La Perefeccion
La Perefeccion
EL DISCURSO DEL MAESTRO
EL DISCURSO DEL MAESTRO
Jesús el Cristo dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como nuestro Padre que esta en los cielos es perfecto”. Esta oración resume todo lo que Jesús enseño en cuanto a la misión de la vida y el destino del hombre. Parece un dicho duro, y muchos han sentido que establece una tarea mas allá de toda posibilidad de realización y que no vale la pena intentarlo; creen que proyecta un ideal sumamente irreal que lo hace de poco valor. Podría haber alguna validez en esta objeción si la vida va a ser considerada solamente en términos de la evaluación mortal. Para comprender el valor total de la amonestación, tenemos necesidad de un entendimiento más amplio de la obra de la vida.
Tal vez el pasaje citado por el Maestro expresado según nuestro entendimiento lento, puede alterarse la forma de decirlo en esta forma: “Sed, tan perfectos como podáis” pues eso es todo lo que podemos hacer por ahora.
Cuando hacemos todo lo que podamos hacer en la esfera y lugar que ocupamos aquí, somos justificados en el Amor y la Justicia. Es decir, en la rectitud, misericordia y juicio que va delante del Señor del Cielo y de la Tierra. Quedamos tan justificados como inocentes que van delante de Dios. La transgresión que se imputara sobre toda la posteridad de Adán y Eva es que no actuaron como sabían hacerlo. Lo que eso coloca a la amonestación de ser perfectos como nuestro Padre que esta en los Cielos en una base netamente practica. Queda entonces a nuestro alcance y posibilidad de logro.
Sin embargo, todas estas palabras introducen el principio de que no se espera que logremos todo en esta vida, lo que se espera es que seamos seres en progreso, creciendo hacia nuestro destino subsiguiente. Pero aquel principio de ninguna manera nos excusa e hacer lo mejor que podamos ni de adquirir todo el conocimiento que tenemos la capacidad de adquirir y la oportunidad de asimilar a medida que vamos avanzando.
El potencial de cada ser humano posee, es llegar a ser como nuestro Padre Celestial, perfectos. Y esta perfección es comparada al hecho de subir por una escalera, se tiene que empezar desde abajo y ascender paso a paso hasta llegar a la cima. Y así es con los principios elevadores de la conducta humana comprendido en el Evangelio. Se tiene que empezar por el primero, y seguir adelante hasta aprender y asimilar todos los principios que atañen a la elevación de un alto grado de calificación en esa carrera curricular del honor y la gloria del éxito logrado. Pero no lo aprenderemos sino hasta mucho después que hayamos dejado esta etapa evaluatoria terrenal; la obra de aprender a nuestra salvación cuya razón no es la meta, sino más bien el proceso que nos leva al camino de la aplicación personal en el logro del objetivo de nuestra estadía en la Tierra, la alta calificación de la exaltación personal, y aun más allá d todas las eternidades será grande.
Pero, ¿en qué forma puede uno recibir la plenitud y de ser iguales a nuestra Padre Celestial?
Nuestro Padre que esta en los cielos ha prometido mediante nuestro Hermano Mayor Jesús el Cristo, que todo lo que Él tiene será dado a aquellos que sean obedientes a la Ley. Sé recibirá aumento en conocimiento, sabiduría y poder de decisión, pasando de gracia en gracia, hasta que la plenitud del día perfecto se vuelque para el que lo merezca.
Jesús el Cristo vino a la Tierra no solamente para efectuar una expiación a favor del genero humano, sino para dar un ejemplo al mundo de una norma de perfección a la Ley y su obediencia a Dios. En su Sermón del Monte, el maestro y Guía nos ha dado algo que es una revelación de su propio carácter, el cual era perfecto, o lo que se podría decirse ”una autobiografía” de la cual, cada sílaba ha sido escrita en obras(hechos). Y al hacerlo nos ha dado la pauta a seguir en nuestra propia vida.
