Re: El 7mo mes del 8vo año de Artajerjes
Bvicente lei tu comentario sobre daniel 11, lo he analizado a luz del concimiento biblico que el buen me ha permitido, lo he cotejado con documentos historicos, por que como tu dices daniel 11 son suceos historicos.
Comenzemos:
Coincido contigo en los hechos historicos que respaldan las profecias de Daniel 11: 1 al 15.
A partir del versiculo 16 comezamos a difrerir; tu señalas que del 15 al 17 no hay cambios, como das detalles historicos mas que de aplicarlo a Antioco el III El Grande, me ajusto a comentarte que la aplicación historica para la pofecia especificamente vers. 16 y 17 para mi es de la siguiente manera, recalco, mi respuesta es apegada a hechos historicos tal como fue la tuya:
VERS. 16: Y el que vendrá contra él, hará a su voluntad, ni habrá quien se le pueda parar delante; y estará en la tierra deseable, la cual será consumida en su poder.
Roma conquista a Siria y Palestina.--Aunque Egipto no había podido subsistir delante de Antíoco Magno, el rey del norte, Antíoco Asiático no pudo subsistir delante de los romanos, que vinieron contra él. No había reinos que pudiesen resistir a la potencia naciente. Siria fue conquistada y añadida al Imperio Romano cuando Pompeyo, en 65 ant. de J.C., privó a Antíoco Asiático de sus posesiones y redujo a Siria a la condición de provincia romana.
La misma potencia se había de destacar también en la Tierra Santa y consumirla. Los romanos se relacionaron con el pueblo de Dios, los judíos, por alianza en 161 ant. de J- C. Desde entonces Roma ocupó un lugar eminente en el calendario profético. Pero no adquirió, sin embargo, jurisdicción sobre Judea por conquista efectiva hasta el año 63 ant. de J.C.
Al regresar Pompeyo de su expedición contra Mitridates Eupátor, rey del Ponto, dos competidores, hijos del sumo pontífice de los judíos en Palestina, Hircano y Aristóbulo, se hallaban luchando por la corona de Judea. Su causa fué presentada a Pompeyo, quien no tardó en percibir la injusticia de las pre-
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tensiones de Aristóbulo, pero deseó diferir la decisión del asunto hasta después de realizar la expedición que desde hacía mucho quería conducir al interior de Arabia. Prometió entonces volver y arreglar los asuntos de la manera más justa y propia. Aristóbulo, penetrando los verdaderos sentimientos de Pompeyo, se apresuró a regresar a Judea, armó a sus súbditos y se preparó para defenderse vigorosamente, resuelto a conservar a toda costa la corona que, según preveía, iba a ser adjudicada a otro. Después de su campaña de Arabia contra el rey Aretas, Pompeyo supo de aquellos preparativos bélicos y marchó contra Judea. Cuando se acercó a Jerusalén, Aristóbulo empezó a arrepentirse de su conducta, salió al encuentro de Pompeyo y procuró arreglar los asuntos mediante la promesa de someterse por completo y dar grandes sumas de dinero. Aceptó Pompeyo este ofrecimiento y envió a Gabinio con un destacamento de soldados para recibir el dinero. Pero cuando aquel lugarteniente llegó a Jerusalén, encontró las puertas cerradas, y se le dijo desde la cima de las murallas que la ciudad no ratificaba el arreglo.
Como no quería ser engañado así impunemente, Pompeyo encadenó a Aristóbulo y marchó inmediatamente contra Jerusalén con todo su ejército. Los partidarios de Aristóbulo querían defender la ciudad; los de Hircano preferían que se abriesen las puertas. Como estos últimos eran mayoría, prevalecieron, y se le dejó entrar libremente a Pompeyo en la ciudad, ante lo cual los adeptos de Aristóbulo se retiraron a la fortaleza del templo, tan resueltos a defender el lugar que Pompeyo se vió obligado a sitiarlo. Al cabo de tres meses se logró hacer en la muralla una brecha suficiente para dar el asalto, y el lugar fue tomado a punta de espada. En la terrible matanza que siguió, perecieron 12.000 personas. Era un espectáculo conmovedor, observa el historiador, ver a los sacerdotes, que en el momento se dedicaban al servicio divino, proseguir su obra acostumbrada con mano serena y propósito firme, aparentemente inconscientes del tumulto salvaje, hasta que su propia sangre se mezclaba con la de los sacrificios que ofrecían.
