Re: ERRORESFALSEDADESYDISTORCIONES EN LOS ATAQUES AL LIBRODEMORMON
Por eso dije que han entendido terriblemente la naturaleza de la apostasía. El término corresponde a una promesa hecha en la Biblia. Está perfectamente documentado que hubo una desviación de algunas de las enseñanzas originales de Jesucristo muy poco tiempo después de su muerte. Por ejemplo, sería muy difícil documentar el bautismo de infantes en base a la Biblia, porque en la Biblia no existe ningún bautismo de niños y, porque de hecho, se indica en ella que de ellos es el reino de los cielos y que nosotros, los adultos, podemos ganar más, de hecho, aprendiendo de ellos, y haciéndonos como ellos. Esa fue la enseñanza original de Jesucristo, y esta sí que es posible de documentarse en una base bíblica.
Como esta, muchas enseñanzas ajenas a las enseñanzas de Cristo fueron introducidas ya en los primeros cuatro siglos de la era cristiana. La Reforma, cabe decirlo, además de necesaria, fue tremendamente importante para el reconocimiento de estas desviaciones, pero, lamentablemente, por ser una derivación, siguió conservando muchas de las doctrinas no originales. De quienes se dieron cuenta de una o de otra se originaron, a su vez, más divisiones.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene la característica de no ser una derivación reformista, sino que proclama que Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo visitaron de nuevo a los hombres en la tierra para restaurar la verdad original del Evangelio, tal como se había establecido en los tiempos de la Biblia. Esta restauración cumple, a su vez, también, importantes promesas pronunciadas en la Biblia por boca de Pedro y de otros apóstoles. Como parte de esta restauración, se restauró el sacerdocio y los cuerpos originales de profetas y apóstoles, los cuales, según dice la Biblia, fueron establecidos por Jesucristo mismo, siendo el la principal piedra del ángulo, y constituyen, junto con él, la base o cimiento mismo de la Iglesia (ver Efesios 2:20). Igualmente, al igual que en tiempos bíblicos, Jesucristo sigue comunicándose con la Iglesia, guiándola personalmente, por medio de apariciones personales a sus siervos. Igual que en el tiempo bíblico, se han establecido templos, como aquellos que tanto Jesús como Pablo de Tarso honraron con su asistencia, reconociéndolos como aquello que desde el tiempo veterotestamentario se establece: "La Casa del Señor", y un lugar de santidad. Igual que en el tiempo de la Biblia las señales siguen a los que creen y cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido a corazón de hombre se han establecido para los justos en vida, aún sin esperar la promesa de la muerte, o, como Pablo de Tarso ha dicho, para los santos de los últimos días "el vivir es Cristo y el morir es ganancia".
El no gozar de este nivel mayor de comunión con Cristo, al grado de poderle ver personalmente y recibir su dirección; el no gozar de la bendición de poseer el sacerdocio; el no participar de las bendiciones del templo; el no tener la participación de apóstoles y profetas, parte del cimiento de la Iglesia; todas estas bendiciones que eran comunes y vigentes en el tiempo del Nuevo Testamento; esta pérdida, junto con la de otras bendiciones, es lo que se ha considerado o dado a llamar entre nosotros apostasía. Cualquier otro entendimiento es denigrante al hombre y no es el que nosotros profesamos; mientras que, por otra parte, hablamos de la apostasía y posterior restauración en el sentido estrictamente bíblico, usando el término apostasía para referirnos a la global situación y utilizando casi nunca el término apóstata, salvo para referirnos en muy contadas ocasiones a casos como el de Judas apóstol. Pero ese no es el caso común de la historia humana, sino que, de acuerdo con nuestras escrituras, creemos que más bien, existen a nuestro alrededor personas bondadosas y meritorias, que no alcanzan la verdad solo porque no saben dónde hallarla. Esa es la forma en que percibimos al resto del género humano, reconociendo, por tanto sus valiosas contribuciones y generoso amor, mientras procuramos prodigar nosotros del nuestro, extendiendo a quienes lo deseen las bendiciones restantes del Evangelio que aún no haya alcanzado. Es así como les servimos de edificación y complemento, y creo que esta perspectiva va conforme al propio ejemplo de los apóstoles y de nuestro Señor Jesucristo, quien, según se asienta en Juan 3:17, no vino al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
En cuanto a quienes nos condenan en oposición de esta escritura, coincido con Mormon=cristiano en observar que el miedo a lo desconocido es quien guía la mayor parte de esta oposición; la cual se diluye tan pronto comprenden nuestra verdadera perspectiva en este glorioso evangelio de amor, a la manera de Cristo, y es entonces cuando pueden reconocerse como hermanos, usando el mismo lenguaje de Cristo y en armonía con las palabras de Cristo Jesús, que es nuestro Señor.