En ese incomparable Sermón del Monte, el maestro nos ha dado ocho formas especificas mediante las cuales podemos recibir gozo. Cada una de sus declaraciones comienza con el vocablo ‘bienaventurado’. La bienaventuranza es una fuente de interior gozo en el alma misma, la cual ninguna circunstancia externa puede afectar seriamente.
Estas declaraciones del Maestro son conocidas en la literatura del mundo cristiano como las Bienaventuranzas, y los comentaristas religiosos han dicho con respecto a ellas que son la preparación necesaria para el ingreso al reino del cielo en la tierra. Para cumplir con el propósito de este mensaje debe referirse a ellos como algo mas que una preparación que se aplica a cada uno Ellos son, de hecho, El Código Perfecto Para Una Vida Perfecta.
Jesús pronuncio este notable discurso que por referirse al lugar donde ocurrió, ha llegado ser conocido como el Sermón del Monte. Mateo presenta una amplia relación que ocupa tres capítulos del primer evangelio; Lucas nos da una sinopsis más breve. Las variaciones circunstanciales que aparecen n las dos narraciones son de importancia menor; es el propio sermón al cual benéficamente podemos dedicar nuestra atención. Lucas introduce con distintas partes de su relación muchos de los hermosos preceptos dados como parte del sermón, escrita en forma de discurso continuo en el evangelio según Mateo.
Unas partes de este Sermón comprensivo fueron dirigidos expresamente a los discípulos que ya habían sido, o van a ser llamados al apostolado, y como consecuencia, les seria requerido renunciar a todos sus intereses mundanos para aceptar la obra del ministerio; otros partes del discurso fueron y son de aplicación general. Jesús había ascendido a la montaña, probablemente para apartase de las multitudes que lo rodeaban cuando se hallaba en las ciudades o sus alrededores. Los discípulos se reunieron en torno a Él, y allí se sentó y los instruyo.
Las frases iniciales abundan en bendiciones, y la primera parte del discurso se concreta a una explicación de lo que constituye el verdadero estado bendito; y además, se comunica la lección en forma sencilla y sin ambigüedad por medio de la aplicación particular, Pues asegura que cada uno de los bienaventurados recibe una recompensa y un galardón, disfrutando de una condición completamente opuesta a aquella bajo la cual padeció. Los pobres de espíritus serán ricos en calidad de herederos legítimos del reino de los cielos; los que lloran serán consolados porque verán el propósito divino en superar, y de nuevo se reunirán con los seres amados que fueron separados de ellos; los mansos, que prefieren ser despojados mas bien que poner sus almas en peligro buscando contiendas, heredaran la tierra, los que tienen hambre y sed de verdad serán alimentados abundantemente; los que manifiesten misericordia serán juzgados misericordiosamente; los limpios de corazón serán admitidos a la presencia misma de Dios; los pacificadores, aquellos que se esfuerzan por apartarse a si mismos y a sus semejantes de las riñas, cólera o debates contenciosos, serán contados con los hijos de Dios, quienes padecen persecución por causa de la justicia heredaran las riquezas del reino eterno.
Hablando directamente a los discípulos, el Salvador dijo: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persiguen, y digan toda clase de mal contra vosotros mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque a si persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros” Mat5:11,12. Luc. 6:26.
Es evidente que las bendiciones especificadas, así como la felicidad comprendida en ellas, se realizaran en medida cabal solo después de la resurrección; aunque el gozo que viene de saber que sé esta viviendo rectamente constituye, aun esta vida presente una rica recompensa. Un elemento importante de esta espléndida aclaración del estado realmente bendito es la distinción sobreentendida entre placer y felicidad(ver epígrafe “LA FELICIDAD”, de Maripaz) El solo placer, cuando mucho, no es mas que pasajero; la felicidad es permanente, porque tiene un gozo nuevo cada vez que vuelca a la mayoría. La felicidad suprema no es una realización terrenal; la prometida “plenitud de gozo” se encuentra después de la resurrección al estado nuevo de la Nueva creación (reestructuración) del planeta Tierra, como lo estuvo alguna ves, cuando antes de que Adán y Eva cayeran.
