Antisemitismo cristiano

Luis:
Antes muerto que salir de la Iglesia Católica para hacerme un "cristiano como tú"


Efectivamente, tendras que morir a tu "yo" para vivir a Cristo....y es cierto, no te hagas nunca "un cristiano como maripaz", simplemente mira a Cristo, el Autor y Consumador de la fe.
 
Lutero en el 1520 escribía en su “Epitome”

“ Si Roma asi lo cree y enseña, a sabiendas de papas y cardenales, declaro fráncamente que el verdadero Anticristo esta entronizado en el templo de Dios y reina en Roma (la empurpurada Babilonia) y que la Curia es la Sinagoga de Satanás…..Si la furia de los romanistas no cesa, no quedará otro remedio sino que los emperadores, reyes y príncipes rodeados de fuerza y armas, ataquen a esa plaga del mundo y resuelvan el asunto no ya con palabras, sino con la espada……Si castigamos a los ladrones con la horca, a los salteadores con la espada, A LOS HEREJES CON LA HOGUERA Porque, con mayor razón, no atacamos con las armas a estos maestros de perdición, a esos cardenales, a esos papas, a toda esa cima de la Sodoma romana, que ha corrompido perpetuamente a la Iglesia de Dios y nos lavamos las manos en su sangre?”


Lutero en su folleto "Contra el fálsamente llamado orden espiritual del Papa y los Obispos” publicado en Julio de 1522:
“Seria mejor que se asesinase a todos los Obispos y arrasese a todas las fundaciones y claustros que no se destruyese un alma sola, para no hablar ya de que todas las almas se perdiesen para salvar sus indignos fraudes e idolatrías. ¿Qué utilidad tiene los que asi viven en la Iujuria, alimentándose con el sudor y la sangre de los demas?..”


Lutero en su folleto “Contra la orda de campesinos que roban y asesinan”:
“Empuñad rápidamente la espada.Pues un príncipe o señor debe recordar en este caso que es el ministro de Dios y servidor de su ira (Romanos XIII) a quien se entregó la espada para emplearla contra tales hombres….Si puede castigar y no lo hace (aunque el castigo consista en en privar de la vida y derramar sangre) es culpable de todos los asesinatos y todo el mal que esos hombres cometan“
 
Lutero sacaba el veneno que Roma le había inculcado contra los judíos....
 
Luis, acusar a otros no lavará los crímenes por omisión de Pacelli
 
Maripaz:
Lutero sacaba el veneno que Roma le había inculcado contra los judíos....

Luis:
Pues no. Resulta que 6 años después de publicar sus 95 tesis, con fecha de 1523, Lutero escribió "Jesucristo nació judío":

"Nuestros estúpidos, los papas, lo obispos, los sofistas y los monjes, esos brutos de testa de burro, han tratado hasta ahora a los judíos de tal forma que cualquier buen cristiano se podría hacer judío. Si yo fuera judío y viera a unos imbéciles bribones como ésos dirigiendo la religión cristiana y pronunciando directrices de la misma antes preferiría ser un cerdo que un cristiano. Porque han tratado a los judíos como si de anatemas se tratara, que no tienen nada en común con la humanidad. Siguen calumniándolos, y les arrebatan el dinero incluso después de que se han bautizado como cristianos. No les han enseñado ni la doctrina cristiana ni la manera de vivir cristiana. Se han limitado a colocarlos bajo el papismo y el monaquismo. Cuando ven que los argumentos de los judíos tienen el fundamento firme de las Sagradas Escrituras y que los argumentos de los cristianos sólo son una verborrea desprovista de sustancia sin nada de las Sagradas Escrituras, ¿puede resultar posible que sean de corazón buenos cristianos?. He oído decir a judíos conversos temerosos de Dios que si no hubieran tenido en estos días el privilegio de escuchar las noticias de los evangelistas, habrían continuado toda su vida siendo judíos disfrazados de cristianos...
Tengo la esperanza de que muchos judíos, si son tratados de manera amistosa e instruidos en las Sagradas Escrituras, pasen a ser cristianos dignos."


Como verás, él no era antisemita cuando se hizo protestante. De hecho criticaba a los católicos. Se convirtió después en antisemita.
 
Cuestionan la actitud del Vaticano con los judíos en la Guerra Mundial

La comisión nombrada por Roma pide la apertura de «todos» los archivos de la Santa Sede sobre el Holocausto
BEATRIZ IRABURUCORRESPONSAL. ROMA

Una comisión internacional de historiadores católicos y judíos, creada hace un año por iniciativa del Vaticano, ha encontrado lagunas en la documentación aportada hasta ahora por la Santa Sede sobre la actitud de la Iglesia durante la II Guerra Mundial y ha pedido el libre acceso de los estudiosos a las secciones de los Archivos Vaticanos que tratan de este período. Lejos de justificar los silencios de Pío XII durante las persecuciones sufridas por los judíos, la comisión evoca episodios controvertidos.

La creación de este grupo de trabajo fue la respuesta de la Santa Sede a las críticas con que algunos sectores judíos acogieron, en 1998, la Reflexión sobre la Shoa, en la que el Vaticano admitía carencias en la respuesta de muchos católicos a las a las atrocidades nazis pero exculpaba por completo a Pío XII. La Santa Sede escogió tres historiadores, y el Comité Judío para el Diálogo Interreligioso otros tres. El trabajo de la comisión consistiría en analizar los once volúmenes recopilados por estudiosos jesuitas entre 1965 y 1981, que, según la Santa Sede, contienen «la totalidad» de los documentos sobre las gestiones diplomáticas del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial.

La comisión mixta, en un primer informe al que ha tenido acceso el diario parisiense Le Monde y que el Vaticano no ha hecho público aún, duda que los volúmenes sea tan exhaustivos como la Santa Sede mantiene y plantea cuestiones incómodas. Una de ellas recalca la ausencia de reacción de Pío XII a los sucesos de la ‘Noche de Cristal’ (el 8 de noviembre de 1938), el primer gran ‘progromo’ nazi contra los judíos.

