Solo hay un Dios y nadie puede ser como Él. No somos dioses y nunca lo seremos. Pero podemos acercarnos a Dios y unirnos a Él con diferentes niveles de magnitud. Podemos tener el título de "Hijos de Dios"; sin tener la presencia directa de Dios (como tiene Jesús). Pero sin olvidar que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios; y que Dios está en todo y todo en Él.
Cristo Jesus ES Dios hecho hombre y miembro de la Trinidad Eterna. Excepto en el instante de la crucifixion donde se sintion alejado del Padre porque sobre el descansaba el pecado de toda la humindad, el SIEMPRE ha sido parte de la Deidad.
TODOS los que son salvos en Cristo tienen el Espiritu de Dios, El Espiritu Santo con nosotros y por ende Dios mora en nuestros corazones. La morada del Espíritu Santo es la acción por la cual Dios se establece permanentemente en el cuerpo de un creyente en Jesucristo. En el Antiguo Testamento, el Espíritu iba y venía de los santos, capacitándolos para el servicio, pero no necesariamente permaneciendo con ellos (ver Jueces 15:14; 1 Crónicas 12:18; Salmo 51:11; Ezequiel 11:5). Jesús reveló a sus discípulos el nuevo papel que el Espíritu de Verdad desempeñaría en sus vidas:
“Él mora con vosotros y estará en vosotros” (Juan 14:17). El apóstol Pablo escribió:
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, y el cual tenéis de Dios? No sois vuestros, sino que habéis sido comprados por precio. Honrad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Corintios 6:19-20).
Estos versículos nos dicen que el creyente en Jesucristo tiene a la tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, viviendo en él. Cuando una persona acepta a Cristo como Salvador personal, el Espíritu Santo le da al creyente la vida de Dios, la vida eterna, que es en realidad Su propia naturaleza (Tito 3:5; 2 Pedro 1:4), y el Espíritu Santo viene a vivir dentro de él espiritualmente. El hecho de que el cuerpo del creyente se asemeje a un templo donde vive el Espíritu Santo nos ayuda a entender de qué se trata la morada del Espíritu Santo en él. La palabra templo se usa para describir el Lugar Santísimo, el santuario interior de la estructura del tabernáculo del Antiguo Testamento. Allí, la presencia de Dios aparecía en una nube y se encontraba con el sumo sacerdote, que venía una vez al año al Lugar Santísimo. En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote traía la sangre de un animal sacrificado y la rociaba sobre el propiciatorio del arca del pacto. En ese día especial, Dios concedía perdón al sacerdote y a Su pueblo.
Hoy en día, no hay templo judío en Jerusalén, y los sacrificios de animales han cesado. El creyente en Cristo se ha convertido en el santuario interior de Dios el Espíritu Santo, ya que el creyente ha sido santificado y perdonado por la sangre de Jesucristo (Efesios 1:7). El creyente en Cristo se convierte en la morada del Espíritu Santo de Dios. De hecho, la Escritura también dice que el creyente es habitado espiritualmente por Cristo (Colosenses 1:27) y por Dios el Padre (1 Juan 4:15) —la Trinidad está involucrada.
Cuando el Espíritu Santo vive en el creyente, produce algunos resultados que cambian la vida:
1) El Espíritu que mora en el creyente viene a un alma muerta en pecado y crea nueva vida (Tito 3:5). Este es el nuevo nacimiento del que habló Jesús en Juan 3:1–8.
2) El Espíritu que mora en el creyente confirma que pertenece al Señor y es heredero de Dios y coheredero con Cristo (Romanos 8:15-17).
3) El Espíritu que mora en el creyente instala al nuevo creyente como miembro de la iglesia universal de Cristo. Este es el bautismo del Espíritu, según 1 Corintios 12:13.
4) El Espíritu que mora en el creyente da dones espirituales (habilidades dadas por Dios para el servicio) para edificar la iglesia y servir al Señor de manera eficaz para Su gloria (1 Corintios 12:11).
5) El Espíritu que mora en el creyente ayuda a entender y aplicar las Escrituras a su vida diaria (1 Corintios 2:12).
6) El Espíritu que mora en el creyente enriquece la vida de oración e intercede por él en oración (Romanos 8:26-27).
7) El Espíritu Santo que mora en el creyente le da poder para vivir para Cristo y hacer Su voluntad (Gálatas 5:16). El Espíritu guía al creyente por senderos de justicia (Romanos 8:14).
8) El Espíritu que mora en el creyente da evidencia de nueva vida al producir el fruto del Espíritu en la vida del creyente (Gálatas 5:22-23).
9) El Espíritu que mora en el creyente se entristece cuando éste peca (Efesios 4:30), y convence al creyente de que confiese su pecado al Señor para que se restablezca la comunión (1 Juan 1:9).
10) El Espíritu que mora en el creyente sella al creyente hasta el día de la redención para que su llegada a la presencia del Señor esté garantizada después de esta vida (Efesios 1:13-14).
Cuando aceptas a Cristo como tu Salvador (Romanos 10:9-13), el Espíritu Santo establece residencia en tu corazón, trayendo consigo una vida completamente nueva de amor, relación y servicio al Señor.
Saludos