Mientras el hombre exista en el estado terrestre, necesitara alguna de las cosas del mundo sumergido en Babilonia. Debe tener alimento, ropa y un lugar donde acogerse; y además de estas simples necesidades, justamente podrá desear las felicidades de la educación, las ventajas de la civilización progresiva, y aquellos que conduce el refinamiento y la cultura; y sin embargo, todas esas cosas no son sino una ayuda para efectuar la realización, no el objeto que debe perseguir como pretende el mundo babilonico mostrarnos
Las Bienaventuranzas se aplica a los deberes de la vida terrenal como preparación para una existencia mayor, futura aun. En el reino de los cielos, que dos veces se menciona en esta parte el discurso del Maestro, pueden encontrarse riquezas verdaderas y felicidad inagotable. El reino de los cielos fue el texto universal de este notable sermón; la manera de lograr el reino y las glorias de la ciudadanía eterna en el constituyen las divisiones principales del tratado.
El sermón de Monte ha permanecido a través de los años, desde el día en que fue pronunciado. Jamas ningún ser mortal ha predicado desde entonces un discurso de igual naturaleza. El espíritu que se manifiesta en toda la predicación es uno de sinceridad y de obras, contrapuesto a la profesión vana y la negligencia. Con las ultimas frases el Maestro mostró la inutilidad de ser solamente oidores, comparado con la eficacia de la acción. El hombre que escucha y obra es hecho semejante al edificador prudente que estableció los cimientos de su casa sobre la roca; y a pesar de las lluvias, los vientos y las inundaciones, la casa sostuvo firme. El que escucha y no obedece es comparado con el insensato que edifico su casa sobre la arena; y cuando descendió la lluvia, soplaron los vientos y vinieron los ríos, e aquí cayo, y grande fue su ruina.
Este genero de doctrina asombro al pueblo. El Predicador no había citado mas autoridad para sus enseñanzas singulares, que la propia. Sus palabras estaban libres de toda mención de procedentes rabínicas; el evangelio había reemplazado a la ley: “Porque les enseñaba como quien tiene autoridad...”
Con respecto a la amonestación del Maestro Jesús dada a los hombres, de ser perfectos, aun como Dios el Padre es perfecto, no puede lógicamente ser interpretada de otra manera, sino que nos indica la posibilidad de tal realización. Es palpable, desde luego, que el hombre no puede llega a ser perfecto en su estado carnal, sensual y malicioso, en el sentido de que Dios es perfecto. Es posible no obstante, que el hombre sea perfecto en su esfera, en forma análoga a aquella en que las inteligencias superiores son perfectas en sus esferas respectivas; mas con todo, la comparacíon relativa de lo más bajo es infinitamente inferior a la de lo mas alto. Un alumno universitario en su primero o segundo año de estudio podría ser perfecto en sus calificaciones, posiblemente podrá lograr un cien por ciento según la escala de su eficacia y efectuacion; Sin embargo, los conocimientos y honores de los alumnos mas avanzados están fuera de su alcance, y la realización de su graduación, aunque remota, es de posibilidad segura si tan solo continua fiel y devotamente hasta el fin.
En otro lado, en la exposición de la religión pura y sin mácula, Santiago establece un modelo de perfección sorprendentemente semejante al dado por Jesús en el Sermón del Monte; de hecho, es tan semejante que uno se pregunta si no habrá estado presente cuando el Maestro lo expreso. Y así ciertamente, el evangelio de Jesús el Cristo, es la religión pura y sin mácula”. Tiene como meta la perfección de todos los que sigan ese camino.
“SED(SEAMOS), PUES, TAN PERFECTOS, COMONUESTRO PADRE QUE ESTA EN LOS CIELOS”
infinito