Otra describe una gestión del Gobierno colaboracionista francés de Vichy en 1941 para averiguar si el Vaticano se oponía a sus medidas antijudías, y la desconcertante respuesta (no, siempre que «sean aplicadas con justicia y caridad») de la secretaría de Estado vaticana.

El informe menciona dos audiencias concedidas por Pío XII a Ante Pavlic, líder croata fascista y responsable del exterminio de cientos de miles de serbios. La comisión reproduce las apremiantes súplicas del obispo de Berlín a Pío XII para que lance «un llamamiento en favor de los desdichados judíos» y una respuesta en la que el Papa subraya que, dado el peligro de represalias, son los obispos locales quienes deben decidir si denunciar o callar. Para aclarar estos y otros episodios, la Comisión mixta considera imprescindible el acceso directo a los Archivos vaticanos, un acceso que está vetado a quien busque documentos posteriores a 1922.

Uno de los historiadores judíos de la Comisión, Bernard Suchecky, de la Universidad Libre de Bruselas, explica a Le Monde que «sorprende la importancia estratégica que el Pío XII concede al catolicismo alemán». «Está alimentada por la visión que tiene de un comunismo con el que se debe acabar, del nazismo que es una prueba que cree pasajera, y de la vuelta a una Alemania conservadora, fuerte y disciplinada, en el seno de una coalición mundial contra el bolchevismo», recalcó el historiador.

EL CORREO Num. 1421
Jueves, 26/10/2000
 
Pío XII y los judíos: documentación histórica frente a leyendas.

21/3/98.- Algunas reacciones al documento vaticano "Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoah" han vuelto a relanzar las acusaciones contra la actuación de Pío XII durante la II Guerra Mundial. El historiador Pierre Blet, uno de los autores que se encargaron de publicar los documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial (1), rechaza algunos de esos tópicos en un artículo publicado en La Civiltà Cattolica (21-III-98), del que ofrecemos una síntesis.

Cuando las acusaciones se fundan en documentos es posible discutir la interpretación de los textos, verificar si han sido malinterpretados, asumidos acríticamente, mutilados o seleccionados en una determinada dirección. Sin embargo, cuando se construye una leyenda con elementos disparatados y con la imaginación, no tiene sentido la discusión. Lo único que se puede hacer es oponer al mito la realidad histórica probada por documentos incontestables. Con ese propósito, el Papa Pablo VI autorizó en 1964 la publicación de los documentos de la Santa Sede relacionados con la Segunda Guerra Mundial.

El trabajo duró más de quince años y fue llevado a cabo por cuatro padres jesuitas: Angelo Martini, Burkhart Schneider, Robert A. Graham y el autor del artículo [Pierre Blet], con la colaboración del padre Robert Leiber, que había sido secretario privado de Pacelli durante treinta años. Viendo que estos volúmenes seguían siendo desconocidos, incluso para muchos historiadores, retomé lo esencial y las conclusiones en un nuevo libro: Pie XII et la seconde guerre mondiale d'après les archives du Vatican, París, Perrin, 1997.



No se ocultan documentos incómodos

En dicha documentación no se encuentra ningún rastro de la pretendida parcialidad filogermánica que Eugenio Pacelli habría asimilado durante el periodo transcurrido en la nunciatura de Alemania.

Pero la acusación que vuelve una y otra vez es la de que permaneció en silencio ante las persecuciones raciales contra los judíos, de modo que dejó correr la barbarie nazi. Los documentos muestran los tenaces y continuos esfuerzos del Papa para oponerse a las deportaciones, sobre cuyo destino la sospecha crecía cada vez más. El aparente silencio escondía una acción secreta a través de las nunciaturas y los episcopados para evitar, o por lo menos limitar, las deportaciones, las violencias, las persecuciones. Las razones de tal discreción están explicadas claramente por el mismo Papa en diversos discursos, en las cartas al episcopado alemán o en las deliberaciones de la Secretaría de Estado: las declaraciones públicas no hubieran servido de nada, sólo habrían agravado la suerte de las víctimas y multiplicado el número.

Con el intento de ofuscar tales evidencias, los detractores de Pío XII han dado a entender que habíamos dejado fuera documentos incómodos para la memoria de Pío XII y para la Santa Sede. Pero decir de modo categórico que nuestra publicación no es completa es hacer una afirmación que no se puede probar: haría falta comparar nuestra publicación con los fondos de los archivos y mostrar los documentos que faltan.

Algunos han pretendido ofrecer la prueba, alegando que no figura en nuestra publicación la correspondencia entre Pío XII y Hitler. Hacemos notar que la carta con la que el Papa notificó su propia elección al Jefe de Estado de Reich está publicada en el segundo volumen. Por lo demás, no hemos publicado la correspondencia entre Pío XII y Hitler porque existe sólo en la fantasía del periodista. Si esa correspondencia hubiera existido, las cartas del Papa se habrían conservado en los archivos alemanes, se encontraría mención en las instrucciones a los embajadores Bergen y después Weizäcker, en los despachos de los diplomáticos. No existe rastro de todo ello.



Fantasías sobre el oro judío

Estas observaciones valen también para los otros documentos reales. Con mucha frecuencia, los documentos del Vaticano están certificados por otros archivos, por ejemplo las notas intercambiadas con los embajadores. Se puede pensar que muchos telegramas del Vaticano hayan sido interceptados y descifrados por los servicios de información de las potencias beligerantes y que se encontrarían copias en los archivos. Por tanto, si hubiéramos intentado esconder algún documento sería posible conocer su existencia y tener entonces un fundamento para poner en duda la seriedad de nuestro trabajo.

