No amigo, porque todos los iconoclastas antiguos y modernos han creido que el mayor peligro son las imágenes cuando su corazón puede estar lleno de dioses falsos pero sin formas visibles.
Sólo reflexiona esto: las imágenes, por muy bien hechas que sean, se rompen, se caen, se queman, no duran mucho tiempo. O sea se nota que son sólo imágenes, por lo tanto es muy fácil darse cuenta de su calidad de meros símbolos. Y la persona que las usa para su oración, por muy ignorante o supersticiosa que sea, algo de la imagen le remite a pensar en Dios o en pasajes del evangelio, o en vidas de santos. Y eso, en sí mismo, aunque incompleto, me concederás que no es malo. ¿no?
Sin embargo, el poder, el tener y el placer, puestos como objetivos en la vida del hombre, emborrachan , embotan la voluntad, y le alejan definitivamente de Dios. Objetivamente esas tres ideas de nuestra cultura son peligros REALES. Y mucho más profundos.
Y ustedes, queridos iconoclastas, gastan cartuchos disparándole a las imágenes mientras los verdaderos peligros están en otras partes, y quizás más cerca de ustedes de lo que imaginan.
