Re: Elena G. de White y su Doctrina de la Amalgama
Estimado fonte (chelo). Saludos cordiales.
Tú dices:
Respondo: Lee la siguiente cita: "Desde el diluvio ha habido amalgama entre hombres y bestias, como puede verse en la interminable variedad de especies animales y ciertas razas de hombre" (Dones espirituales. Tomo 3, pág. 75, 1864)
1.- Entre hombres: "Génesis 6: 2"
2.- y bestias: "TRANSGENÉTICA ANTEDILUVIANA"
El cruce transgénico era una posibilidad para la humanidad antigua. Al respecto la Biblia decreta: “No cruces tu ganado con animales de diferente especie” (Lev. 19:19, Dios Habla Hoy). Si Dios prohíbe el cruce de diferentes especies, ¿no demuestra eso que los hombres de la antigüedad estaban en la capacidad de hacerlo? De otro modo, ¿qué sentido tenía esa prohibición?
Matthew Henry comenta este pasaje así: “Dios en el principio hizo al ganado según su género (Gén. 1:25), y debemos respetar el orden de la naturaleza que Dios ha establecido, convencidos de que es lo mejor y lo más correcto, y no crear monstruos” (Commentary on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Cómo podríamos irrespetar ese orden de la naturaleza, sino subvirtiéndolo con la manipulación genética y la introducción de zoofrankensteins?
¿Serán los que han sido modificados genéticamente hoy en día?
Jamieson, Fausset & Brown apuntan en la misma dirección: “Esta prohibición probablemente intentaba combatir una práctica que parecía infringir la economía que Dios ha establecido en el reino animal” (A Commentary on the Old and New Testaments, Lev. 19:19). ¿Qué práctica sería esa que infringía el orden del reino animal, sino la manipulación y alteración de las especies creadas por Dios?
¿Serán los híbridos durante la historia de nuestra humanidad?
Keil & Delitzsch observan también: “Por estas leyes la observancia del orden natural y la separación de las cosas se convierte en un deber para los israelitas, el pueblo de Jehová, como una ordenanza fundada en la creación misma” (Commentary on the Old Testament, Lev. 19:19). En otras palabras, cada especie de animal debía permanecer en su propio subreino de acuerdo con el plan original de Dios.
Y John Wesley observa: “Esto fue prohibido en parte para detener la curiosidad y audacia de los hombres, quienes podrían intentar cambiar las obras de Dios” (Explanatory Notes on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Y cómo podría cambiarse la obra de Dios sino precisamente introduciendo nuevas especies que Dios no había creado? Sólo si el hombre tuviera la capacidad de hacerlo, tendría sentido semejante prohibición.
Pero, ¿cómo se explica esta capacidad de la manipulación genética en aquellos tiempos antiguos? White expone al respecto:
“No obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron oportunidad de alcanzar un alto desarrollo moral e intelectual. Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir conocimientos religiosos y científicos eran incomparables… Si pudieran compararse con los antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy inferiores en vigor mental y físico… Hoy día hay hombres que dedican al estudio un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración por sus éxitos. Pero ¡qué limitados son estos triunfos cuando se los compara con los de aquellos hombres cuyo vigor físico y mental se desarrollaba durante siglos! (Patriarcas y Profetas, pp. 69, 70).
A esta gran capacidad de una humanidad que acababa de salir de las manos del Creador, debemos sumar la ayuda demoníaca, que indudablemente debió aportarles a los inicuos herramientas para estropear la creación y deformar la imagen de Dios. Al respecto, White explica: “En la parábola del sembrador se le formuló al Maestro, «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?». El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Todas las taras son sembradas por el malo. Cada hierba nociva es de su siembra, y por sus ingeniosos métodos de amalgama él ha corrompido la tierra con taras” (Selected Messages, tomo 2, p. 288).
¿Crees que esto es un engaño?
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.
Estimado fonte (chelo). Saludos cordiales.
