Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
SIGAMOS
REPITO
[*]ANTECEDENTES INMEDIATOS[*]1) El dogma de la Inmaculada Concepción de María. 2) La carrera de homenajes al papa. 2) las ecíclicas "Cuanta Cura" y el "Syllabus"
[*]LOS METODOS DEL CONCILIO[*]1) preparativos. 2) Procedimientos, 3)
ANTECEDENTES GENERALES
A pesar del control que Roma ejerció sobre el concilio de Trento, y del hecho incuestionable de que logró convertirse en el centro de la cristiandad occidental no reformada, no se atrevió, sin embargo, entonces, a formular con precisión la suprema potestad de magisterio que se atribuía. En el siglo XVI, los tiempos no eran todavía propicios para ello pese a que se inaugura entonces la era dogmática del "nuevo catolicismo", como vimos en el anterior estudio sobre Trento. Nos hallamos ante una de las muchas paradojas de la historia. En Trento una mayoría de prelados franceses, españoles y alemanes estaba siempre presta a unirse para oponerse a cualquier intento de esta clase. No obstante, nada como los trabajos y votos conciliares de este padres precipitó más la hegemonía romana y papal que, si bien en la esfera de gobierno y jurisdicción eclesiástica era ya una realidad, en lo que se refiere al magisterio dogmático no había sido fijada. Eso se debió a que el peso de la tradición antigua se dejaba sentir todavía en Occidente, gracias a la presencia de las doctrinas conciliaristas. Los papas del concilio tridentino, bien sea por prudencia o bien sea por miedo, no pudieron acabar con los restos, aun influyentes en el siglo XVI, de aquella tradición eclesiástica que consideraba las asambleas conciliares superiores al papa. La tradición pontificia, mas tardía que aquella, no se sintió con fuerzas para arremeter en contra de la antigua idea conciliar. Pero, repito, el concilio de la contrarreforma contribuyó más que ningún otro a la configuración del "nuevo catolicismo", el papal y romano y de aquí que se convirtiera rn factor decisivo dentro de los planes de la hegemonía prontificia.
Roma fue colocando, uno por uno, paciente y certeramente, los jalones del papado omnipotente y solo tenía que esperar una circunstancia más favorable para afirmarse y definirse sin ambages. Esta circunstancia propicia tardó algunos siglos en llegar, como muchos siglos había durado la evolución y el desarrollo de la idea papista, pero finalmente se presenta en el siglo XIX. Es entonces cuando el concepto de un papa omnipotente, jefe absoluto de la Iglesia en todos los órdenes, alcanza su culminación y es coronada con la promulgación de la infalibilidad pontificia. Hildebrando (Gregorio VII) Inocencio III y el autor de las falsas Decretales hubieran deseado ver este día.
CONTINUARÁ
SIGAMOS
REPITO
[*]ANTECEDENTES INMEDIATOS[*]1) El dogma de la Inmaculada Concepción de María. 2) La carrera de homenajes al papa. 2) las ecíclicas "Cuanta Cura" y el "Syllabus"
[*]LOS METODOS DEL CONCILIO[*]1) preparativos. 2) Procedimientos, 3)
ANTECEDENTES GENERALES
A pesar del control que Roma ejerció sobre el concilio de Trento, y del hecho incuestionable de que logró convertirse en el centro de la cristiandad occidental no reformada, no se atrevió, sin embargo, entonces, a formular con precisión la suprema potestad de magisterio que se atribuía. En el siglo XVI, los tiempos no eran todavía propicios para ello pese a que se inaugura entonces la era dogmática del "nuevo catolicismo", como vimos en el anterior estudio sobre Trento. Nos hallamos ante una de las muchas paradojas de la historia. En Trento una mayoría de prelados franceses, españoles y alemanes estaba siempre presta a unirse para oponerse a cualquier intento de esta clase. No obstante, nada como los trabajos y votos conciliares de este padres precipitó más la hegemonía romana y papal que, si bien en la esfera de gobierno y jurisdicción eclesiástica era ya una realidad, en lo que se refiere al magisterio dogmático no había sido fijada. Eso se debió a que el peso de la tradición antigua se dejaba sentir todavía en Occidente, gracias a la presencia de las doctrinas conciliaristas. Los papas del concilio tridentino, bien sea por prudencia o bien sea por miedo, no pudieron acabar con los restos, aun influyentes en el siglo XVI, de aquella tradición eclesiástica que consideraba las asambleas conciliares superiores al papa. La tradición pontificia, mas tardía que aquella, no se sintió con fuerzas para arremeter en contra de la antigua idea conciliar. Pero, repito, el concilio de la contrarreforma contribuyó más que ningún otro a la configuración del "nuevo catolicismo", el papal y romano y de aquí que se convirtiera rn factor decisivo dentro de los planes de la hegemonía prontificia.
Roma fue colocando, uno por uno, paciente y certeramente, los jalones del papado omnipotente y solo tenía que esperar una circunstancia más favorable para afirmarse y definirse sin ambages. Esta circunstancia propicia tardó algunos siglos en llegar, como muchos siglos había durado la evolución y el desarrollo de la idea papista, pero finalmente se presenta en el siglo XIX. Es entonces cuando el concepto de un papa omnipotente, jefe absoluto de la Iglesia en todos los órdenes, alcanza su culminación y es coronada con la promulgación de la infalibilidad pontificia. Hildebrando (Gregorio VII) Inocencio III y el autor de las falsas Decretales hubieran deseado ver este día.
CONTINUARÁ