¿Hay contradicciones en los Padres d la Iglesia?
Los Padres ded la Iglesia también pensaban que eramos salvos por gracia y no por obras:
Ustedes saben que es por gracia que somos salvos, no por obras, sino por la voluntad de Dios por medio de Jesucristo. Policarpo (135 d.C.)
“Abraham no fue justificado por obras, sino por la fe.” Por eso, aunque hicieran buenas obras ahora, de nada les servirá después de la muerte, si no tienen fe… Una persona que no hace lo que Dios ha ordenado revela que realmente no tiene fe en Dios. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
La gracia de Dios y la fe del hombre rompen con fuerza estas ataduras y nuestros pecados son lavados por el único remedio saludable: el bautismo en Cristo. Clemente de Alejandría (195 d.C.)
"De igual modo nosotros, por Su voluntad llamados en Cristo Jesús, nos justificamos no por nuestros méritos, sabiduría, inteligencia, piedad o cualquier otra obra que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la cual Dios Todopoderoso ha justificado a todos desde el principio" (Clemente a los Corintios 32:4)
¿Cómo pudo un "Papa" salir con una herejía así, que aparece dicha por el "hereje" Lutero en el Siglo XVI?
31-34. ¿Por qué fue bendecido nuestro padre Abraham? ¿No lo fue por haber practicado la justicia y la verdad por medio de la fe? Isaac, conociendo con certeza lo por venir, se dejó llevar de buena gana como víctima de sacrificio. Jacob emigró con humildad de su tierra a causa de su hermano, y marchó a casa de Labán y le sirvió, y le fue concedido el cetro de las doce tribus de Israel... En suma, todos fueron glorificados y engrandecidos, no por méritos propios. ni por sus obras o por la justicia que practicaron, sino por la voluntad de Dios.(Clemente Romano)
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¿Entonces por qué dicen luego que somos salvos por obras, se contradicen?
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Vigilad sobre vuestra vida; no se apeguen vuestras linternas ni se desciñan vuestros lomos, sino estad preparados, porque no sabéis la hora en que va a venir el Señor. Reuníos con frecuencia, inquiriendo lo que conviene a vuestras almas. Porque de nada os servirá todo el tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último momento.
Didaché. 16,1-2 Año 100 DC.
Unámonos, pues, a aquellos a quienes fue dada la gracia de parte de Dios; revistámonos de concordia manteniéndonos en el espíritu de humildad y continencia, justificados por nuestras obras y no por nuestras palabras”.
San Clemente el Romano. Epistola a los Corintios. Año 90 DC.
El árbol se manifiesta por sus frutos. Del mismo modo, los que profesan ser de Cristo, por sus obras se pondrán de manifiesto. Porque no está ahora el negocio en proclamar la fe, sino en mantenerse en la fuerza de ella hasta el fin.
San Ignacio de Antioquia. Epistola a los Efesios. Año 100 DC.
Ahora bien, el que a Él le resucitó de entre los muertos, también nos resucitará a nosotros, con tal que cumplamos su voluntad y caminemos en sus mandamientos y amemos lo que él amó, apartados de toda iniquidad, defraudación, codicia de dinero, maledicencia, falso testimonio.
San Policarpo de Esmirna. Epistola a los Filipenses. Año 150 DC.
Nosotros somos vuestros mejores auxiliares y aliados para el mantenimiento de la paz, pues profesamos doctrinas como la de que no es posible que se le oculte a Dios un malhechor, un avaro, un conspirador, como tampoco un hombre virtuoso, y que cada uno camina, según el mérito de sus acciones, al castigo o a la salvación eterna.
San Justino el Martir. Apologias. Año 150 DC.
Porque El, que nos ha dado la boca para hablar y formó el oído para oír e hizo los ojos para ver, lo examinará todo y juzgará con justicia, dando a cada uno según sus méritos. A los que, conforme a paciencia, buscan la incorrupción por las buenas obras, les hará gracia de la vida eterna, de alegría, paz, descanso y muchedumbre de bienes
San Teofilo de Antioquia. Autólico. Año 180 DC.
Dios, pues, nos ha dado el bien, de lo cual da testimonio el Apóstol en la mencionada epístola, y quienes obran según este don recibirán honor y gloria, porque hicieron el bien cuando estaba en su arbitrio no hacerlo; en cambio quienes no obren bien serán reos del justo juicio de Dios, porque no obraron bien estando en su poder hacerlo.
San Ireneo de Lyon. Contra los herejes. Año 180 DC.
Así que cuando oímos, «Tu fe te ha Salvado», no pensamos que El dice absolutamente que los que han creído serán salvados, a no ser que también trabajen para ello.
San Clemente de Alejandria. Stromata. Año 200 DC.
Él, al administrar el justo juicio del Padre a todos, dará a cada quien lo que es justo de acuerdo a sus obras...la justificación será vista en dar a cada uno lo que es justo; desde aquellos que han hecho bien, tendrán un justo gozo eterno, y los amantes de la iniquidad tendrán un castigo eterno . . Pero los justos recordarán sólo las buenas obras por las cuales alcanzaron al reino de los cielos, en la cual no hay sueño, ni dolor, ni corrupción
San Hipolito el Romano. Comentarios sobre proverbios. Año 200 DC.
En segundo lugar, los creyentes serán instruidos para no pensar que es suficiente solamente creer; ellos deben darse cuenta que el justo juicio de Dios recompensará a cada uno según sus obras.
