Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.
Sigamos
Con la paliza que dice Toni
¿¡Consiguió Víctor la uniformidad que deseaba? ¿La imitaron las demás Iglesias en su amenaza de excomulgar a las cristiandades del Asia Menor? En absoluto. Víctor se atrajo, realmente, las censuras y recriminaciones de los obispos más prudentes y santos de aquel tiempo. Al parecer,
todos estos prelados desconocían cualquier autoridad suprema del Obispo de Roma, y pasaron a
"estrechar acerbamente a Víctor" como dice Eusebio. Otro historiador, Sócrates, dice que Ireneo
"atacó noblemente" a Víctor.
"reprochándole su calenturienta decisión". Para este historiador, Víctor exhibió una
"cólera desmesurada" (Sócrates
Historia Eclesiástica vol. V. p. 32 -Ed. Inglesa-) Jerónimo se refiere a la conducta de Polícrates con elogio. Nos cuenta como éste
"escribió en contra de Víctor, obispo de Roma, una carta sinodal" Y en ella discierne "la autoridad y la habilidad" del obispo de Efeso.
(
De Viris Illustribus. P. L. 23:695)
Desde el punto de vista del Concilio Vaticano I, la carta sinodal de Polícrates fue un impío acto de rebelión y todos los obispos del Asia Menor, al dar su anuencia a la misma, se hicieron partícipes de la culpa de su metropolitano.
¿Y no ocurre lo mismo con Ireneo, Eusebio, Sócrates y Jerónimo?
Si Ireneo y Jerónimo contradicen poniendo en entredicho la autoridad de Víctor, también lo hacen con la del Vaticano I, con Pío IX y sus sucesores.
Cierto es que la cuestión no era para tanto, puesto que un mero problema de fechas mas parecía una preocupación pagana que cristiana (Gal. 4:8-11)
8.- Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;
9.- mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
10.- Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.
11.- Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.
Toda aquella controversia no deja de indicar que ya habían introducido elementos ajenos a la pureza del Evangelio en la cristiandad. Pero aún hay otra posibilidad. La diferencia; ¿no era, en realidad una manifestación antijudía? Olvidarse de las raíces le cuesta la vida al árbol o, como mínimo malmete su fruto.
Pero lo que realmente nos interesa, como cristianos, es que la enseñanza que se desprende de este episodio que tanto agitó a los concilios antenicenos, y que no iba a ser resuelto por ningún obispo romano sino por el concilio ecuménco de Nicea, (según reconoce el mismo Denzinger en su "
El Magisterio de la Iglesia") es que la Iglesia del Siglo II desconocía por completo lo que el Concilio Vaticano I decretó como basado en la tradición recibida desde el principio.