En nuestras investigaciones no hemos encontrado mención de la supuesta llegada al Vaticano de las cajas del oro robado a los hebreos. Toca, evidentemente, a quien sostiene tal afirmación aportar las pruebas documentales. Sí está documentada, por el contrario, la solícita intervención de Pío XII cuando las comunidades judías de Roma fueron objeto de un chantaje por parte de las SS, que les pidieron 50 kilos de oro. El gran rabino se dirigió al Papa para pedirle los 15 kilos que faltaban, y el Papa dio órdenes para que se hiciera lo necesario.



Ayuda a fugas nazis

La otra noticia, la referida a la ayuda a las fugas de los criminales nazis, no es una novedad. No se puede excluir la ingenuidad de algún eclesiástico romano. Son conocidas las simpatías hacia el Gran Reich del obispo Hudal, rector de la iglesia nacional alemana; pero de aquí a imaginar que el Vaticano organizase fugas de nazis hacia América Latina sería, de todas formas, atribuir a los eclesiásticos romanos una caridad heroica. En Roma eran conocidos los planes nazis sobre la Iglesia y la Santa Sede. Pío XII hizo referencia a ellos el 2 de junio de 1945, recordando cómo la persecución del régimen contra la Iglesia se había agravado con la guerra. Y si el obispo Hudal hubiera ayudado a huir a algún pez gordo nazi, desde luego no habría ido a pedir permiso al Papa.

Todo esto no significa que cuando historiadores serios desean verificar personalmente el archivo del que se han tomado los documentos, su deseo no sea legítimo. Pero otra cosa es poner en duda la seriedad de nuestra investigación. No hemos dejado fuera deliberadamente ningún documento significativo, entre otras cosas porque nos habría parecido hacer daño a la imagen del Papa y a la reputación de la Santa Sede.

Los textos publicados en el quinto volumen desmienten también de modo tajante la idea de que la Santa Sede habría sostenido al III Reich por temor a la Rusia soviética. El Vaticano apoyó a Roosevelt cuando este pidió ayuda para que los católicos norteamericanos aceptaran el proyecto de extender a Rusia -en guerra contra el Reich- una ayuda similar a la ya concedida a Gran Bretaña.

Sin querer desanimar a los investigadores futuros, dudo mucho que la apertura del archivo vaticano del periodo bélico modifique nuestro conocimiento de la época. En ese archivo, los documentos diplomáticos y administrativos están junto a los de carácter estrictamente personal y eso exige una prórroga mayor que en los archivos de los ministerios de asuntos exteriores. Quien desee profundizar en la historia de aquel periodo puede ya trabajar con fruto en los archivos del Foreign Office, del Quai d'Orsay, del Département d'État y de los otros Estados que tenían representantes ante la Santa Sede. Los despachos del ministro inglés Osborne hacen revivir, mejor que las notas del Secretario de Estado vaticano, la situación de la Santa Sede, rodeada en la Roma fascista, y después caída bajo el control del ejército y de la policía nazis. [Cfr. O. Chadwick, Britain and the Vatican during the Second World War, Cambridge, 1986].



Protesta pública o resistencia silenciosa

Pío XII tuvo que afrontar un dilema: el silencio podía ser interpretado como indiferencia ante la suerte de los judíos o cobardía ante el poder nazi; pero la protesta pública podía acarrear represalias contra los católicos alemanes, provocar nuevas atrocidades contra los judíos y comprometer sus esfuerzos para salvar a todos los que fuera posible. El Papa eligió -no sin dudas y problemas de conciencia- la vía silenciosa pero eficaz de los canales diplomáticos y las intervenciones ante autoridades que podían ser receptivas.

Hoy día algunos estiman que si el Vaticano hubiera protestado públicamente contra la persecución de los judíos, las matanzas no habrían alcanzado tales proporciones. Como tantas cosas en la historia, la cuestión de "qué hubiera pasado si..." se presta a fáciles ejercicios de clarividencia a posteriori. Lo que sí se puede comprobar es hasta qué punto las protestas públicas de los obispos que eligieron este camino sirvieron para frenar a los nazis.

Un caso emblemático es el de Holanda, donde la Jerarquía católica adoptó una actitud de denuncia frente al ocupante nazi. El cardenal primado, Johannes de Jong, reaccionó desde el comienzo de la ocupación en 1940 dando directrices que se leían en las parroquias, entre ellas la prohibición de que los católicos participaran en organizaciones nazis. Estas medidas estimularon a muchos sacerdotes en su actitud de apoyo a los judíos y fueron una ayuda para el movimiento clandestino de Resistencia.

En 1942 los obispos católicos, junto con los ministros protestantes, hicieron una fuerte condena de las deportaciones de judíos. Como represalia, el comisario del Reich dio la orden de sacar de los conventos a todos los religiosos y religiosas de origen judío. Eran unos trescientos, que fueron deportados y murieron en los campos de concentración. El caso más conocido es el de Edith Stein, carmelita nacida judía, muerta en Auschwitz en agosto de 1942. Ante esta reacción nazi, la Iglesia protestante dejó de llevar a cabo acciones comunes con la católica.

A pesar de esta valiente actitud de los obispos holandeses y de las acciones populares de resistencia, la comunidad judía holandesa sufrió relativamente más que la de otros países como Francia o Bélgica. Del total de 125.000 judíos, 107.000 fueron deportados y sólo volvieron con vida 5.200.

¿Cómo escaparon tan pocos a la deportación? El historiador David Barnouw, del Instituto Nacional de Documentación sobre la Guerra (RIOD), declaraba recientemente a Le Monde (13-III-98) que los nazis encontraron colaboración por parte de funcionarios y policías: "Los holandeses respetan el orden y a los que ocupan el poder. La colaboración de los altos funcionarios sirvió de ejemplo a las capas inferiores de la Administración". La policía participó activamente en las redadas de judíos, si bien también dejó escapar a algunos. Otros dicen que el hecho de que la familia real y el gobierno huyeran a Londres en 1940 no favoreció la resistencia popular.