Después de acabar la guerra, Pompeyo demolió las murallas
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de Jerusalén, transfirió varias ciudades de la jurisdicción de Judea a la de Siria, e impuso tributo a los judíos. Por primera vez Jerusalén fué puesta por conquista en las manos de Roma, la potencia que había de retener a "la tierra deseable" en su férrea dominación hasta que fuese totalmente consumida.
Concluyo esta es la aplicacion historica, repito puramente historica que considero que es la que encaja con daniel 11 y guarda congruencia con 8: 8 al 12 el cual acertadamente tu enalzas (por que si existe un enlace de hechos historicos de daniel 11 y daniel 8:8 al 12 que bueno que lo veas de esta manera).
VERS. 8: Y engrandecióse en gran manera el macho de cabrío; y estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar subieron otros cuatro maravillosos hacia los cuatro vientos del cielo.
VERS. 9-12: Y del uno de ellos salió un cuerno pequeño, el cual creció mucho al mediodía, y al oriente, y hacia la tierra deseable. Y engrandecióse hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las holló. Aun contra el príncipe de la fortaleza se engrandeció, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra. Y el ejército fuéle entregado a causa de la prevaricación sobre el continuo sacrificio: y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y sucedióle prósperamente.
Cita de Bvicente
El cuerno pequeño:
Como hemos visto, a partir del vers.13 y hasta el final del capítulo 11, el sujeto principal del hilo profético es el Rey del Norte. O sea, de los 45 versículos, 33 son ocupados por este rey de manera destacada. Esto por sí solo demuestra, que el marco final para el surgimiento del cuerno pequeño, es el reino del norte.
Comenzando con el primer rey seleucida: Seleuco I Nicator (312-281 AC), siguiendo con Antíoco III El Grande (223-187 AC), y terminando con Seleuco IV Filopator (187-175), hemos visto en detalle, un asombroso cumplimiento profético hasta el verso 20.
Encontramos entonces en el 21-45, al último rey del norte mencionado en la profecía: Antíoco IV Epífanes (175-164), el que debe corresponder al “cuerno pequeño” de Daniel 8, lógicamente.
Antioco IV Epifanes no puede ser el cuerno pequeño, antioco epifanes fue uno de los reyes del norte o sea forma parte de uno de los cuatro cuernos, y por lo tanto profericamente no puede ser el cuerno pequeño, es en este detalle donde tu trazo no guarda con daniel 8:8 al 12.
siguiendo con Daniel 11, versiculo 17 nos presenta los
hechos historicos,
repito historcos que presentan a roma como el poder dominante de ese tiempo.
VERS. 17: Pondrá luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquel cosas rectas, y darále una hija de mujeres para trastornarla: mas no estará ni será por él.
Tomás Newton nos proporciona otra traducción de este versículo, que parece expresar más claramente el sentido: "Asentará también su rostro para entrar por la fuerza en todo el reino."[7]
Roma invade el reino del sur.--El vers. 16 nos llevó hasta la conquista de Siria y Judea por los romanos. Roma había conquistado anteriormente a Macedonia y Tracia. Egipto era ya lo único que quedaba de "todo el reino" de Alejandro que no hubiese sido reducido a sujeción del poder romano. Roma se decidió entonces a entrar por fuerza en la tierra de Egipto.
Tolomeo Auletes murió en 51 ant. de J.C. Dejó la corona y el reino de Egipto a la mayor de sus hijas sobrevivientes, Cleopatra y a su hijo mayor, Tolomeo XII, niño de nueve o diez años. Ordenaba en su testamento que debían casarse y reinar conjuntamente. Como eran jóvenes, fueron puestos bajo la custodia de los romanos. El pueblo romano aceptó el cargo, y designó a Pompeyo guardián de los tiernos herederos de Egipto.
