Mis queridos hermanos Ricardo y EL ULTIMO, comparto algo de los dos, aparte de reconocer sus particulares razonamientos que a su vez parten de distintos paradigmas. Ambos muy válidos, y más allá de sus peculiaridades, con respaldo en reconocidas autoridades bíblicas.
Pero quiero hacer notar, que Lucas, el autor reconocido por la tradición; la cual al principio se basó en las implicaciones de la evidencia interna del texto en relación con el resto de los escritos recibidos como "inspirados"; es evidentemente un recopilador de la tradición de los que sirvieron al Logos, no siendo él testigo personal de los hechos que escribe, sino de aquellos.
Por lo cual puede haber un plan en su obra, que amerite la modificación y el sentido "original" de las palabras atribuidas al Señor, no sin una guía del Espíritu Santo según creemos. Lo cual garantiza, que no tenemos un relato taquigráfico de los hechos y palabras de nuestro Señor y sus discípulos inmediatos; sino una adaptación por la guía del Espíritu Santo, de aquellos hechos y palabras en un contexto "actual", es decir: la siguiente generación a Jesús.
Por lo cual es evidente que Lucas, al escribir, ya sabía de la enseñanza de Pablo sobre la descendencia de Abraham y sus hijos. Es evidente pues que Lucas enfatiza una enseñanza, doctrina, en cuanto a la narración que incluye en su "plan" del evangelio que nos presenta, o que le presenta a Teófilo "el que aprecia a Dios"; en un contexto distinto a los días del hijo del hombre, y también al nuestro. De donde, la contextualización -necesariamente "inspirada" en algún modo también- se nos hace necesaria.
Saludos cordiales