Apreciado Melviton
Apreciado Melviton
Respuesta a Mensaje # 960:
e) – Creo que ni tú mismo podrías estar de acuerdo con lo que escribes. Es posible que pienses bien pero en tal caso lo expresas mal. Cuando un hombre no sigue pecando más quebrantando algún mandamiento, es porque se ha arrepentido, confesado y suplicado a Dios el perdón. En el episodio que nos ocupa, los que traen sus bueyes para ser sacrificados sobre la gran piedra que al efecto dispuso Saúl, son los que todavía no habían comido las carnes ni siquiera muertos sus animales que tomaron del botín. Pero los que sí lo habían hecho hasta saciarse, ahora estaban durmiendo profundamente haciendo su digestión de estómago lleno y corazón contento. Es posible que a la mañana siguiente, al despertarse, se arrepintieran de lo que hicieron, pero no hay registro bíblico de tal cosa. Creo que tendrás que convenir que el simple cambio de actitud frente al mismo pecado, no elimina los anteriormente cometidos si no hubo pesar, arrepentimiento y confesión a Dios por ello. O sea, la mera no reincidencia no borra los mismos pecados anteriores.
Seguramente que no fue en el fragor del combate sino antes del mismo que Saúl juramentó al pueblo, pues si fuera como dices muy pocos le hubieran escuchado.
Tienes razón en cuanto a que cuando los dirigentes fracasan, muchas veces el Eterno permite que sea el pueblo quien asuma la responsabilidad en una situación crítica. Si fuera por el rey y su cuerpo gobernante o ministros asesores, Jonatán no contaba el cuento.
No es que luego yo te pase a dar mi adhesión a tus palabras, sino que gratuitamente me atribuiste una idea que no era mía, seguramente que para por lo menos tener algo a la vista que me pudieras censurar.
¿Cuál es la anécdota del libro de los Jueces a la que aludes?
Para interpretar bien lo que un forista escribe debemos hacer lo mismo que cuando leemos la Biblia: simplemente ir entendiendo lo que ella va diciendo sin preocuparnos en irle haciendo decir lo que queremos que diga.
Creo que lo que te pasa conmigo es lo mismo que te ocurre con la Biblia: sea con mi mensaje o con el texto bíblico, ambos desentonan con tu preconcepto respecto a todo lo teológico y doctrinal, así que no te queda otra que hacer una lectura que acredite tu posición y cuestione la contraria.
Yo nunca me quejo de no haberte entendido, pues aprendí a calzarme tus zapatos. Tú, en cambio, frecuentemente tienes que excusar el haber opinado impropiamente a mi forma confusa o ambigua de escribir.
Si hiciéramos una encuesta entre nuestros lectores ya veríamos con cuál de los dos tienen más dificultades para entendernos.
Me esmero en escribir de la forma más castiza posible atendiendo a la diversidad de foristas de nuestra extendida hispanidad, y no recuerdo que se me reclame por redactar de un modo que no se me entienda bien. Es por eso que digo que no requiero de traducción ni de revisión a lo que expreso. Si no soy claro y preciso, dispuesto estoy a dar las explicaciones del caso.
Si hasta el momento no he conseguido demostrar la legitimidad de las transfusiones de sangre, tanto puede estar en mí la culpa por incompetente para ello, como en el lector que no podría admitirlo pues se le caería la estantería viniéndosele el mundo abajo.
Al revés de lo que dices, lo que nunca siquiera amagué a probar es que la Biblia no habla de “transfusiones sanguíneas”, pues tales perogrulladas no están en mi repertorio.
f) Aquella frase mía: “No es negocio para Dios que un hombre se le anticipe al sueño eterno cuando muy bien podría seguir sirviéndole en vida”, no la escribí pensando en los soldados de Saúl –que ya no importan-, sino en el TJ accidentado, desangrado y que no habiendo otras alternativas en la clínica, la transfusión es lo único que salvará su vida. De estar Dios con Saúl, lo mismo hubiera vencido a los filisteos con muchos o pocos hombres.
Si es que tienes razón en cuanto a lo confuso que soy al redactar, convendrá que otros foristas se animen a expresar lo mismo a fin de que tome más cuidado en lograr una comunicación transparente.
El viento siempre es deseable a las aspas del molino, que nunca debiera confundirse con las indeseables ventosidades, que ya son otra cosa.
Lo que digo en cuanto a priorizar la vida frente a la alternativa de la muerte es con el pensamiento en Dt 30:19, 20 y nunca eximiendo de culpa a los hombres de Saúl por hacer como hicieron. No es que ya las grandes piedras estaban dispuestas para que el hambriento pueblo colocara sobre ellas los animales a ser sacrificados, sino que el rey Saúl tuvo que idear primero, ordenar después, y conseguir con el esfuerzo de sus hombres hacer rodar la gran piedra hasta donde los animales podrían ser sacrificados. También los israelitas, no teniendo ya fuerzas para mucho más, podían haberse dejado morir a vista, oído y olor de los animales que los rodeaban. Así no hubieran pecado, y Dios tampoco hubiera sido glorificado con aquellas innecesarias muertes.
Las únicas verdades que usa Satanás son como un séquito que sigue y encubre una mentira suya. Nunca usa el diablo una verdad aislada y entera, sino parte de ella o junto a otras que asocia para encubrir lo erróneo, falso y mentiroso.
Nosotros estamos en el Verdadero (1Jn 5:20) y no recurrimos nunca a lo que haya dicho el padre de mentira, pues cuando habla mentira, de suyo habla (Jn 8:44).
Cordiales saludos.