Mi estimado, usted está siendo una persona injusta, y a su vez, un servidor, está siendo injusto por causa de su injusticia. No está presente el amor ni la misericordia en usted, por tanto, que su actitud injusta, me está obligando a ser injusto, a pecar; pues ambos hicimos un pacto, y usted lo está quebrantando y forzándome a quebrantarlo. Usted no me dio cien dólares, sino que me dejó cien dólares. Ese fue el pacto. Para ser justo, usted, me tendría que dar cien dólares, dados, y un servidor, pagarle la deuda con esos cien dólares que usted me ha dado. Pero si me los perdona, usted está quebrantando un pacto, está incurriendo en injusticia, al no cumplir lo acordado ni usted ni un servidor. Y hasta que esto no lo entienda, no entenderá el por qué Jesucristo tuvo que morir en la cruz y derramar su sangre. No entenderá la justicia de Dios, que nada tiene que ver con la justicia según la entienden los hombres.