Re: ERRORESFALSEDADESYDISTORCIONES EN LOS ATAQUES AL LIBRODEMORMON
Soy miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
El dios que describes en tu mensaje, Guillermo, no es el Dios en que yo creo. Tampoco es el Dios que se me ha enseñado en la Iglesia.
Ignoro de dónde hayas sacado semejante información, pero no es verídica, y la manera de presentación es totalmente tendenciosa. Estoy seguro de que debes revisar tus fuentes.
Dios de la Biblia --------------------Dios del Mormonismo.
Es Uno -----------------------------Son varios.
No es hombre -----------------------Fue hombre.
Es autoexistente --------------------No es autoexistente.
Es Creador --------------------------Es procreador.
Es Eterno ---------------------------Tiene su comienzo.
Es Espíritu --------------------------Es de carne y huesos.
De cualquier manera, aclararé que en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no se adora a muchos dioses, sino a uno sólo, el Padre. Llegamos a él a través de Jesucristo.
Del Padre Celestial creemos que es uno, que es autoexistente, que es Creador y procreador (sino, ¿cómo es que es llamado Padre?) y que no tiene principio ni fin. Así de simple.
Ahora bien, si bien creemos que es autoexistente y que no tiene principio ni fin, entendemos eso de manera más amplia. Tenemos un concepto distinto de esas cosas. Eso es todo. Pero aquí afirmo, categórica y rotundamente, que creemos estas cosas. El que no sabe que creemos en Dios, el Eterno Padre, de esta manera, solo demuestra que no ha examinado de verdad nuestras creencias.
Como tema de investigación para comprender a qué me refiero cuando digo que Dios es autoexistente y que no tiene principio ni fin propongo el de la inteligencia. Una vez abordándolo bien es un tema lo bastante amplio como para mantenerlo a uno ocupado durante un año y supone un recorrido completo por todas las Escrituras. La Biblia afirma categóricamente su eternidad, y Dios es esto, la Inteligencia más grande que existe.
Para quien no quiera estudiar, propongo el siguiente pasaje de las Escrituras, el cual debería serle conocido a todo creyente:
1 Corintios 8:5-6
(5) Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
(6) Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él.
Los santos de los últimos días compartimos esa misma conciencia. No tenemos sino un Dios, el Padre, y un Señor, Jesucristo. Tenemos muy en claro el papel de Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor y como el único camino para llegar a la presencia del Padre.
Juan 14:5-6
(5) Dícele Tomás: Señor, no sabemos á dónde vas: ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
(6) Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.
Y ese nuestro anhelo: el llegar, por medio de Jesús, a la presencia del Padre.
En cuanto a su relación (y nuestra relación) con el Padre Celestial, Jesús declaró:
"ve á mis hermanos, y diles: Subo á mi Padre y á vuestro Padre, á mi Dios y á vuestro Dios". (Juan 20:17)
Es decir que: a) Jesús es nuestro hermano, b) el Padre Celestial es su Padre y su Dios, c) es también nuestro Padre y nuestro Dios.
En cuanto a el Padre, Jesús declaró su naturaleza con estas palabras:
Juan 3:13
(13) Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo,
el Hijo del Hombre que está en el cielo.
"El Hijo del Hombre" era la manera más frecuente de Jesús para referirse a sí mismo. En este pasaje explica que su Padre está en el cielo y que es un Hombre. No sé qué cosa pueda ser más clara, considerando que nosotros mismos hemos sido creados
a imagen y semejanza de Dios. Debo dejar muy en claro que con esto no queremos decir que Dios sea un hombre como nosotros. Dios es un ser glorificado, inmortal y perfecto. Es todopoderoso, es omnisciente, es presciente. Nuestro anhelo es poder llegar a ser como Él, bajo Él, y morar en Su presencia. No porque nos surja ese deseo, sino porque nuestro Padre mismo nos ha invitado a hacerlo (Mateo 5:48).
NADIE PUEDE LOGRAR ESTO SINO ES A TRAVÉS DE JESUCRISTO. Él es el único que puede limpiar al hombre del pecado, y es el único que puede lograr que el hombre pueda vencer la muerte y vivir. Nadie, absolutamente nadie, puede lograr esto por sí mismo. El perdón de Dios es necesario porque nada impuro puede morar en Su presencia. Por lo tanto, debemos purificarnos y santificarnos, y procurar vivir vidas libres de pecado.
1 Juan 3:1-3
(1) MIRAD cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios: por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce á él.
(2) Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él, porque le veremos como él es.
(3) Y cualquiera que tiene esta esperanza en él, se purifica, como él también es limpio.
Y esto es lo que aspiramos, y esta es la razón de nuestra conciencia, siguiendo en todo el consejo que siguió Jesucristo, a fin de que podamos, con limpieza de corazón, como se nos manda, seguir sus pisadas:
Filipenses 2:5-8
(5) Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:
(6) El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios:
(7) Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres;
(8) Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Este es, pues, nuestro sentir.
Todos los pasajes mencionados han sido tomados de la Biblia. Nada he dicho que vaya en contra de esta sagrada escritura, sino que he tomado de ella. Toda palabra dicha en contra de esta doctrina tendrá que ser dicha de estas mismas escrituras. Quien, en su integridad, acepte también la Biblia sin duda deberá hacer de este sentir su sentir.
Dios les bendiga por ello y les permita alcanzar la esperanza que todos deseamos, en Cristo Jesús, Salvador de ellos y nuestro. Y puedan comprender lo común que tenemos en esta, la más bendita de toda esperanza. En el nombre de nuestro Señor y Salvador, nuestro Redentor, Jesucristo. Amén.