2ª Parte
El Concilio de Constanza
Antecedentes históricos.
Alejandro V, el papa del concilio de Pisa, vivía bajo la influencia del astuto cardenal Baltasar Cossa, el cual aspiraba acceder a la suprema jerarquía eclesiástica y esperaba obtenerla después del pontificado de su válido. Pero era un hombre impaciente y el papa murió en 1410 y Saba─Castiglioni, en su Historia de los Papas. Vol. II Pág. 88 afirma que con la sospecha de haber sido envenenado por el propio Cossa quien le sucedió como papa conciliar, tomado el nombre de Juan XXIII.
Con respecto a estos dos papas hay un detalle curioso. El de que sus efigies figuran en la serie de papas representados en los mosaicos de la basílica de San Pablo en Roma a pesar de que los modernos autores católicos no les consideran papas legítimos. Pero lo cierto es que los prelados posteriores al concilio de Pisa sí les consideraron legítimos. Así, los “arreglos” del catolicismo oficial posterior no pueden destruir los hechos históricos grabados sobre piedra.
El nuevo pontífice era más hombre de espada que de báculo, cosa por lo demás no demasiado insólita en los prelados de aquel tiempo. Incluso fue un salteador de caminos en su juventud. Todos los historiadores están de acuerdo en retratarle como u redomado vicioso y lleno de ambición. Según afirma K. S. Latourette en su Historia del Cristianismo, Vol. I, p. 737. Sus contemporáneos no vacilaban en designarlo como “el peor y más pervertido hombre que pueda hallarse” y el papa romano Gregorio XII decía de él: “Hijo de la perdición y alumno de la impiedad” Hombre hábil en la intriga era completamente inepto en las cosas del espíritu”.
Este angelito en 1412 se vio obligado a convocar el concilio prometido en Pisa por su predecesor. Lo convocó a celebrarse en Roma, pero el muy ladino tomó las medidas para que sus compañeros de fechorías vigilasen los caminos que conducían a Roma, consiguiendo así que los pocos obispos italianos reunidos en Roma no cumplieron el forum necesario que se acordó en Pisa. De esta manera evitó celebrar la asamblea conciliar.
El Emperador Segismundo convoca el concilio de Constanza.
Europa estaba cansada del cisma. El nuevo Emperador alemán Segismundo (1410─1437), proclamado poco después de la subida de Juan XXIII al trono del papado pisano, recogió el sentir de gran número de teólogos, canonistas y prelados y convocó el 30 de octubre de 1413 un concilio ecuménico a celebrarse en Constanza el año siguiente. Emulando a los sucesores de Constantino, se creyó en el deber de poner fin a los problemas religiosos mediante un concilio convocado y celebrado bajo su égida, renovando así la antigua tradición en que los concilios ecuménicos eran convocados por el emperador romano más bien que por los obispos. Por un momento, Occidente parecía volver a épocas muy anteriores a Hildebrando (Gregorio VII). Pero la historia se encargaría de demostrar que no era así y que el romanismo no tenía más salida que la Reforma Luterana.
La invitación lanzada por Segismundo halló pronto franca acogida. Las universidades se pusieron inmediatamente a trabajar en pro del concilio. A ellas en general, y a Gerson en particular, se debe la pujanza que, pese al fracaso de Pisa, la tarea conciliar había adquirido. La superioridad de la Iglesia universal sobre el Papa volvió a ser expuesta de manera inequívoca. La figura de Juan XXIII, por su parte, acababa de desprestigiar al Papado y el cisma era visto como una plaga de la que solamente podría librarse la Cristiandad mediante un concilio general.
Juan XXIII, aliado de Segismundo en sus luchas contra Nápoles, no tuvo más remedio que ceder, a pesar de las intrigas que manejó para evitar la celebración de la asamblea conciliar. Para granjearse las simpatías de Segismundo y el reconocimiento del próximo concilio, ladinamente se apresuró a dar su conformidad al mismo. En diciembre de 1413 publicaba una encíclica convocando una asamblea ecuménica que sería continuación de la de Pisa. Pero la convocatoria real fue la de Segismundo el cual, además, citó a los tres papas a comparecer ante la asamblea ecuménica.
Continuará