Re: Evolucionista o no, ateo o teísta.... los invito a reflexionar sobre lo siguiente
He escuchado los dos primeros y parte del tercero. Lo que hace Bueno es lo que hace siempre, es hacer una critica del uso del lenguaje... Vamos, que hay que redefinir de nuevo todo para empezar a hablar de algo... Hay que repensar porque surge la idea de homo sapiens sapiens, hay que repensar porque surge la antropología y la paleontología... Hay que repensar la palabra "humano"... Hay que repensar que entendemos por razon, por humanidad, religión, y el origen de esta....
------
Año 96... Sobre el campo antropologico.
. El material antropológico que suponemos dado asume la forma de una totalidad muy com*pleja de partes y procesos cada uno de los cuales puede tener sus líneas propias de desarrollo, no siempre «sincronizadas». Por ello es absurdo hablar del «origen del hombre», o del «momento de la hominización» (del «paso del Rubicón»). Cuando se habla así, y se habla así con mucha frecuencia, es porque se piensa en alguna parte o rasgo (el volumen craneal, el «salto a la reflexión», o la capacidadde utilizar bifaces) hipostasiándolo como si fuera el todo. Es una pura sinécdoque hablar de «Humanidad» en el momento en que encontramos, hace dos millones de años, un depósito de piedras preparadas o, hace cien mil años, huellas de una hoguera. Más bien presupondríamos que el material antropológico, en cuanto to*talidad característica, sólo comienza a hacerse presente «hacia el final», pongá*moslo en el magdaleniense, o en el neolítico, y esto sin perjuicio de la necesidad de perseguir durante milenios los antecedentes de cada uno de los hilos aislados que formarán la trama del campo antropológico. Por eso tampoco queremos de*cir que no tenga sentido en absoluto hablar de una «línea divisoria» entre los ho*mínidos y «el hombre». Habría más bien que hablar de «diversas líneas diviso*rias».
----------
Ocurre así que la cuestión en tomo al «origen del hombre» contiene, simul*táneamente, la cuestión en tomo a la esencia del hombre, a su clasificación. Y es*tas cuestiones se abren camino, dialécticamente, en dos sentidos opuestos -ana*lítico y sintético- aunque necesariamente vinculados. Porque la perspectiva analítica es imprescindible, no sólo como perspectiva previa a la formación de las síntesis, sino como perspectiva que ha de renovarse constantemente a partir de síntesis par*ciales, a efectos de alcanzar síntesis ulteriores de escala más alta. El camino ana*lítico (atomístico) tiende a destacar alguna determinación particular y precisa del material antropológico (tanto en el plano que llamaremos (p-físico, morfológico: los 1.500 cm^ de capacidad craneana, el bipedismo; como en el plano que llama*remos ;r-cultural y eminentemente espiritual: la talla de la piedra o la utilización del fuego) como criterio de hominización y como definición del hombre.
La metodología analítica se apoya principalmente en la determinación de se*mejanzas significativas: puesto que los 1.500 cm^ o el bipedismo nos asemejan a los pitecántropos, habrá que reconocer a éstos su calidad humana. Pero la seme*janza no es criterio suficiente para la construcción de una idea filosófica, porque las semejanzas pueden ser perseguidas regresivamente hasta los lémures o los rep*tiles, pongamos por caso. Es cierto que los criterios analíticos suelen ir acompa*ñados de una hipótesis genética constructiva: la hipótesis de la posibilidad de uti*lizar el rasgo de semejanza destacado como diferencia generadora de lo humano (a partir del bipedismo o de la invención del fuego, reconstruir el resto de la cul*tura: «el fuego hizo al hombre»). Pero esta hipótesis es absurda. Sólo podemos reconstruir al hombre, ordo cognoscendi, partiendo de rasgos parciales que sean a la vez terminales, finales (por ejemplo, la música sinfónica) pero no a partir de rasgos parciales iniciales, originarios. La razón que daríamos es ésta: que las nue*vas categorías antropológicas no se construyen a partir de semejanzas parciales, y no porque éstas puedan ser marginadas, sino porque no pueden tratarse aisladas (o, lo que es lo mismo, yuxtapuestas). No es una semejanza originaria, sino un conjunto heterogéneo de semejanzas de especies distintas, en tanto que confluyen según un orden de construcción peculiar, aquello que puede aproximamos a la re*construcción de una nueva categoría a partir de otras dadas. Y porque esa con*fluencia de semejanza no puede deducirse de cada semejanza parcial, es por lo que el método analítico, aun siendo necesario, es insuficiente. El sentido global (holístico) del camino para reconstruir la categoría antropológica se encuentra en la convergencia de semejanzas de especies distintas (la piedra tallada, más el fuego, más la aguja de coser solutrense, &c.), cada una de las cuales, por sí sola, care*cería de todo significado antropológico (la capacidad de emitir sonidos modula*dos sólo cobra su significado supuesto ya dado el lenguaje fonético articulado).Según esto, el núcleo infecto de lo que llamaremos «Hombre» comenzará a reco*nocerse muy tardíamente, cuando la acumulación de rasgos parciales haya podido dar lugar a un torbellino cuyas partes comienzan a cerrarse y a realimentarse de un modo característico.