Tú dices:
Que secta tan inutil e ignorante la de los ASD.
Espiritualmente no sirven para nada.... bueno si, para engañar... en eso si son muy utiles.
Dios libre a los sinceros de esa secta.
Respondo: Lee la siguiente cita: "Desde el diluvio ha habido amalgama entre hombres y bestias, como puede verse en la interminable variedad de especies animales y ciertas razas de hombre" (Dones espirituales. Tomo 3, pág. 75, 1864)
1.- Entre hombres: "Génesis 6: 2"
2.- y bestias: "TRANSGENÉTICA ANTEDILUVIANA"
El cruce transgénico era una posibilidad para la humanidad antigua. Al respecto la Biblia decreta: “No cruces tu ganado con animales de diferente especie” (Lev. 19:19, Dios Habla Hoy). Si Dios prohíbe el cruce de diferentes especies, ¿no demuestra eso que los hombres de la antigüedad estaban en la capacidad de hacerlo? De otro modo, ¿qué sentido tenía esa prohibición?
Matthew Henry comenta este pasaje así: “Dios en el principio hizo al ganado según su género (Gén. 1:25), y debemos respetar el orden de la naturaleza que Dios ha establecido, convencidos de que es lo mejor y lo más correcto, y no crear monstruos” (Commentary on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Cómo podríamos irrespetar ese orden de la naturaleza, sino subvirtiéndolo con la manipulación genética y la introducción de zoofrankensteins?
¿Serán los que han sido modificados genéticamente hoy en día?
Jamieson, Fausset & Brown apuntan en la misma dirección: “Esta prohibición probablemente intentaba combatir una práctica que parecía infringir la economía que Dios ha establecido en el reino animal” (A Commentary on the Old and New Testaments, Lev. 19:19). ¿Qué práctica sería esa que infringía el orden del reino animal, sino la manipulación y alteración de las especies creadas por Dios?
¿Serán los híbridos durante la historia de nuestra humanidad?
Keil & Delitzsch observan también: “Por estas leyes la observancia del orden natural y la separación de las cosas se convierte en un deber para los israelitas, el pueblo de Jehová, como una ordenanza fundada en la creación misma” (Commentary on the Old Testament, Lev. 19:19). En otras palabras, cada especie de animal debía permanecer en su propio subreino de acuerdo con el plan original de Dios.
Y John Wesley observa: “Esto fue prohibido en parte para detener la curiosidad y audacia de los hombres, quienes podrían intentar cambiar las obras de Dios” (Explanatory Notes on the Whole Bible, Lev. 19:19). ¿Y cómo podría cambiarse la obra de Dios sino precisamente introduciendo nuevas especies que Dios no había creado? Sólo si el hombre tuviera la capacidad de hacerlo, tendría sentido semejante prohibición.
Pero, ¿cómo se explica esta capacidad de la manipulación genética en aquellos tiempos antiguos? White expone al respecto:
“No obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron oportunidad de alcanzar un alto desarrollo moral e intelectual. Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir conocimientos religiosos y científicos eran incomparables… Si pudieran compararse con los antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy inferiores en vigor mental y físico… Hoy día hay hombres que dedican al estudio un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración por sus éxitos. Pero ¡qué limitados son estos triunfos cuando se los compara con los de aquellos hombres cuyo vigor físico y mental se desarrollaba durante siglos! (Patriarcas y Profetas, pp. 69, 70).
A esta gran capacidad de una humanidad que acababa de salir de las manos del Creador, debemos sumar la ayuda demoníaca, que indudablemente debió aportarles a los inicuos herramientas para estropear la creación y deformar la imagen de Dios. Al respecto, White explica: “En la parábola del sembrador se le formuló al Maestro, «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?». El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Todas las taras son sembradas por el malo. Cada hierba nociva es de su siembra, y por sus ingeniosos métodos de amalgama él ha corrompido la tierra con taras” (Selected Messages, tomo 2, p. 288).
¿Crees que esto es un engaño?
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.