Un vientre escogido entre las miles de vírgenes que por boca del profeta sería el recipiente dónde el Espíritu Santo haría su obra , tenía que ser una mujer humilde.
Sin pretensiones de considerarse la reina del cielo.
Y Dios halló esta humildad en esta sencilla mujer virgen:
Luc 1:46 Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor;
Luc 1:47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Luc 1:48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Sacar a la sencilla María de este contexto de humildad y sencillez, para engañar a los tontos haciéndoles creer que esa no es la María de ellos, que la verdadera María es la que nació sin pecado, y que fue trasladada al cielo en cuerpo y alma y le ayuda al hijo a sacar almas del infierno para pasarlas a un lugar que inventaron llamado por ellos el "purgatorio", para luego del pago de indulgencias, el alma del católico muerto en pecado, ser trasladado al cielo.
Ese cuento solo se lo creen los que no son de Cristo.
Los cuales no se hallan inscritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Porque el creyente genuino, cuando oye el evangelio de la gracia de Dios, se da cuenta del engaño y abandona el catolicismo romano, para refugiarse en los brazos de Cristo.
Así de sencillo.
Sin pretensiones de considerarse la reina del cielo.
Y Dios halló esta humildad en esta sencilla mujer virgen:
Luc 1:46 Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor;
Luc 1:47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Luc 1:48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Sacar a la sencilla María de este contexto de humildad y sencillez, para engañar a los tontos haciéndoles creer que esa no es la María de ellos, que la verdadera María es la que nació sin pecado, y que fue trasladada al cielo en cuerpo y alma y le ayuda al hijo a sacar almas del infierno para pasarlas a un lugar que inventaron llamado por ellos el "purgatorio", para luego del pago de indulgencias, el alma del católico muerto en pecado, ser trasladado al cielo.
Ese cuento solo se lo creen los que no son de Cristo.
Los cuales no se hallan inscritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Porque el creyente genuino, cuando oye el evangelio de la gracia de Dios, se da cuenta del engaño y abandona el catolicismo romano, para refugiarse en los brazos de Cristo.
Así de sencillo.