Muchas gracias por la explicación,
@Ricardo.
El hecho de que sus voluntades estén siempre en perfecta armonía es precisamente lo que hace este milenario debate irrelevante para la salvación.
Ya que seguir al Hijo, o al Espíritu Santo, es seguir al Padre. Y para obedecer al Padre, hay que seguir al Hijo y a las indicaciones del Espíritu Santo.
Si estas voluntades estuvieran confrontadas o difirieran, entonces sí sería importantísimo saber a quién seguir.
Pero al estar en perfecta armonía, no hay aspecto de nuestra sumisión a la gracia divina, ni de la vida en santidad, que pueda ser diferente dependiendo de cómo entendamos la intrincada identidad metafísica de Dios.
Por ejemplo, nunca he escuchado o leído a un testigo de Jehová que diga que no debemos escuchar a cierto mandamiento de Jesucristo por el hecho de que no es Dios... como tampoco he leído o escuchado a un protestante que afirme que en algún aspecto en no hay que seguir la indicación del Padre sino la de Jesucristo.
Protestantes y testigos tendrán diferencias en algunos otros aspectos que afecten su práctica diaria (ej transfusiones de sangre), pero en este aspecto en particular no veo impacto alguno sobre la vida del creyente. ¿Usted lo ve?