Respuesta a Mensaje # 946:
Realmente, no sólo a mí sino a los lectores del epígrafe que nos leen, no pasará desapercibida vuestra actual apatía en la prosecución de nuestro amistoso diálogo.
A Alfageme le escribí mi Mensaje # 901 el 27 de Febrero ¡y mutis!
Juaniyo escribió su último Mensaje # 931hace ya cuatro días y aunque le respondí el mismo día, hasta ahora ¡ni noticias!
Tú escribiste tus Conclusiones en el Mensaje # 922 hace ya una semana, y aunque al otro día ya lo estaba respondiendo con mis impresiones en el Mensaje # 925 recién ahora reaccionas.
Por supuesto que no te haré cargo a ti por ajenas displicencias, pero dado el fraternal apoyo exhibido llama la atención este compartido retraimiento.
Mi experiencia con los TJ en el Foro es que comienzan y prosiguen aportando en cualquier tema en el que decidieron participar, pero no concluyen ninguno pues se van retirando en cuanto ya no tienen qué decir a lo que a los otros todavía les queda por decir.
Además, ¿a qué cambiar nuestro amistoso diálogo por esta nueva forma impersonal que has adoptado con un mensaje general?
No que no tengas derecho a hacer como prefieras ¿pero ganas con ello?
¿Supones que Alfageme, Juaniyo o Mario Vertiz te contesten?
Bueno, seguramente que ni respuesta esperas pues más bien suena a un monótono toque de retirada, ¿pero por qué? ¿Temes acaso que pudiésemos llegar a una confrontación personal? Para ello se necesitan dos, y yo no estoy dispuesto a abandonar los buenos modales y creo que tú tampoco.
Tus presentes reflexiones están redactadas como una magnífica pieza de un catedrático entregada a sus alumnos de la Facultad de Psicología.
Algunos podremos captar su conceptuoso contenido; pero me temo que los más de nuestros lectores habituados a la simplicidad de los diálogos, no bien acaben su lectura se preguntarán: -¿Qué es lo que acabo de leer?
¿Acaso la sapiencia mostrada de tan ilustrada manera puede suplantar la debilidad de argumentos que no resisten a razonables objeciones?
Creo que todos preferirían menos exposición filosófica y más argumentación lógica al cotejar los pasajes bíblicos que fundamentan las distintas posiciones.
Cualquiera también habrá advertido que tenías una magnífica ocasión de asentar vuestra posición en el otro epígrafe que abrí sobre el Abstenerse, pero también apreciarán tu prudencia en no meterte en otro ruedo donde la lidia se te presentaría no menos fiera que en este.
Valoro pues altamente estas últimas reflexiones tuyas, pero lamento que lo entrecortado de nuestro diálogo no nos permita arribar juntos a buen puerto.
Comprendo las dificultades que todos tenemos en cuanto a la distribución de nuestro limitado tiempo, pero parece notorio que también hay otras.
Nuestro diferendo no puede dirimirse simplemente distinguiendo entre “principios prima facie” y los “principios críticos”, aunque todo ello contribuya de algún modo a un mejor entendimiento.
Por ejemplo, ahora dices:
“Nunca siquiera se insinuó algún subterfugio que diera base para creer que, en ciertas circunstancias, Jehová no aplicaría la pena capital al infractor con alguna base argumental que le eximiera de la sentencia que sobre él pesaba”.
Pero en el ya mentado caso del episodio de 1Samuel 14:31-35, habíamos visto que le fue dado aviso al rey Saúl:
“El pueblo está pecando contra el Eterno, porque come carne con sangre”.
Si bien el rey buscó y encontró la manera de solucionar el problema para que no siguieran haciendo así, no dispuso la pena capital para los que ya habían comido carne con su sangre. El sacerdote (v.36) nada le reprochó a Saúl por esto, ni tampoco lo hizo luego Samuel (15:1), ni la Escritura dice en parte alguna que se omitió cumplir con el mandato de ser eliminado quien comiera sangre (Lv 17:14).
Por supuesto que esto no fue un subterfugio, pero presenta un caso de incumplimiento al mandato sin censura alguna de rey, sacerdote, profeta o el menor comentario del cronista cuestionando la omisión de un castigo que hubiera sido ejemplificante.
A esto, debe unirse el que no haya constancia alguna que algún israelita hubiese sido ajusticiado por comer sangre, como sí lo hay –por ejemplo-, por quebrantar el sábado (Nm 15:32-36).
Aunque otras cosas que dices podrían cuestionarse, apenas me remití a una para no distraerme fuera de la propuesta del epígrafe.
Recibe mis respetuosos y amigables saludos