Al acabar la guerra, 150.000 holandeses fueron detenidos por actos de colaboracionismo. También tuvieron problemas algunos judíos que formaron parte del "Consejo judío", organismo favorecido por los nazis, que deseaban tener un "interlocutor" en la comunidad. Los nazis idearon un sistema perverso: era el propio Consejo el que debía seleccionar qué judíos serían deportados a los campos de concentración. Primero concedieron un trato de favor a los miembros del Consejo, pero luego exigían a cambio que delataran a otros. Algunos comentaron después que el Consejo prefirió deportar al principio al proletariado judío para salvar a los más ricos. Pero, según Barnouw, "no hubo propiamente conciencia de clase, sino el deseo de cada uno de salvar su vida". En la posguerra, como ocurrió también en otros países, se extendió la idea de que casi todos los holandeses habían participado en la resistencia contra los nazis, aunque los historiadores ofrecían un juicio más matizado. Recientemente, un representante de la comunidad judía pidió a los sindicatos de policías que presentaran sus excusas por la colaboración en las deportaciones. Pero le respondieron que esto sería un insulto a la memoria de los policías que rehusaron colaborar.
 
Maripaz:
Luis, acusar a otros no lavará los crímenes por omisión de Pacelli

Rabino Marcus Melchior
«Si el Papa hubiera hablado, Hitler habría masacrado a muchos más de los seis millones de judíos y quizá a 10 millones de católicos»
 
Nuevas acusaciones contra Pío XII por la actitud del Vaticano ante el holocausto

La filtración del informe de los expertos implica también a Pablo VI JUAN G. BEDOYA, Madrid
Trabajan con el sigilo de un cónclave, hospedados incluso en la misma residencia que acogerá a los cardenales que elijan al próximo Papa, pero las filtraciones no han tardado en producirse. Y hablan de silencios y omisiones. La comisión mixta de expertos judíos y católicos encargada de aclarar la actitud de Pío XII ante el holocausto ha concluido que este pontífice no estuvo a la altura de las circunstancias en aquella terrible ocasión.


Pío XII era más anticomunista que antifascista, creyó que el nazismo era un fenómeno pasajero, era más diplomático que pastor y tuvo miedo de añadir leña al fuego si alzaba su voz contra las barbaridades de Hitler. Esas son algunas de las explicaciones escuchadas ayer entre los analistas católicos para mitigar los efectos de una filtración. Pero no era posible que el Pontífice desconociera el drama que algunas minorías estaban sufriendo en muchos países europeos, porque algunos de sus nuncios apostólicos enviaron a la Santa Sede reiterados informes sobre la situación. Elegido papa en 1939, Pío XII fue nuncio en Berlín entre 1217 y 1929, y secretario de Estado de Pío XI. En 1963, el dramaturgo Rolf Hochhuth, en su drama El Vicario, un gran escándalo en toda Europa, suscitó la polémica que ahora se intenta despejar. El Vaticano ha paralizado la beatificación de este pontífice, que Juan Pablo II quería realizar junto a la de Juan XXIII.

Ha sido el periódico francés Le Monde quien se alzó con las secretísimas conclusiones de la comisión mixta de judíos y católicos, entregadas ya al cardenal Edward Cassidy, presidente del Consejo pontificio para el diálogo con el judaísmo, e inmediatamente la prensa italiana las recogió con gran sobresalto. "Sombras sobre el Vaticano", titula La Repubblica. "Preguntas sin respuesta", dice La Stampa. "Nuevas preguntas para un silencio", escribe Corriere della Sera.

Según las revelaciones de Le Monde, hay 45 puntos pendientes de aclarar -los expertos de la comisión se quejan, además, de que sigue habiendo archivos inaccesibles-, entre los que destacan el silencio del Vaticano ante la criminal noche de los cristales, el 9 de noviembre de 1938; por qué Pío XII dijo sí a las leyes raciales del régimen del mariscal Petain en Francia, una actitud por la que, más tarde, el general Charles de Gaulle estuvo a punto de expulsar del país a gran parte de los obispos católicos -Pío XII envió con urgencia al cardenal Roncalli, futuro Juan XXIII, para que aplacara las iras del presidente de la República francesa, que finalmente se conformó con el exilio de media docena de prelados-, y por qué recibió en 1943 en Roma a Ante Pavelic, el líder del Estado fascista croata que masacró a cientos de miles de serbios, judíos y gitanos. La prensa conservadora italiana se ha tomado alguna venganza señalando en este caso que el visto bueno al régimen colaboracionista de Vichy salió directamente de la secretaría de Estado vaticana, cuyo titular era el cardenal Montini, futuro papa Pablo VI.



DIARIO EL PAIS
Viernes 27 octubre 2000 - Nº 1638
 
Luis


Tan solo frase hipotéticas, con expresiones de pura teoría....
 
Métodos de "inculturación" de los primeros misioneros protestantes a tierras americanas:


EL PACTO DEL MAYFLOWER

El desigual triunfo de la Reforma

El movimiento iniciado en 1517 con la fijación de las 95 Tesis en Wittenberg -y que convencionalmente recibe el nombre de Reforma - estaba llamado a experimentar una rapidísima expansión. Al año siguiente de la publicación de las 95 Tesis por Lutero, Zuinglio comenzó a apoyar la idea de la Reforma en la ciudad de Zurich. En 1527, apenas una década después de las famosas tesis, el luteranismo se había convertido en la religión estatal en Dinamarca y Suecia. Al año siguiente, la Reforma se extendía triunfal por Basilea, Saint-Gall, Schaffhouse y Mulhouse, mientras Lutero y Zuinglio se reunían en Marburgo con la intención de llegar a un acuerdo - que no se alcanzó - entre todas las iglesias reformadas. Antes de que acaba la década, la Reforma se había extendido también a España, Italia y Francia, y la siguiente comenzó con la clara ruptura entre Inglaterra y el papado.

