Apreciado Mario Vertiz
Apreciado Mario Vertiz
Respuesta a Mensaje # 673:
Me temo no hayas captado la simplicidad de mi pregunta, pues lo que respondes no la contesta.
Todos los pueblos del mundo, en sus diferentes religiones, costumbres y tradiciones mantienen valores propios que son universales y otros que le son peculiares, optando decididamente por la muerte si la otra alternativa fuese la de transgredirlos.
Hace doscientos años la América española toda tenía un grito unánime: LIBERTAD O MUERTE. Eso significaba que preferían morir en batalla antes que seguir como vasallos del Rey; su causa era la de la independencia, para darse sus propias leyes y autogobernarse.
Sangrientas revoluciones conmueven al mundo hasta la fecha, toda vez que los derechos humanos son violentados, la dignidad de las personas es ofendida, la justicia social se deja de lado y se perjudica a los trabajadores con magros salarios.
Precisamente, un gran problema presente en Europa se da con los inmigrantes islámicos, que radicándose en países muy distintos de los que proceden, pretenden trasladar allí sus costumbres o los ritos de su fe, que son precisamente contrarios a los valores allí reconocidos.
Cuando africanos en Inglaterra, Francia y Alemania insisten con su práctica de la ablación de las niñas, eso choca fuertemente con la forma de entender los derechos humanos y de los niños en toda Europa.
Una cosa es la libertad religiosa que permite creer y adorar como se quiera, y otra distinta es cuando una peculiaridad de las creencias ofende gravemente la conciencia colectiva de la nación. Así, ya no estaríamos hablando de “libertad religiosa” sino de “conquista religiosa”.
¿Es que acaso existe ofensa mayor para esa conciencia colectiva del país, que cuando invocando un mandato divino se deja morir a un integrante del grupo que podría ser salvado?
Si cualquier ciudadano emprende una acción encaminada a terminar con su vida, no se requiere ser policía para que cualquier particular lo detenga y frene el intento suicida.
El abstenerse de donar sangre y recibirla ante una emergencia NO SERÁ NUNCA UN VALOR RELIGIOSO sino un ANTIVALOR.
Se le concede mayor valor a la sangre que corre por sus venas, que a un poco de ella pasada a quien está en riesgo de muerte. Y para colmo de males ¡todavía se atribuye a Dios tal atrocidad!
En mi país, al menos, si un automovilista pasa de largo sin auxiliar a quien acaba de accidentarse, puede ser procesado por omisión de asistencia.
Una cosa es padecer martirio por una causa justa y otra por un pretexto injusto.
Vamos a ponerlo en la forma más clara posible para entenderlo de una vez por todas:
Junto con mi esposa, mi hermano (que es médico) y su esposa, venimos de turistas a una pequeña isla de la Oceanía. Sea por influencia de los TJ o no, lo cierto es que el gobierno tiene prohibida las transfusiones de sangre, facultando a los jueces para que sentencien con pena de muerte a los transgresores. Sufriendo mi esposa un accidente con abundante pérdida de sangre, mi hermano se dispone a transfundirle lo necesario de la mía y de la de su esposa. Advertidos de la prohibición y la pena capital, seguimos adelante, concluyendo con estabilizar a mi esposa y comenzar a recuperarse.
En esta ficción, se echa de ver nuestros valores humanos y fe cristiana, ya que la amenaza de muerte no nos detiene en nuestro impulso por hacer lo que bien sabemos que Dios quiere.
Este es el punto que debería hacer recapacitar a los jueces isleños, considerando que nuestro flagrante desacato a sus leyes obedece a una íntima convicción que debería respetarse, ya que no perjudica a ninguno de ellos.
O sea: tu argumento es válido pero al revés: una causa justa y humanitaria nos lleva a que por salvar una vida arriesguemos la nuestra.
No hay pretexto tan injusto e inhumano como el preferir la muerte a ser salvado achacándole todavía a Dios la responsabilidad de un mandato que nunca dio.
Una cosa eran los cristianos en Roma prefiriendo ser devorados por las fieras a renegar de Cristo y proclamar a César como Señor.
Otra cosa son los TJ dejando morir a sus hermanos cuando en la emergencia del caso no hay otra alternativa de salvarle sino por la transfusión de sangre.
Por todo lo dicho, te planteo nuevamente la pregunta por si tuvieras a bien contestarla:
-¿Es que tú conoces alguna religión -cristiana o no- que prohíba algún procedimiento médico, con cuyo rechazo se arriesgue la vida del paciente?
Cordiales saludos