“La Iglesia Ortodoxa siente una particular veneración por los escritores del siglo IV, sobre todo por aquellos a los que denomina ‘los tres Grandes Jerarcas’: Gregorio de Nacianzo, Basilio el Grande y Juan Crisóstomo”, dice el escritor y monje Kallistos.
¿Fundamentaron estos Padres de la Iglesia sus enseñanzas en las Escrituras inspiradas?
El libro Los Padres de la Iglesia I. Padres griegos, dice respecto a Basilio el Grande: “Platón y Homero, además de los historiadores y, naturalmente, los retóricos, se le quedaron grabados para toda la vida, como lo prueban sus escritos.
Basilio se muestra muy griego”.
Lo mismo le ocurrió a Gregorio de Nacianzo.
En su opinión, “asimilando en su integridad la tradición cultural clásica, la Iglesia afirmará rotundamente su victoria y su supremacía”.
El catedrático Panagiotis K. Christou escribe lo siguiente sobre ellos tres:
“Aunque alguna que otra vez previnieron contra ‘la filosofía y el vano engaño’ Colosenses 2:8, a fin de estar en conformidad con el mandamiento del Nuevo Testamento, al mismo tiempo estudiaron con afán filosofía y las disciplinas relacionadas, y hasta recomendaron su estudio”.
Evidentemente, aquellos maestros de la Iglesia pensaban que la Biblia no era suficiente apoyo para sus ideas.
¿Implicó su búsqueda de otras fuentes de autoridad que sus enseñanzas fueran ajenas a la Biblia?
El apóstol Pablo dio esta advertencia a los cristianos hebreos: “No se dejen llevar por enseñanzas diversas y extrañas” Hebreos 13:9.
Uno de los Padres de la Iglesia más polémicos fue Cirilo de Alejandría (c. 375-444).
El historiador Hans von Campenhausen dice que era “autoritario, violento, astuto, convencido de la grandeza de su sede y de la dignidad de su ministerio”, y añade que “siempre consideró como justo aquello que era útil a su poder episcopal y a su dominación [...].
La brutalidad y falta de escrúpulos con que llevó su lucha nunca le crearon problemas de conciencia”.
Cuando era obispo de Alejandría, se valió del soborno, la publicación de libelos y la calumnia para deponer al obispo de Constantinopla.
Se le considera responsable del brutal asesinato, en el año 415, de la famosa filósofa Hipatia.
Al hacer referencia a sus escritos teológicos, Campenhausen dice lo siguiente de Cirilo:
“Gracias a él se convirtió en costumbre no remitirse, para las cuestiones de fe, sólo a las Sagradas Escrituras, sino también a citas adecuadas o a recopilaciones de ellas, extraídas de textos anteriores, reconocidas por la Iglesia”.