A finales de los años cincuenta, la Inquisición había logrado acabar con el minoritario protestantismo español - que, en realidad, hundía sus raíces históricas en movimientos independientes de Lutero - pero para ese entonces, los protestantes habían triunfado también en Escocia, buena parte de los Países Bajos y el resto de Escandinavia. Cuando concluyó el siglo, la Reforma se había establecido en todo el norte de Europa, amplias zonas del centro del continente e incluso había conseguido mantener un testimonio importante en Francia donde el Edicto de Nantes de 13 de abril de 1598 aseguraba, siquiera momentáneamente, su supervivencia.

Con todo, el triunfo, incluso donde se había producido, era muy desigual. En algunos casos, implicaba su transformación en una iglesia estatal relativamente tolerante hacia las otras confesiones protestantes pero radicalmente opuesta a la convivencia con el catolicismo que daba muerte a sus correligionarios en la Europa del sur. En otros, supo evitar el carácter estatal y abrió la tolerancia a fes históricamente despreciadas como era el caso de los judíos. Incluso no fueron pocos los protestantes radicales - como los Hermanos suizos y los mennonitas - que se negaron a participar del poder estatal y rehusaron servir en el ejército como también lo habían hecho los primeros cristianos. Éstos no pocas veces se vieron perseguidos por su insistencia en seguir literalmente las enseñanzas de Jesús tanto por católicos como por otros protestantes. En términos generales, puede indicarse que precisamente las confesiones protestantes que más se distanciaron del catolicismo también abogaron con más fuerza y más convicción en favor de la tolerancia y la libertad para todos, mientras que las que se mantuvieron más cerca del modelo romano también se manifestaron más restrictivas al respecto.

El caso del protestantismo inglés

La historia de la Reforma en Inglaterra revistió unas particularidades con escasos paralelos con otros países finalmente decantados hacia el protestantismo. Inicialmente, su monarca Enrique VIII había sido un fiel católico. Fue incluso especialmente considerado por el papa como "Defensor fidei" cuando escribió un tratado antiluterano en el que mantenía la doctrina católica sobre los sacramentos.

Esa situación comenzó a experimentar un cambio de enorme envergadura cuando Enrique VIII llegó a la conclusión de que su esposa Catalina de Aragón era estéril y de que necesitaba una anulación del matrimonio a fín de casarse con otra mujer que le proporcionara descendencia. Inglaterra había conocido un siglo largo de guerras civiles hasta la entronización de la dinastía de los Tudor y los temores de Enrique en el sentido de que esos tiempos pudieran iniciarse de nuevo distaban mucho de ser absurdos. En otras circunstancias, es posible que el papa hubiera sido sensible a las peticiones de Enrique porque existían precedentes medievales de actos como el solicitado por el monarca inglés. Sin embargo, el contexto no podía ser peor.

Catalina de Aragón era pariente del nuevo emperador Carlos V y lo último que deseaba el pontífice era enfrentarse con él. Finalmente, el resultado de la negativa fue que Enrique VIII repudió a Catalina pese a todo e inició un cisma.

En 1531, se había convertido en jefe de la iglesia de Inglaterra.

Con todo, Enrique no simpatizaba en absoluto con la Reforma e incluso respondió a los intentos de los protestantes por extenderla condenando a muerte a éstos. Precisamente, su defensa de una teología católica - aunque separando la iglesia nacional de la obediencia al papa - explica en buena medida que el pontífice no lo excomulgara hasta 1538. A fín de cuentas, Enrique era un cismático pero resultaba más difícil motejarlo de hereje.

Muy distinta fue la posición teológica de Eduardo VI, el sucesor de Enrique VIII. Aunque muy joven cuando accedió al trono, había sido educado en la doctrina reformada y decidió convertir a la iglesia anglicana en una confesión medularmente protestante. Posiblemente lo hubiera logrado de manera completa de no haber muerto tan joven y no haber sido sucedido por una católica tan convencida como María Tudor. En 1553, María inició gestiones ante la Santa Sede con la finalidad de llevar a Inglaterra nuevamente al redil católico y dos años después derogó todas las normas vigentes de carácter protestante.

El matrimonio de la reina María - que merecería el apelativo de Bloody (sanguinaria) por las matanzas de protestantes realizadas siguiendo sus órdenes - con Felipe II de España pareció asegurar que Inglaterra volvería a ser ganada por la iglesia católica en breve. Sin embargo, aquel matrimonio no tuvo sucesión y poco después falleció María siendo ocupado el trono inglés por la reina Isabel I, también hija de Enrique VIII. Al igual que su padre, pero a diferencia de Eduardo VI, Isabel no sentía ninguna simpatía especial por la causa de la Reforma pero encontraba hasta cierto punto beneficiosa la consagración del cisma. Si, finalmente, decidió confirmar el giro protestante de la iglesia anglicana se debió, primero, a la excomunión fulminada contra ella por el papa y, segundo, al temor - quizá no del todo fundamentado - a un golpe católico promovido por la Santa Sede y apoyado por España.