Pronto estalló, entre Pompeyo y Julio César, una disputa que culminó en la famosa batalla de Farsalia. Pompeyo, derrotado, huyó a Egipto. César le siguió inmediatamente allí; pero antes de su llegada Pompeyo fue vilmente asesinado a instigación de Tolomeo. César asumió entonces la custodia de Tolomeo y Cleopatra. Halló a Egipto conmovido por disturbios internos, pues Tolomeo y Cleopatra se habían vueltos hostiles el uno hacia el otro, puesto que ella había quedado privada de su participación en el gobierno.
Como las dificultades aumentaban diariamente, César en-
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contró insuficiente su pequeña fuerza para mantener su posición, y no pudiendo abandonar Egipto porque el viento norte prevalecía durante la estación, mandó venir de Asia todas las tropas que tenía en aquella región.
Julio César decretó que Tolomeo y Cleopatra licenciasen sus ejércitos, compareciesen delante de él para arreglar sus diferencias, y acatasen su decisión. Puesto que Egipto era un reino independiente, este decreto fue considerado como una afrenta a la dignidad real, y los egipcios enfurecidos tomaron las armas. César contestó que obraba autorizado por el testamento del padre de los príncipes, Tolomeo Auletes, quien había confiado a sus hijos a la custodia del senado y el pueblo de Roma.
El asunto fue llevado finalmente ante él, y se nombraron abogados para defender la causa de las partes respectivas. Conociendo Cleopatra la debilidad del gran general romano, decidió comparecer ante él en persona. Para llegar a su presencia sin ser vista, recurrió a la siguiente estratagema: Se acostó en una alfombra dentro de la cual la envolvió su criado siciliano Apolodoro, y después de atar el fardo con una correa, lo alzó a sus hombros hercúleos y se dirigió al alojamiento de César. Al aseverar que traía un presente para el general romano, fue admitido a la presencia de César y depositó su carga a sus pies. Cuando César desató este bulto animado, la hermosa Cleopatra se puso de pie delante de él.
Acerca de este incidente dice F. E. Adcock: "Cleopatra tenía derecho a ser oída si César iba a ser el juez, y se las arregló para llegar a la ciudad y hallar a un barquero que la llevase a él. Vino, vió y venció. A las dificultades militares que había para retirarse ante el ejército egipcio, se añadió el hecho de que César ya no quería irse. Tenía más de cincuenta años, pero conservaba una imperiosa susceptibilidad que evocaba la admiración de sus soldados. Cleopatra tenía veintidós años, era tan ambiciosa y de tan elevado temple como César mismo, y resultó ser una mujer a la cual podía comprender y admirar tanto como amarla."[8]
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César decretó finalmente que el hermano y la hermana ocupasen conjuntamente el trono, de acuerdo con la voluntad de su padre. Pótimo, primer ministro del Estado, que había sido el principal responsable de que Cleopatra fuese expulsada del trono, temió su restauración. Empezó, por lo tanto, a despertar celos y hostilidad contra César, insinuando entre el populacho que se proponía dar eventualmente todo el poder a Cleopatra. No tardó en estallar una sedición. Los egipcios intentaron destruir la flota romana. César contestó quemando la de ellos. Como algunos de los barcos incendiados fueron empujados contra el muelle, se incendiaron varios edificios de la ciudad, y quedó destruida la famosa biblioteca de Alejandría, que contenía casi 400.000 tomos. Antípater el Idumeo se le unió con 3.000 judíos. Estos, que ocupaban los pasos fronterizos que daban entrada a Egipto, dejaron pasar al ejército romano sin interceptarlo. La llegada de este ejército de judíos bajo Antípater ayudó a decidir la contienda.
Cerca del Nilo, se peleó una batalla decisiva entre las flotas de Egipto y de Roma, y resultó en una victoria completa para César. Tolomeo, intentando escapar, se ahogó en el río. Alejandría y todo Egipto se sometieron al vencedor. Roma había entrado ahora en todo el reino original de Alejandro y lo había absorbido.
