Sigue pensando (porque así se lo enseñan) que la importancia de "El Nombre del Eterno" es saber cómo se escribe y cómo se pronuncia. Al menos esta es la sensación que obtengo de sus mensajes. Y no es que no sepa ciertas cosas porque se las he hecho saber, es que no quiere aprenderlas.
"El nombre" en el Antiguo Testamento se revela en el Nuevo Testamento con un nombre propio (tanto que busca "un nombre propio") en una persona muy concreta: JESÚS. Y SIN ÉL NO HAY SALVACIÓN porque SIN NUESTRO SEÑOR DIOS (y no sobre otro "señor dios") no la puede haber.
Cuando se blasfema "en el nombre de Dios", ¿a qué persona y con qué nombre piensa que se está haciendo eso? ¿Ha escuchado muchas blasfemias en la persona del Padre? Puede ser, pero seguro que muchas, muchísimas más en la persona del Hijo (Cristo). Así es como actúa el anti-Cristo, el oponente de nuestro Señor Dios. La blasfemia siempre es en referencia al Verdadero (si no, no sería "blasfemia").
Las razones para mantenernos firmes (TANTO QUE BUSCA UN NOMBRE PROPIO PARA DIOS) según las Santas Escrituras son estas, y uno su nombre:
- El que persevera en el nombre de Dios, en su nombre, será salvo (Mateo 10:22).
- Porque el que se abandona a Dios heredará la vida eterna (Mateo 19:29).
- Porque precisamente usted Olga, que tanto me escribe "Bendito sea el Dios y Padre de Jesús" no podrá ver a Dios hasta que diga lo siguiente: "Bendito el que viene en el nombre del Señor", y hablamos del Hijo, Jesús (Mateo 23:39).
- Porque somos aborrecidos por el maligno a causa del único nombre que tenemos para ser salvos (Hechos 4:11-12), (Mateo 24:9).
- Porque los milagros (y sabemos que todos proceden de Dios) son reales, y en su nombre se hacen (Marcos 9:39).
- Porque los demonios no tienen otra que sujetarse a su Dios y Creador (Lucas 10:17).
- Porque el que invoque su nombre será salvo (Hechos 2:21) y no tenemos otro más que uno (Hechos 4:11-12).
- Etcétera, etcétera, etcétera.
PORQUE LOS APÓSTOLES LUCHARON EN VIDA POR PREDICAR EL NOMBRE DE SU SEÑOR Y DIOS COMENZANDO POR JERUSALÉN (LUCAS 24:46-47) PARA LA CONVERSIÓN DE LOS PECADOS.
Que el Señor nuestro Dios le bendiga a usted y a los suyos.