En 1563 se aprobaron en Inglaterra los 39 Artículos de la iglesia anglicana que, en teoría, la convertían en una confesión protestante pero que, en realidad, la situaban en una especie de tierra de nadie que algunos comenzaron a denominar "via media" entre las iglesias protestantes y el catolicismo. Así, el anglicanismo aceptaba los principios reformados de "Sola Escriptura", "Solo Christo" y "Sola fide". Pero, a la vez, incluía tesis católicas como la de la sucesión episcopal, dejaba la puerta abierta a interpretaciones sacramentales cercanas a las del catolicismo y no era tan riguroso como las iglesias reformadas en cuestiones como la confesión o el uso de imágenes. El hecho de que además mantuviera el carácter estatal de la iglesia colocaba en una situación especialmente difíciles no sólo a los católicos - que fueron considerados no del todo sin razón como enemigos de la dinastía - sino también a buen número de protestantes que sólo deseaban profundizar en los principios fundamentales de la Reforma y que, precisamente por eso, nopodían sentirse a gusto en el seno del anglicanismo. En poco tiempo, para estos dissenters el bien más ambicionado fue el de la libertad de conciencia.

William Bradford y los peregrinos

En 1590, nació en Austerfield, una ciudad de Yorkshire, en Inglaterra, un niño que recibió el nombre de William Bradford. Perdió a sus padres siendo aún un niño pero tuvo la fortuna de que éstos le dejaran una cierta fortuna y de que además sus abuelos se ocuparan de su educación. Cuando contaba con unos doce años de edad William comenzó a entregarse a la lectura de la Biblia lo que no tardó en llevarle a cuestionar la teología anglicana y especialmente aquellos aspectos que la acercaban más a la iglesia católica. En 1593, se había aprobado en Inglaterra una legislación acentuadamente contraria a los no-conformistas de manera que no pocos pensaron que la única salida para evitar la prisión o la ocultación de sus creencias era la emigración.

Cuando contaba 18 años de edad, William se dirigió a Holanda junto a otros disidentes. La elección resultaba totalmente lógica ya que, pese a su carácter mayoritariamente calvinista (o quizá precisamente por eso), Holanda se había convertido en un emporio de la libertad religiosa que no era negada ni siquiera a anabautistas o a judíos. Bradford fue arrestado en dos ocasiones por intentar abandonar Inglaterra pero en ambos casos logró ser puesto en libertad tras exponer los motivos de su viaje y se le autorizó a reunirse con sus amigos en Amsterdam.

Una vez en Holanda, William Bradford se colocó como aprendíz de un sedero hasta que llegó a la mayoría de edad. Al alcanzar ésta, liquidó la herencia que sus padres le habían dejado en Inglaterra y con el montante se estableció en Leyden. Sin embargo, no iba a permanecer mucho tiempo en los Países Bajos. Por aquellos días, algunos de los emigrados protestantes procedentes de Inglaterra estaban acariciando la idea de encontrar una nueva tierra en la que no sólo pudieran ser tolerados sino donde además tuvieran la posibilidad de establecer un nuevo modelo social sobre bases completamente novedosas. Obviamente, tal posibilidad sólo resultaba planteable en el continente americano y así fue como buena parte de la iglesia inglesa que pastoreaba un hombre llamado Robinson decidió hacerse a la mar a bordo de un barco llamado Mayflower. El día de la partida fue dedicado a la oración y antes de zarpar, el pastor predicó sobre el texto que se encuentra en el libro bíblico de Esdras 8, 21 :

"Y allí, junto al río Ahava, proclamé un ayuno, para que pudiéramos humillarnos delante de nuestro y buscar de Él un camino recto para nosotros, y para nuestros hijos y para todos nuestros bienes"

Según la mentalidad de aquellos emigrantes, su condición era la de peregrinos similares a los descritos en la carta a los Hebreos (11). La expedición se enfrentó con no pocas dificultades durante su travesía de manera que en lugar de llegar a Virginia, que era el destino en que se había pensado, atracó en Cape Cod, Massachusetts, el 11 de noviembre de 1620.

Este cambio de lugar creó una situación que no había sido contemplada previamente por los peregrinos. Su intención al llegar a Virginia era gozar de mayor libertad que en Inglaterra pero también la de someterse y disfrutar del gobierno inglés ya establecido en ese enclave. De hecho, algunos de los peregrinos habían suscrito dos años atrás un documento conocido como el Acuerdo de Leyden (Leyden Agreement) en virtud del cual quedaban establecidas sus prioridades que eran fundamentalmente las de practicar su religión y reconocer la soberanía del monarca inglés.

Sin embargo, ahora, al llegar a un territorio no ocupado previamente por Inglaterra, los peregrinos tuvieron que afrontar la necesidad de establecer una mínima estructura de gobierno que les permitiera regirse en los tiempos inmediatamente venideros. Antes de proceder a desembarcar, sus objetivos quedaron reflejados en un escrito. Éste documento no fue otro que el denominado Pacto del Mayflower.

El Pacto del Mayflower

El texto del mencionado pacto - que reproducimos íntegro a continuación - es muy breve. Sin embargo, su trascendencia es enorme ya que contiene lo suficientemente delimitadas algunas de las líneas fundamentales de lo que será el desarrollo de la historia norteamericana posterior :

"En el Nombre de Dios, Amén. Nosotros, cuyos nombres figuran en la parte inferior del escrito, los súbditos leales de nuestro amado y soberano Señor, el rey Jacobo, por la gracia de Dios, de Gran Bretaña, Francia e Irlanda Rey, defensor de la fe, etc, habiendo emprendido, para la gloria de Dios y el avance de la fe cristiana, y el honor de nuestro rey y del país, un viaje para constituir la primera colonia en las zonas norteñas de Virginia, por la presente, solemne y mútuamente, en la presencia de Dios y de los unos ante los otros, pactamos y nos unimos en un cuerpo político civil, para nuestro mejor ordenamiento y preservación, y la consecución de los fines ya señalados ; y en su virtud para poner en funcionamiento, constituir y formar leyes, ordenanzas, actas, constituciones y cargos justos e iguales, de tiempo en tiempo, como deberían ser pensados más adecuados y convenientes para el bien general de la colonia ; prometiendo toda la debida sumisión y obediencia.

