Re: EL MAYOR OBSTÀCULO PARA LA FE EN DIOS: ¿POR QUÈ HAY DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUN
“Si Dios desea eliminar la maldad, sabe cómo hacerlo y tiene el poder para lograrlo, ¿por qué esta sigue aumentando?”
Se les hace difícil conciliar los siguientes enunciados:
1) Dios es todopoderoso;
2) Dios es amoroso y bueno, y
3) continúan sucediendo cosas terribles.
Dado que el último enunciado es innegable, concluyen que al menos uno de los otros dos es falso.
Por eso piensan que o bien Dios no puede acabar con la maldad, o no se preocupa por nosotros.
Un destacado líder religioso admitió: “A lo largo de mi vida me han preguntado cientos de veces por qué permite Dios las tragedias y el sufrimiento. He de confesar que no tengo una respuesta del todo convincente, ni siquiera una que me satisfaga a mí mismo”.
A raíz de este comentario, un profesor de teología escribió: “La incomprensibilidad del sufrimiento forma parte de la incomprensibilidad de Dios”.
En contraste con lo que los líderes religiosos puedan decir, la Biblia no enseña que la tolerancia divina de la maldad sea algo incomprensible.
Una de las claves para entender esta cuestión es reconocer que Dios no creó un mundo malvado.
A la primera pareja humana la hizo perfecta, sin pecado.
Cuando contempló su creación, Dios vio que era ‘muy buena’ Gn. 1:26, 31.
Su propósito era que Adán y Eva convirtieran toda la Tierra en un paraíso como el jardín de Edén y que la poblaran de personas felices bajo la protección de Su amorosa soberanía Isa. 45:18.
La maldad comenzó cuando una criatura espiritual, que había sido leal a Dios en un principio, cultivó el deseo de que se le adorara (Sant. 1:14, 15).
Su rebelión se hizo manifiesta en la Tierra cuando influyó en los primeros humanos para que también se opusieran a Dios.
En vez de obedecer el claro mandato divino de no comer ni tocar el fruto del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, Adán y Eva lo comieron Génesis 3:1-6.
Al hacerlo, no solo desobedecieron a Dios, sino que demostraron su deseo de independizarse de él.
La rebelión que tuvo lugar en Edén hizo surgir una cuestión de índole moral, un desafío de importancia universal.
Los rebeldes humanos pusieron en duda que Dios gobernara bien a sus criaturas.
Dios respondió a este desafío a su gobernación, demostrando que existe un perfecto equilibrio entre sus principales cualidades: poder, justicia, amor y sabiduría.
Pudo haber utilizado su poder para aplastar aquella rebelión inmediatamente, lo cual tal vez hubiera parecido justo, pues él tenía todo el derecho a hacerlo.
Pero eso habría impedido que se contestaran las preguntas de carácter moral que se habían planteado.
Por otra parte, Dios pudo haber pasado por alto su pecado, algo que a algunas personas de hoy podría parecerles amoroso.
Sin embargo, perdonarlos no hubiera permitido que se refutara la alegación de Satanás de que a la humanidad le iría mejor si se gobernaba a sí misma.
Además, dicho proceder pudiera haber impulsado a otras personas a desviarse del camino de Dios, lo que habría ocasionado un sufrimiento interminable.
En su sabiduría, Dios permitió que, por algún tiempo, los seres humanos siguieran su propio camino.
Aunque esto haya significado que se tolerara temporalmente la maldad, el hombre ha tenido así la oportunidad de demostrar si puede o no gobernarse a sí mismo con éxito prescindiendo de Dios y rigiéndose por sus propias normas morales.
La historia de la humanidad ha estado siempre marcada por la guerra, la injusticia, la opresión y el sufrimiento.
El fracaso total de la rebelión contra Dios zanjará de una vez por todas las cuestiones que surgieron en Edén.
Mientras tanto, Él ha demostrado su amor a la humanidad entregando a su Hijo, Jesucristo, quien dio su vida humana como sacrificio redentor.
Dicho sacrificio hizo posible que las personas obedientes sean libertadas de la esclavitud al pecado y la muerte ocasionada por la desobediencia de Adán.
Además, abrió el camino para que todos los que ejerzan fe en él tengan vida eterna Juan 3:16
Jehová nos asegura que el sufrimiento humano es temporal, lo cual es muy reconfortante.
“Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será -escribió el salmista- ; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será.
Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” Salmo 37:10, 11.