La referencia que en algunas versiones se hace aquí a los "justos," tendrá indudablemente por objeto a los judíos que dieron a Julio César la ayuda ya mencionada. Sin ella, habría fracasado; gracias a ella, subyugó completamente a Egipto en el año 47 ant. de J.C.
"Una hija de mujeres para trastornarla" fue Cleopatra, que había sido la querida de César y le había dado un hijo. El hechizo de la reina le hizo quedar en Egipto mucho más tiempo de lo que requerían sus asuntos. Pasaba noches enteras en banquetes y fiestas con la reina disoluta. "Mas no estará ni será por él," había dicho el profeta. Más tarde Cleopatra se unió a Antonio, el enemigo de Augusto César, y ejerció todo su poder contra Roma.
VERS. 18: Volverá después su rostro a las islas, y tomará muchas; mas un príncipe le hará parar su afrenta, y aun tornará sobre él su oprobio.
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La guerra que hubo de sostener en Siria y Asia Menor contra Fárnaces, rey del Bósforo Cimerio, apartó a Julio César de Egipto. "Al llegar adonde estaban los enemigos--dice Prideaux--sin darles descanso a ellos ni a sí mismo, cayó inmediatamente sobre ellos, y obtuvo una victoria absoluta, de la que dió cuenta escribiendo a un amigo suyo estas tres palabras: Veni, vidi, vici! (Vine, ví, vencí.)"[9] La última parte del versículo se halla envuelta en cierta obscuridad, y hay divergencia de opinión acerca de su aplicación. Algunos la aplican a un momento anterior de la vida de César, y creen ver su cumplimiento en su disputa con Pompeyo. Pero otros acontecimientos anteriores y subsiguientes en la profecía nos obligan a buscar el cumplimiento de esta parte de la predicción entre la victoria de César sobre Fárnaces y la muerte de César en Roma, que se presenta en el versículo siguiente.
VERS. 19: Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra: mas tropezará y caerá, y no parecerá más.
Después de su conquista del Asia Menor, César derrotó los últimos fragmentos del partido de Pompeyo, bajo Catón y Escipión en Africa, y bajo Labieno y Varo en España. Regresando a Roma, "las fortalezas de su tierra," fue hecho dictador vitalicio. Se le concedieron otros poderes y honores que le hicieron de hecho soberano absoluto del imperio. Pero el profeta había dicho que tropezaría y caería. El lenguaje empleado implica que su caída sería repentina e inesperada, como la de una persona que tropezara accidentalmente mientras anda. Asimismo ese hombre, de quien se dice que había peleado y ganado cincuenta batallas y tomado mil ciudades, cayó, no en el fragor de la batalla, sino cuando pensaba que su senda era llana y lejano el peligro.
"La víspera de los idus, César cenó con Lépido, y mientras los huéspedes estaban sentados ante el vino alguien preguntó: '¿De qué muerte es mejor morir?' César que estaba ocupado firmando cartas dijo: 'De una repentina.' A las doce del día siguiente, a
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pesar de los sueños y presagios, se sentó en su silla en el Senado, rodeado de hombres a quienes había atendido, ascendido o salvado. Allí fue herido, y lucho hasta caer muerto al pie de la estatua de Pompeyo."[10] Así tropezó de repente, cayó, y no pareció más, en 44 ant. de J.C.
VERS. 20: Entonces sucederá en su silla uno que hará pasar exactor por la gloria del reino; mas en pocos días será quebrantado, no en enojo, ni en batalla.
Aparece Augusto el exactor.--Octavio sucedió a su tío Julio que le había adoptado. Anunció públicamente esta adopción de su tío, y tomó su nombre. Se unió a Marco Antonio y Lépido para vengar la muerte de Julio César. Los tres organizaron una forma de gobierno que se ha llamado triunvirato. Cuando Octavio hubo quedado firmemente establecido en el gobierno, el senado le confirió el título de "Augusto," y habiendo muerto ya los otros miembros del triunvirato, quedó como soberano supremo.
