Gracias por ir paso a paso, Raül, ya que para mí es un concepto nuevo.A ver, mi estimado. Es que no puedo ir más allá, de lo que cada cual es capaz de asimilar. Pero trataré de ser sencillo de palabras: no hay que confundir las obras, que de modo alguno pueden, ni sirven, para ser salvos; con las obras que, y estás sí, nos hacen partícipes del reino de los cielos, de reinar juntamente con Cristo. La salvación es por gracia, por nada a cambio. Nada se puede hacer para alcanzarla. De hecho, no hay que alcanzarla, por tanto, que es el punto de partida. Y otra muy distinta, las obras que, llegado el tiempo, pueden darnos la corona merecida. Pero esta corona, que Pablo mismo cita, nada tiene que ver con la salvación, que es por gracia, pura gracia; sino con reinar juntamente con Cristo. ¿Entendido hasta aquí?
Jamás había escuchado en mi vida que hubiera una diferencia entre "salvación" y "corona". La "corona" en mi mente siempre ha sido la metáfora de la vida eterna. Watchman Lee describe la diferencia entre salvación y corona en el capítulo 21 del libro del que usted amablemente me mandó el link.
Aunque la teoría de Lee me parece sumamente interesante, estoy sospechando que hace una separación artificial entre ambos conceptos.
La percepción de Lee posiblemente se origine de no considerar el contexto en el que Jesús se presentaba a sí mismo y a su Evangelio ante los israelitas que esperaban un Mesías literal y un reino literal.
- Los israelitas esperaban "salvación" en el sentido de no ser destruidos, como pueblo y civilización, por los romanos (u otros pueblos).
- Y como "reino", consideraban un reino literal, donde Israel fuera independiente, respetado entre las naciones, o incluso dominante entre los pueblos vecinos, como alguna vez lo había sido con el rey David y con Salomón.
Como yo lo veo, Jesús usa el lenguaje de "salvación" y de "reino" tomando como punto de partida las expectativas de sus oyentes, para presentarles un nuevo significado.
La salvación de Jesús, ya no es solo para protegernos primero de la destrucción física, sino de la destrucción espiritual (que es con frecuencia el preludio de la destrucción física). Y el reino de Dios no inicia con el ascenso a un gobierno de este mundo, sino que comienza con el ascenso de Dios al trono de nuestro corazón.
Salvación y reino, pues, son dos palabras para describir un estado, una situación, en donde Dios gobierna y nos da paz. Un estado espiritual e individual, que inevitablemente tendrá efectos tangibles sobre la sociedad y el mundo.
Continuaré leyendo a Watchman Lee y comentando. Gracias, nuevamente, Raül, por esta lectura que está siendo muy importante para mí.
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