En vista de lo que dice la Biblia acerca del amor y la misericordia de Dios, algunas personas se formulan preguntas inquietantes como:Del tema que comenzò Martamarìa: "¿Por què millones de personas no pueden creer que Dios existe?" se llega a la conclusiòn de que uno de los principales obstàculos para creer en un Dios amoroso y bueno es el sufrimiento y el mal que existe en el mundo.
“Si Dios desea eliminar la maldad, sabe cómo hacerlo y tiene el poder para lograrlo, ¿por qué esta sigue aumentando?”
Se les hace difícil conciliar los siguientes enunciados:
1) Dios es todopoderoso;
2) Dios es amoroso y bueno, y
3) continúan sucediendo cosas terribles.
Dado que el último enunciado es innegable, concluyen que al menos uno de los otros dos es falso.
Por eso piensan que o bien Dios no puede acabar con la maldad, o no se preocupa por nosotros.
Un destacado líder religioso admitió: “A lo largo de mi vida me han preguntado cientos de veces por qué permite Dios las tragedias y el sufrimiento. He de confesar que no tengo una respuesta del todo convincente, ni siquiera una que me satisfaga a mí mismo”.
A raíz de este comentario, un profesor de teología escribió: “La incomprensibilidad del sufrimiento forma parte de la incomprensibilidad de Dios”.
En contraste con lo que los líderes religiosos puedan decir, la Biblia no enseña que la tolerancia divina de la maldad sea algo incomprensible.
Una de las claves para entender esta cuestión es reconocer que Dios no creó un mundo malvado.
A la primera pareja humana la hizo perfecta, sin pecado.
Cuando contempló su creación, Dios vio que era ‘muy buena’ Gn. 1:26, 31.
Su propósito era que Adán y Eva convirtieran toda la Tierra en un paraíso como el jardín de Edén y que la poblaran de personas felices bajo la protección de Su amorosa soberanía Isa. 45:18.
La maldad comenzó cuando una criatura espiritual, que había sido leal a Dios en un principio, cultivó el deseo de que se le adorara (Sant. 1:14, 15).
Su rebelión se hizo manifiesta en la Tierra cuando influyó en los primeros humanos para que también se opusieran a Dios.
En vez de obedecer el claro mandato divino de no comer ni tocar el fruto del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, Adán y Eva lo comieron Génesis 3:1-6.
Al hacerlo, no solo desobedecieron a Dios, sino que demostraron su deseo de independizarse de él.
La rebelión que tuvo lugar en Edén hizo surgir una cuestión de índole moral, un desafío de importancia universal.
Los rebeldes humanos pusieron en duda que Dios gobernara bien a sus criaturas.
Dios respondió a este desafío a su gobernación, demostrando que existe un perfecto equilibrio entre sus principales cualidades: poder, justicia, amor y sabiduría.
Pudo haber utilizado su poder para aplastar aquella rebelión inmediatamente, lo cual tal vez hubiera parecido justo, pues él tenía todo el derecho a hacerlo.
Pero eso habría impedido que se contestaran las preguntas de carácter moral que se habían planteado.
Por otra parte, Dios pudo haber pasado por alto su pecado, algo que a algunas personas de hoy podría parecerles amoroso.
Sin embargo, perdonarlos no hubiera permitido que se refutara la alegación de Satanás de que a la humanidad le iría mejor si se gobernaba a sí misma.
Además, dicho proceder pudiera haber impulsado a otras personas a desviarse del camino de Dios, lo que habría ocasionado un sufrimiento interminable.
En su sabiduría, Dios permitió que, por algún tiempo, los seres humanos siguieran su propio camino.
Aunque esto haya significado que se tolerara temporalmente la maldad, el hombre ha tenido así la oportunidad de demostrar si puede o no gobernarse a sí mismo con éxito prescindiendo de Dios y rigiéndose por sus propias normas morales.
La historia de la humanidad ha estado siempre marcada por la guerra, la injusticia, la opresión y el sufrimiento.
El fracaso total de la rebelión contra Dios zanjará de una vez por todas las cuestiones que surgieron en Edén.
Mientras tanto, Él ha demostrado su amor a la humanidad entregando a su Hijo, Jesucristo, quien dio su vida humana como sacrificio redentor.
Dicho sacrificio hizo posible que las personas obedientes sean libertadas de la esclavitud al pecado y la muerte ocasionada por la desobediencia de Adán.
Además, abrió el camino para que todos los que ejerzan fe en él tengan vida eterna Juan 3:16
Jehová nos asegura que el sufrimiento humano es temporal, lo cual es muy reconfortante.
“Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será -escribió el salmista- ; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será.
Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” Salmo 37:10, 11.