En testimonio de todo ello firmamos aquí con nuestros nombres en Cape Cod el 11 de noviembre, en el año del reinado de nuestro Señor soberano, el rey Jacobo de Inglaterra, Francia e Irlanda, el dieciocho, y de Escocia el cuarenta y cuatro. Anno Dom. 1620"

En primer lugar, siguiendo la tradición de la época, los firmantes del Pacto señalaron su lealtad al rey Jacobo, y a continuación de manera convencional indican que han realizado el viaje - cuyo destino inicial era Virginia - con la finalidad de establecer una colonia en la que se glorificara a Dios, se extendiera la fe cristiana y se honrara al rey y a la nación. No hay nada excepcional en este inicio y puede decirse que se corresponde sin grandes modificaciones con otros similares de la época en que se enfatizaba tanto los vínculos con la metrópoli como el deseo de dotar a cada misión colonizadora o conquistadora de una legitimación espiritual. Recordemos que incluso en el caso de España y Portugal, esa legitimación no era autoconcedida por cada nación sino que derivaba de una autoridad espiritual superior.

Sin embargo, una cuestión muy diferente son las líneas que siguen a continuación de la declaración de los primeros principios. Lejos de hacer referencia a una dependencia institucional de la Corona o al traslado del modelo social europeo a tierras americanas, los peregrinos se comprometen a construir una nueva entidad política en virtud de un pacto social libre y concluido por todos. El concepto, sin duda, se asienta en algunas de las tradiciones reformadas más importantes que, finalmente, volverán a hacer acto de presencia durante el período de la Revolución americana. Sin embargo, quizá lo más interesante sea la manera en que los peregrinos conciben que se desarrollará de manera concreta ese pacto. Éste implica, en primer lugar, la puesta en funcionamiento de un sistema legislativo ("leyes, ordenanzas, actas, constituciones") y ejecutivo ("cargos") establecido por períodos ("de tiempo en tiempo") y concebido sobre la base del "bien general".

En otras palabras, el sistema estamental del Antiguo Régimen europeo no es censurado directamente - de hecho, se reconoce la sumisión al monarca -pero en la colonia es sustituido por un sistema político electivo, pactado por todos, destinado al bien general y dotado de facultades legislativas y de gobierno. Dentro de una monarquía estamental - que en un par de décadas entrará en guerra con el Parlamento por sus arbitrariedades - se acababa de constituir por un acto de voluntad popular un sistema que podría calificarse de pre-democrático. Sin embargo, de la mentalidad del Pacto iban también a derivar otras consecuencias que cambiarían la Historia, que modelarían el devenir futuro de los Estados Unidos y que no serían tan positivas.

Después del desembarco

La vida de los primeros peregrinos no resultó en absoluto fácil. Ya algunos habían perdido la vida durante la travesía y el primer invierno en tierra fue realmente terrible. De los 103 que desembarcaron en las costas del nuevo continente, 51 fallecieron durante el primer invierno. Sin duda, las condiciones eran difíciles pero buena parte de la responsabilidad por aquel desastre derivaba de los propios colonos que ni se habían equipado con un mínimo de sensatez para establecerse en los nuevos territorios ni tampoco tenían unos conocimientos rudimentarios que se lo permitieran. Con toda seguridad, de no haber recibido la ayuda generosa y desinteresada de los indígenas, no hubieran podido sobrevivir en aquella tierra. La actitud de los indios constituyó, por lo tanto, una auténtica bendición para ellos. No puede, sin embargo, decirse lo mismo de las consecuencias que aquellos actos tuvieron para los aborígenes. Es más que posible que de haberlas previsto hubieran dejado morir a los colonos ingleses sin mover un dedo en su ayuda.

Desde un principio, los recién llegados no tuvieron ningun problema en hacerse con tierras pero muy pronto quedó de manifiesto que el hambre que tenían de ellas era insaciable. Para los indígenas las consecuencias fueron terribles porque al expolio material se unieron pronto males aún mayores. El primero fue la llegada de nuevas enfermedades como la viruela. William Bradford, que sería elegido gobernador de la colonia de Plymouth, describió con tonos muy realistas la manera en que una epidemia de esta enfermedad provocó la muerte de un elevado número de indios que "murieron muy miserablemente". Las consecuencias que Bradford sacó de aquel episodio no pudieron ser, sin embargo, más iluminadoras :

"muy pocos se salvaron, incluyendo el gran saquem... y casi todos sus amigos y familiares... por la maravillosa bondad y providencia de Dios, ni uno solo de los ingleses cayó tan enfermo o en la menor medida fue tocado por esta enfermedad"

Los indios habían muerto en masa y los ingleses, no. Detrás de semejante catástrofe para unos y suerte para otros, en opinión de Bradford, sólo podía verse la mano de Dios favoreciendo a los colonos. Precisamente, el primer gobernador de Massachusetts escribiendo en 1634 acerca de una epidemia similar que había tenido efectos desastrosos sobre los indios señalaba :

"en cuanto a los nativos, han muerto casi todos de viruela, de manera que el Señor nos ha facilitado el dominio de lo que poseemos"

Acababa de nacer la teoría del Destino manifiesto al que habían sido llamados los colonizadores, una teoría que enseñaba la existencia de un llamado especialmente providencial para los pobladores anglosajones del Norte y que, de manera bastante directa, legitimaba la expansión territorial fueran cuales fueran sus costes para las poblaciones autóctonas. Porque muy pronto quedó de manifiesto que los colonos no iban a contentarse con la desaparición de los indígenas merced sólo a las plagas que, presuntamente, Dios derramaba sobre ellos. Estaban más que dispuestos a colaborar con la tarea del Creador exterminando directamente a los indios.

