Continuando con las cartas de Spalding:
Ahora, Satanás puede disfrazarse, y de hecho lo hace, como ángel de luz.
Sí, se sienta como Dios, en el templo de Dios, haciéndose pasar por Dios. La parte imaginativa en el hombre de seguro será engañada, y adorará dicha aparición en lugar de la realidad, porque el mundo mediante su sabiduría y el hombre mediante sus habilidades naturales o humanamente adquiridas, no conoció, ni podrá conocer a Dios jamás. Pero, “si alguno,” dice Pablo, “se cree sabio, hágase ignorante,”: 1 Corintios 3:18 para que su ojo viejo sea cerrado y uno nuevo, el único que puede discernir las cosas de Dios, sea abierto. Cristo dice: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”: Mateo 5:48. Pero los cristianos de hoy, como se llaman a sí mismos, dicen que no hay tal cosa como la perfección. ¡Oh, si pudieran considerar a quién se oponen diciendo esto!
¿Acaso no deseaba Pablo que aquellos a quienes les estaba escribiendo se limpiaran “de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”: 2 Corintios 7:1? ¿No ora él que otros sean “perfectos y completos en todo lo que Dios quiere”: Colosenses 4:12? ¿No es lo que quiere decir este lenguaje claro y expreso? ¡Oh, la astucia de esa serpiente, que es capaz de razonar y discutir el verdadero significado! ¡Oh, el lamentable estado de los que están tan engañados por ella, que están sentados cómodamente, con la vana imaginación de que lo que Cristo ha hecho será suficiente, sin necesidad de experimentar Su obra en ellos! ¡Estos, en el verdadero sentido espiritual, tienen ojos, pero no ven, oídos, pero no oyen!
Otra vez dice Cristo: “No juréis en ninguna manera,”: Mateo 5:34 pero los cristianos de hoy dicen: “Podemos jurar en algunos casos. Razonaremos sobre las palabras de Cristo y juzgaremos por nosotros mismos qué significan, y hasta qué punto deben ser obedecidas o no.” Aunque Santiago dice: “Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis,”: Santiago 5:12 aun así ustedes dicen: “Podemos hacer tales y tales juramentos.” ¡Oh, pobre cristiandad, cómo se ha ennegrecido tu oro!