Sigues con tus elucubraciones carnales... Si no creyeras que el agua quita pecados, no estarías tergiversando, elucubrando a tu antojo; y acomodando carnalmente y sin temor de Dios, para justificar el porqué, después de bautizado Simón, siguió siendo el mismo pecador y carnal de siempre...Ricardo;n3296825 dijo:-Precisamente, "el que lee, entienda", refiere antes que nada a la Palabra de Dios; pero cuando no se aplica la Palabra al entendimiento, sino que se hace al revés, buscando que el propio entendimiento explique la Palabra, se produce la confusión, pues la Biblia explica la Biblia. En tal estado, menos todavía se entiende lo que se oye o se lee, pues se está en tinieblas.
-No dudo que Simón fue bautizado, como tampoco que su creer no fue al evangelio que les predicaba Felipe a los samaritanos, sino a los portentos que lo dejaban atónito.
--El agua del bautismo en Simón no hizo más que empaparlo para proseguir en su simulación de que era uno más como los otros creyentes.
Pero como tu no quieres aceptar que el bautismo de agua no hace absolutamente nada en el que se bautiza, en relación al pecado;... debes inventar que Simón, "no creyó al evangelio de Felipe".. pero la Escritura te pone el pie encima; pues dice que Simón creyó TAMBIÉN....
"Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
El mismo Simón creyó también entonces, y bautizándose, se llegó á Felipe" (Hech.8:12,13)
Ese: "Simón creyó TAMBIÉN"; indica claramente que Simón creyó de la misma manera (también) como todos los otros que creyeron a Felipe; y por tanto echa por tierra tus elucubraciones.
O sea, en otras palabras, el bautismo de agua, NO HIZO ABSOLUTAMENTE NADA en Simón... Simón creyó, se bautizó (bautizado por Felipe) pero siguió siendo el mismo pecador de siempre, como lo era antes de bautizarse, siguió siéndolo después de bautizarse. El bautismo de agua, no hizo nada en él.-Simón no se convirtió, no nació de nuevo, de arriba, por el Espíritu, sino que permaneció bien aquí abajo como el viejo mentiroso y engañador que siempre fue. Cuando vio a los dos apóstoles imponer las manos y conferir el don del Espíritu Santo, no le interesó recibirlo él, sino adquirir con dinero poder hacerlo él mismo. Tampoco oró arrepentido, sino que pidió a los apóstoles que ellos lo hicieran por él, dado el miedo supersticioso que tenía de ser castigado.
Acepta la evidencia clara y fuerte de la Palabra de Dios Ricardo.