, la muerte es "más" vida. Pues tanto la vida como el más allá dependen de idénticas condiciones : ofrendas ; bien directamente a las divinidades a través del rey divino, bien indirectamente al Ka del difunto, gratificando al Ba. Si el dualismo se ajusta a la religión griega, el triadismo rige las teologías egipcias (mientras que la dualidad asume la "forma" o "tierra" dual - regida por el "tercero", o "nswt", el rey divino, el "tertium comparationis"),
Por la interpretación exclusivamente funeraria que se da a la literatura religiosa del Antiguo Egipto (Textos de las Pirámides, Textos de los Ataúdes, Salida al Día, Amduat, Libro de la Vaca Celestial, Libro de las Puertas, etc.) estos grandes estudiosos evidencian el prejuicio helenocentrista. Aunque el filósofo platónico "que se prepara para morir y morir" es como el iniciado de los misterios eleusinos (cf. Fedro y Fedón), y por ello puede llegar al punto de la muerte para ver en los mundos invisibles (espirituales), como lo hacían el iniciado egipcio y el chamán de antaño, el griego sabe que nunca encontrará la sabiduría en toda su pureza en otro lugar que no sea el otro mundo.
Así pues, según estos autores, que sostienen el enfoque helenista de la egiptología contemporánea en lo que respecta a la experiencia religiosa en el Antiguo Egipto, las experiencias iniciáticas, de esta vida, del rey, de sus sacerdotes y de sus adoradores, que se encuentran en el texto religioso y en los monumentos de Egipto, no reflejan experiencias espirituales directas, sino que son construcciones imaginarias y deseos sobre el más allá, siendo el dogma: la religión del Antiguo Egipto es funeraria y mortuoria. Esta postura se rechaza.
No porque un texto se encuentre en una tumba es necesariamente funerario. En Egipto, el rey y sus sumos sacerdotes se encontraban con la deidad "cara a cara" todos los días. Era un dios en la Tierra, en la Duat y en el cielo. Su energía no tenía límites y con ella sostenía la creación ofreciendo el orden correcto de la naturaleza (cf. el Gran Himno a Atón). No se trataba de que la iniciación estuviera vinculada a la separación causada por la muerte física. La muerte física (de Osiris, el padre divino) era la puerta a una resurrección en beneficio de los vivos (Horus, el hijo divino). Pero el rey vivo (Horus) también podía asumir ritualmente la muerte (como "Osiris Rey N") para resucitar (a sí mismo y a Egipto) mientras su cuerpo físico no había muerto (como en su festival Heb Sed). Esta asunción de la postura de la muerte es una característica universal del proceso espiritual de emancipación del Homo Sapiens sapiens (cf. el Ars Obscura de la Cámara Oculta).
"Como ya hemos visto, es perfectamente factible que la misma pirámide haya sido utilizada a la vez para la fiesta de Sed, los "ritos secretos" y posteriormente como tumba del rey". - Naydler, 2005, p.109.