Origenes de Alejandria. Comentario sobre Romanos. Año 220 DC.
Existe la necesidad de justicia, que uno puede bien merecer de Dios el juez; debemos obedecer sus preceptos y advertencias, para que nuestros méritos puedan recibir su recompensa
San Cipriano de Cartago. Sobre la unidad de la Iglesia. Año 250 DC.
Para esto no es productivo de la virtud, ni es ninguna muestra de bondad. Para ninguno de nosotros se juzga por lo que no sabe, y nadie es llamado santo por su aprendizaje y conocimiento, sino que cada uno será llamado a juicio en esos puntos - si han mantenido la fe y realmente observado los mandamientos.
San Atanasio. Vida de san Antonio. Año 330 DC.
Eres hecho partícipe de una vid santa: si permaneces en la vid, crecerás como un sarmiento fructífero; pero si no permaneces, serás consumido por el fuego. Así pues, produzcamos fruto dignamente. Que no nos suceda lo mismo que a aquella vid infructuosa, no sea que, al venir Jesús, la maldiga por su esterilidad. Que todos puedan, en cambio, pronunciar estas palabras. «Pero yo, como verde olivo en la casa de Dios, confió en el amor de Dios para siempre jamás». No se trata de un olivo sensible, sino inteligible, portador de la luz. Lo propio de él es plantar y regar; pero a ti te corresponde aportar el fruto. Por ello, no desprecies la gracia de Dios: guárdala piadosamente cuando la recibas
San Cirilo de Jerusalem. Catequesis. Año 430 DC.
Dios es el Creador del universo, y el justo juez que recompensa todas las acciones de la vida de acuerdo a sus méritos.
San Basilio el Magno. Homilía I. Año 380
La fe sin las obras de justicia no son suficientes para la salvación, ni tampoco sin embargo, es justo vivir seguro en si mismo para la salvación, si se separa de la fe
San Gregorio de Nissa. Homilías sobre el Eclesiastés. Año 380 DC.
Aunque el hombre crea debidamente en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, sino lleva una vida recta su fe no le valdrá nada para su salvación.
San Juan Crisostomo. Homilía sobre el evangelio de Juan. Año 390 DC.
Los méritos de cada uno de nosotros serán colocados en una balanza, en la cual un poco de peso, ya sea de buenas obras o de mala conducta la balancearán a su destino, si el mal prevalece, ¡hay de mi! si lo hace bien, se recibe el indulto. Ningún hombre está libre del pecado, pero donde el bien prevalece, el mal se aleja, se eclipsa, y cubre. Por tanto, en el día del juicio nuestras obras nos socorrerán o nos hundirán a la profundidad con el peso de una piedra de molino.
San Ambrosio de Milan. Epistola II a Constancio, Año 390 DC.
Dios nos creó con libre albedrío, y no somos forzados por la necesidad ni a la virtud ni al vicio. De lo contrario, si no estamos obligados por necesidad, no hay corona. Como en las buenas obras es Dios quien los trae a la perfección, ya que no es de quien quiera, ni de lo que corre, sino de Dios que piadosamente nos ayuda a ser capaces de llegar a la meta
San Jeronimo de Estridon. Contra Joviano. Año 400 DC.
Finalmente tu favorito, san Agustin de Hipona:
Afirmas que en otro de mis libros dije: «Se niega el libre albedrío si se defiende la gracia, y se niega la gracia si se defiende el libre albedrío». Pura calumnia. No dije esto; lo que dije fue que esta cuestión presenta tan enormes dificultades que pudiera parecer que se niega uno si se admite la otra. Y como mis palabras son pocas las voy a repetir para que vean mis lectores cómo amañas mis escritos y con qué mala fe abusas de la ignorancia de los tardos y romos de inteligencia, para hacerles creer que me has respondido porque no sabes callar.
Replica a Juliano IV, Año 400 DC.
No es cierto, como dices “que llamamos pelagianos o celestianos a todo el que reconoce en el hombre el libre albedrío y afirme que Dios es el creador de los niños", sino que damos este nombre a los que no atribuyen la libertad, a la que hemos sido llamados, a la gracia divina; y a los que rehúsan reconocer a Cristo como Salvador de los niños; a los que no admiten en los justos la necesidad de dirigir a Dios petición alguna de la oración dominical. A éstos sí, los llamados pelagianos y celestianos, porque participan de sus criminales errores.
Replica a Juliano III. Año 400 DC.
La fe sin buenas obras no es suficiente para la salvación.
Sobre la gracia y el libre albedrío. Año 426 DC.
Los Padres Apostolicos eran Catolicos, NINGUNO fue Calvinista. Añade lo que has leido de san Agustin con lo que te he traido hoy y encontraras Fe Catolica, quita lo que traje hoy y se mostrara tu necedad y mentira, que solo aceptas de san Agustin (y los otros Santos Padres Apostolicos) lo que te conviene y no te interesa la Verdad.
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Evidentemente no, estos padres de la Iglesia no se contradecían al hablar de la fe, sólament que no creían en la salvación por obras, sino en estas como un producto necesario de la salvación. Si no tienes obras no eres salvo, no porque estas salvan, sino porque estas son fruto de que Dios te salvó. Las obras son la demostración de que ya somos hijos de Dios, salvados y regenerados.
Por lo menos para los padres de la iglesia que creyeran en la Biblia.