Fue de veras un exactor. Lucas, hablando de lo que aconteció en el tiempo en que nació Cristo dice: "Y aconteció en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada," evidentemente para el cobro de los impuestos, como lo indican ciertas versiones. (Lucas 2:1.) Durante el reinado de Augusto, "se impusieron nuevas contribuciones; una cuarta parte de la renta anual de todos los ciudadanos y un tributo capital de un octavo a todos los libertos."[11]
Estuvo en "la gloria del reino." Roma llegó al pináculo de su grandeza y poder durante la era de Augusto. Nunca conoció el imperio una hora más esplendorosa. Reinaba la paz, se mantenía la justicia, se refrenaba el lujo, se confirmaba la disciplina y se estimulaba el saber. Durante su reinado, el templo de Jano se cerró tres veces, lo cual significaba que el mundo estaba en paz. Desde la fundación del Imperio Romano ese templo se había cerrado sólo dos veces antes. En ese momento auspicioso nació nuestro Señor en Belén de Judea. Algo menos de 18 años después
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del empadronamiento mencionado, es decir "pocos días" para la distancia desde la cual miraba el profeta, murió Augusto en el año 14 de nuestra era, a los 76 años de edad. No acabó su vida presa de la ira o en medio de una batalla, sino pacíficamente en su cama, en Nola, adonde había ido en busca de descanso y salud.
VERS. 21: Y sucederá en su lugar un vil, al cual no darán la honra del reino: vendrá empero con paz, y tomará el reino con halagos.
Tiberio corta al Príncipe del pacto.--Tiberio César sucedió a Augusto en el trono romano. Fue elevado al consulado a la edad de 29 años. La historia nos dice que cuando Augusto estaba por designar a su sucesor, su esposa Livia le rogó que nombrase a Tiberio, que era hijo suyo por un matrimonio anterior. Pero el emperador dijo: "Tu hijo es demasiado vil para llevar la púrpura de Roma." Prefirió a Agripa, ciudadano romano virtuoso y muy respetado. Pero la profecía había previsto que "un vil" iba a suceder a Augusto. Agripa murió, y Augusto se vió nuevamente en la necesidad de elegir un sucesor. Livia renovó sus intercesiones en favor de Tiberio, y Augusto, debilitado por la edad y la enfermedad, se dejó halagar y consintió finalmente en nombrar a aquel joven "vil" como su colega y sucesor. Pero nunca le concedieron los ciudadanos el amor, el respeto y "la gloria del reino" que se deben a un soberano íntegro y fiel.
¡Cuán claramente cumple esto la predicción de que no le darían la gloria del reino! Pero había de entrar pacíficamente, y obtener el reino por halagos. Veamos cómo se cumplió esto:
"Durante el resto de la vida de Augusto, se condujo [Tiberio] con gran prudencia y habilidad, y concluyó una guerra con los germanos de tal manera que mereció un triunfo. Después de la derrota de Varo y sus legiones, se le envió a detener el progreso de los germanos victoriosos, y actuó en esa guerra con ecuanimidad y prudencia. A la muerte de Augusto, le sucedió (14 de J.C.) sin oposición en la soberanía del imperio, que simuló rechazar, sin embargo, con su disimulo característico, hasta que el servil senado le solicitó repetidas veces que la aceptase."[12]
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El disimulo de su parte, los halagos de parte del senado servil, y la posesión del reino sin oposición fueron las circunstancias que acompañaron su accesión al trono y cumplieron la profecía.
