Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
Sigamos
Guillermo de Occam (1300-1349)
Aunque ya trate sobre este personaje de un manera general, ahora lo hare mediante el aspecto que estamos tratando.
Filósofo y teólogo inglés mantuvo en su obra
"De Imperatorum et Pontificum potestate" las mismas líneas generales de Marsillo de Padua. Occam se atrevió a decir que el Papado no era una forma de gobierno necesaria para la Iglesia. Afirmó que las Escrituras no enseñan que Cristo nombrase a Pedro príncipe de los apóstoles. Para Occam solo la Biblia es infalible. Los papas, los cardenales y hasta los concilios ecuménicos pueden errar; solo la Escritura debe ser tenida en cuenta. En 1323 fue encarcelado en Aviñon, de donde logró escapar cinco años despues huyendo a Italia y refugiándose finalmente bajo la protección de Luis de Baviera. Fué en muchos aspectos, al igual que Marsilio de Padua, un precursor de la Reforma del siglo XVI. Lutero se refería a él como "mi querido maestro y se tenía por discípulo suyo"
(David S., Chaff. History of the Church. vol II. p. 193)
Como acertadamente señala Döllinger, no hallamos ni un solo testimonio alegando que el juicio condenatorio de las prácticas del papado, unánime tanto entre los más moderados como entre los más extremistas, sean calumnia. Nadie niega los cargos que contra los papas del siglo XIII y XIV formulan sus contemporáneos. Los defensores del sistema papal se limitaban a la cuestión de la legitimidad del derecho que creian divino. Insistían en que los Papas pofían hacer lo que les viniera en gana, no pudiendo ser juzgados por nadie. En eso seguian al
Dictatus Papae de Gregorio XII en el dict. 19 "El papa no puede ser juzgado por nadie". Osea, el que comete el delito es el mismo que promulga una ley que le exime de su responsabilidad. Pues menudo Vicario esta hecho el sujeto. Y a eso le añadian que "había que soportar su yugo paciente y humildemente" Recordemos las palabra de Jesús a sus discípulos:
Mat. 11:29-30
29.- Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
30.- porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Lo insólito es que estos defensores de semejante incongrunecia se condolían del estado de la iglesia y del yugo que les imponian los papas.
La condena de lo que el Papado en y con la Cristiandad era unánime. En este sentido hallamos las mismas quejas en Alvaro Pelayo, defensor del sistema papal, que en Guillermo de Occam, precursor de la Reforma Protestante.
Todo esto es señal inequívoca de que el sombrío cuadro moral y espiritual que de la vida eclesiástica nos ofrece la Historia correspondiente a la más absoluta veracidad.
El papado volvía al estado en que se había hallado en el siglo X. El gran Cisma de Occidente iba a ser el clímax de este estado de cosas.
Pero lo que resulta inexplicable es la actitud de los católicos. La gran mayoria lo ignoran. Una minoria pretenden decir que, a pesar de esto, el papado no cayó en la herejía y mediante estos hechos mostraba su validez cristiana.
Y. finalmente, los que aun sabiéndolo, permanecen bajo su dominio.
Salid de ella pueblo mio.
Este fue el consejo del Ängel que reveló el Apocalipsis.
Continuarà