Pensar, tratar de entender y comprender el mundo que nos rodea, a uno mismo y a los demás, y a partir de ahí poner los medios para cambiar la realidad a mejor, no es lo único que da la felicidad al ser humano, ni mucho menos, pero contribuye a ello.
Su valor como ser humano es el mismo que el de cualquier premio Nobel, incluso a la hora de vivir y construir su propia existencia y relaciones con los demás y con el mundo un analfabeto puede ser y comportarse de una forma mucho más inteligente que un doctor honoris causa, cuya vida más allá de la ciencia puede ser un desastre, aunque podría ocurrir también a la inversa. Prefiero mil veces a Forrest Gump que al Doctor Mengele.
De todas formas el analfabetismo no es un valor en si mismo, siempre que alguien use bien su razón y su conocimiento, es mejor no ser analfabeto.
Me viene a la memoria un grabado de Goya titulado "El sueño de la razón produce monstruos" (
http://es.wikipedia.org/wiki/El_sue%C3%B1o_de_la_raz%C3%B3n_produce_monstruos ) que podemos interpretar en dos sentidos diferentes, los dos válidos: cuando la razón duerme, cuando lo oscuro, lo irracional dominan al ser humano, despiertan "monstruos" como el fanatismo, que conducen al odio, a la imposición forzosa de las presuntas "verdades" de cada uno, a la entrega de nuestra conciencia y libertad en manos ciertos mercaderes de los deseos y la desesperación humana, incluso a buscar el bien de los demás quemándolos en la hoguera, para salvar su alma, o a atarse una bomba en la cintura y hacerla estallar en un mercado repleto de gente, en nombre de la guerra santa. Y la ignorancia o la superstición, que dejan a muchos en manos de videntes, magos, telepredicadores milagreros, sectas destructivas, gurús de lo más variopinto, "terapias" alucinantes, políticos populistas que prometen todo pero que persiguen un poder absoluto y la eliminación de cualquier pensamiento libre y disidente... el nihilismo que declara que nada es verdad y todo vale...
En el sentido opuesto pero compartiendo mucho en común están los sueños de la razón absoluta, las utopías presuntamente racionales y científicas para las cuales el fin justifica los medios, y que son capaces de crear el terror en nombre de la diosa Razón, a lo Robespierre. Ya lo advirtió Einstein: "Antes que hombres de ciencia, debemos ser hombres. No olvidéis nunca esto en medio de vuestros diagramas y ecuaciones. Sin una cultura ética, no hay salvación para la humanidad".
Pero sin convertirla en un absoluto, no podemos renunciar a la razón ni arrojar a las llamas miles de años de debate, de pensamiento, conocimiento y progreso científico, filosófico y ético. Sería como si la humanidad se autopracticase una lobotomía más un borrado total de la memoria, nos convertiríamos en nada.
De todas formas entiendo bien lo que quieres decir, y estoy de acuerdo, la felicidad y el sentido de la vida no se encuentran al final de una ecuación ni de un silogismo lógico. Tampoco Dios, si está ahí.