El personaje presentado en el pasaje es llamado "un vil." ¿Fue éste el carácter que manifestó Tiberio? Dejemos que conteste otro párrafo de la Encyclopoedia Americana:
"Tácito relata los acontecimientos de su reinado, inclusive la muerte sospechosa de Germánico, la detestable administración de Seyano, el envenenamiento de Druso, con toda la extraordinaria mixtura de tiranía con la sabiduría y el buen sentido que ocasionalmente distinguieron la conducta de Tiberio, hasta su infame y disoluto retiro (26 de J.C.) a la isla de Capri, en la bahía de Napóles, para nunca volver a Roma. . . . El resto del reinado de ese tirano no ofrece casi otra cosa que una nauseabunda narración de muestras de servilismo por un lado y despótica ferocidad por el otro. Que él mismo sufrió tanta desgracia como infligió a otros, se desprende del siguiente comienzo de una de sus cartas al senado: '¡Que los dioses y las diosas me aflijan más de lo que me afligen, si puedo decir qué os escribiré a vosotros, padres conscriptos, o no os escribiré, o para qué os habría de escribir siquiera!' ¡Qué tortura mental-observa Tácito con referencia a este pasaje - fue la que pudo arrancar semejante confesión!"[13]
Si la tiranía, la hipocresía, la crápula y la embriaguez ininterrumpida son rasgos y prácticas que revelan vileza en un hombre, Tiberio manifestó ese carácter a la perfección.
VERS. 22: Y con los brazos de inundación serán inundados delante de él, y serán quebrantados; y aun también el príncipe del pacto.
Tomás Newton presenta la siguiente traducción de este pasaje como más fiel al original: "Y los brazos del que inunda serán superados delante de él, y serán quebrados."[14] Esto significa revolución y violencia; y como cumplimiento hemos de ver superados los brazos de Tiberio el que inunda, o en otras palabras, verle sufrir una muerte repentina. Para demostrar cómo sucedió
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esto, vamos a citar nuevamente la Encyclopoedia Americana:
"Actuando como hipócrita hasta el fin, disfrazó cuanto pudo su creciente debilidad, llegando hasta simular que participaba en los deportes y ejercicios de los soldados de su guardia. Al fin, abandonando su isla favorita, escenario de la más repugnante crápula, se detuvo en una casa de campo cerca del promontorio de Miceno, donde, el 16 de marzo del año 37, cayó en un letargo que le daba aspecto de muerto. Calígula se estaba preparando con numerosa escolta para tomar posesión del imperio, cuando su repentino despertar los dejó a todos consternados. En ese instante crítico, Macro, el prefecto del pretorio, lo hizo sofocar con almohadas. Así expiró universalmente execrado, el emperador Tiberio, a los 68 años de edad, en el año 33 de su reinado."[15]
Después de llevarnos hasta la muerte de Tiberio, el profeta menciona un acontecimiento que iba a producirse durante su reinado y que resulta tan importante que no debe pasarse por alto. Es el quebrantamiento del "Príncipe del pacto," o sea la muerte de nuestro Señor Jesucristo, "el Mesías príncipe," que durante una semana había de confirmar el pacto con su pueblo. (Daniel 9:25-27.)
Según la Escritura, la muerte de Cristo acaeció durante el reinado de Tiberio. Lucas nos explica que en el año quince del reinado de Tiberio César, Juan Bautista inició su ministerio. (Lucas 3:1-3.) Según Prideaux,[16] el Dr. Hales[17] y otros, el reinado de Tiberio debe contarse desde su elevación al trono para reinar conjuntamente con Augusto, su padrastro, en agosto del año 12 de J.C. Su decimoquinto año se extendería, por lo tanto, desde agosto de 26 a agosto del 27. Cristo tenía seis meses menos que Juan, y se cree que inició su ministerio seis meses más tarde, puesto que ambos, de acuerdo con la ley del sacerdocio, empezaron su obra cuando tenían treinta años. Si Juan comenzó su ministerio en la primavera, durante la última parte del año
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quince de Tiberio, esto haría comenzar el ministerio de Cristo en el otoño de 27. Y éste es precisamente el momento en que los autores más autorizados colocan el bautismo de Cristo, el punto preciso en que terminan los 483 años que desde 457 ant. de J.C. debían extenderse hasta el Mesías Príncipe. Salió Cristo entonces a proclamar que el tiempo se había cumplido. De ese punto avanzamos tres años y medio para hallar la fecha de la crucifixión, pues Cristo asistió a cuatro Pascuas, y fue crucificado en ocasión de la cuarta. Tres años y medio más, a contar desde el otoño de 27, nos llevan a la primavera de 31. La muerte de Tiberio se produjo seis años más tarde, en 37 de J.C. (Véanse los comentarios sobre Daniel 9:25-27.)