En 1636, fue encontrado muerto en Block Island un tal John Oldham, al que se había expulsado de la colonia de Plymouth. Nunca estuvo muy claro quien lo había asesinado pero, de entrada, los colonos dieron muerte a más de una docena de indios que se hallaban cerca de la escena del crimen. Pese a todo, el jefe de los Narragansetts ofreció investigar quiénes podían haber sido los culpables y castigarlos. Con tal finalidad envió a 200 guerreros a Block Island para dar con los supuestos asesinos de Oldham. Se equivocaba al no comprender que los colonos sólo estaban buscando una excusa para exterminar a toda la población aborigen. Así comenzó la denominada guerra de los Pequots que concluyó con la aniquilación casi total de éstos sin excluir a ancianos, mujeres y niños. El mismo William Bradford describió de manera bastante realista los sentimientos de entusiasmo que aquel episodio despertó en los colonos :

"Fue una terrible visión contemplarlos friéndose en el fuego y los ríos de sangre que apagaban éste, y lo horrible que eran la peste y el olor que salían ; pero la victoria pareció un dulce sacrificio, y dieron la alabanza por ello a Dios, que había actuado de una manera tan maravillosa en su favor, encerrando a sus enemigos en sus manos y dándoles una victoria tan rápida sobre un pueblo tan orgulloso e insolente"

Como señalaría John Robinson a William Bradford, lo más penoso de aquel episodio no era que los indios hubieran sido exterminados de manera totalmente injustificada por los padres peregrinos sino que no habían tenido la suerte de aceptar la fe de sus enemigos antes de que éstos acabaran con ellos :

"¡Oh, qué felíz cosa hubiera sido si hubieras convertido a algunos antes de matar a cualquiera de ellos !"

Las excepciones a este proceso general - en el que pronto se realizó el primer ensayo de guerra química al entregar a los indios mantas contaminadas con viruela para que murieran con más rapidez - fueron muy escasas y, a diferencia de lo sucedido en Iberoamérica con Las Casas y otros defensores de los indios, jamás contaron con respaldo oficial. Así, por ejemplo, el bautista Roger Williams tuvo que alejarse de los demás colonos para fundar un enclave en el que ni se asesinara a los indígenas ni se persiguiera a nadie por denunciar aquellas atrocidades. Pero nunca estuvo bien visto por el resto de los colonizadores. En cuanto a los cuáqueros de Pensilvania, los creadores del primer ente político dotado de tolerancia hacia todas las creencias, fueron los únicos colonos blancos que insistieron, pese a la concesión regia, en pagar a los indios las tierras que ocupaban y también resultaron los firmantes del único tratado con los pieles rojas que jamás fue violado. Sin embargo, cuando perdieron la mayoría en la asamblea de Pensilvania, el nuevo gobierno no tardó en enzarzarse en una guerra de expansión contra los indios.

Para multitud de etnias aquellos primeros pasos de los conquistadores anglosajones en el continente fueron el final. Sin embargo, vistos desde una perspectiva histórica, se trataban sólo del principio. En los siglos siguientes, las tribus indígenas de América del norte - con las que jamás se produjo un mestizaje - desaparecieron por docenas o fueron diezmadas y recluidas en reservas. No debería extrañar que, según su propia confesión, Hitler inspirara parte de la política nazi seguida contra los judíos en el ejemplo de la mantenida por los norteamericanos contra los indios. En ambos casos se perseguía el exterminio de una raza con fines de expansión territorial y económica y en ambos casos se tenía la convicción de obedecer a un destino providencial y racialmente superior.

En ese sentido, el Pacto del Mayflower cambió radicalmente la historia. Implicó, por un lado, la firme decisión de constituir el embrión de lo que serían unas instituciones representativas que acabarían confluyendo en el establecimiento de una democracia. Sin embargo, significó asimismo la convicción - rara vez sacudida por cualquier evidencia moral contraria - de que los colonos de América del Norte disfrutaban de una ayuda especial de la Providencia en la realización de sus propósitos. Finalmente, implicó la legitimación de una forma de actuar que adjudicó al oponente, aunque fuera involuntario, el carácter de enemigo satanizado y candidato al exterminio.

Precisamente por estas razones, la historia de América - y con ella la del mundo - se transformó radicalmente a partir del Pacto del Mayflower y también resulta incomprensible sin hacer una referencia a él.


Tomado de "Textos que cambiaron la historia" (C. Vidal, Planeta)
 
Veamos "otra" forma de entender cómo habría de ser la evangelización de los nativos de América

Isabel la Católica:
“Concedidas que nos fueron por la Santa Sede Apostólica las islas y la tierra firme del mar Océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue la de tratar de inducir a sus pueblos que abrazaran nuestra Santa Fe Católica y enviar a aquellas tierras religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a los habitantes en la Fe y dotarlos de buenas costumbres poniendo en ello el celo debido; por ello suplico al Rey, mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo a mi hija la princesa y a su marido, el príncipe, que así lo hagan y cumplan y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha diligencia y que no consientan que los nativos y los habitantes de dichas tierras conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes, sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad y que si sufrieren algún daño, lo repararen.”
 
Luis, no hablamos de los errores del protestantismo, estás off topic, no lo olvides
 
Si quieres abro un epígrafe titulado "La Reforma, el protestantismo y sus crímenes en 500 años"
Pero mejor tratamos todos los trapos sucios en un solo epígrafe, ¿te parece?
 
No Luis, abre otro epígrafe, aqui hablamos sobre Roma, te recuerdo que estás off topic
 
Hola a todos, para que nadie se despiste, he fusionado el epígrafe de El Vaticano, la ICR y sus crímenes en casi 1700 años con el de Antisemitismo cristiano ;).

DLBM.

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Webmaster
 
Joibá qué jaleo de epígrafes y de cambio de mensajes de un lado para otro

¡¡¡Webmasteeeeeeeer, nos vas a volver locos!!!!

:burla:
 
Con respecto a la inculturización: ¡¡¡ vaya forma de llamar a la adaptación de las divinidades indígenas al santoral y colección de vírgenes romanistas !!!