¿O sea que Cristo intercede por quienes no se salvarán?Primero tendrías que probar cón la Biblia que se salvaron.
Una cosa es que se interceda por ellos y otra la respuesta del hombre.
¿Es Cristo un Abogado que a veces falla en sus argumentos? ¿Uno al que el Juez termina no haciendo caso?
¿Acaso es un Abogado ingenuo, que cree que todos merecen una oportunidad, y se empeña en lo imposible?
¿O quizá un Abogado que no conoce el corazón de los hombres, y no puede distinguir entre el sinceramente arrepentido y el hipócrita?
Jesús, el Abogado, presentó un argumento ante el Juez "... porque no saben lo que hacen".
¿Qué es lo que esos soldados no sabían?
¿Sabían que estaban crucificando a un reo? Sí. Eso lo sabían. Entonces ese no puede ser el meollo del argumento de Jesús ante su Padre.
¿Sabían a quién estaban crucificando? Eso no.
Así pues, aún si @Antisistema- , @OLGALINARES y yo erramos al identificar de quién exactamente estamos hablando (si de Dios, un dios, un Hijo de Dios, un Logos, un Primogénito, un Unigénito, etc) Jesús intercede por nuestros pecados ¡Más aún, cuando lo amamos!
Mi pregunta es simple.
Si Jesucristo no hubiese muerto y resucitado, habría posibilidad de salvación hoy?
Probalo con la Escritura.
Tu pregunta NO es simple, al menos no para mi limitado cerebro, ya que no puedo visualizar a Jesús negándose a hacer la voluntad de su Padre.
Pero poniéndome en este fantasioso escenario, te presento estos dos textos que nos dicen a quién perdona y justifica Dios:
"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." (Sal 51:17)
Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. (Lucas 18:10-14)