Entre más conozcamos a Jesús, mejor le serviremos.
No es igual el servicio que pueda rendir un creyente a quién le vendieron un cristo criatura, que otro que conoce y sabe quién es Jesús, el YO SOY del AT.
Uno de los hombres que mayormente conoció al Señor fue Abraham.
Él es llamado el amigo de Dios.
Por lo tanto, no es extraño que habitara en tiendas, pues al conocerlo, se separó por completo del mundo que le rodeaba:
Heb 11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Heb 11:9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
Heb 11:10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
A Abraham le fue mostrada la Jerusalén Celestial en todo su esplendor, de manera que tenía motivos suficientes para esperar ese día prometido, en el cual le vería llegando al Hades, revestido de Gloria y Majestad, a rescatar a todos los santos del AT, presos allí, porque llegaron con sus pecados intactos, porque la sangre de los sacrificios no quitaban el pecado:
Heb 10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
Heb 10:5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste;
Más me preparaste cuerpo.
Heb 10:6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Heb 10:7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí.
El mismo que descendió al Hades es el mismo que subió a lo alto llevando cautiva la cautividad, y en esa compañía podemos observar al último salvado del AT, aquel que oyó de Jesús, la promesa de estar en el Paraíso juntamente con el Señor y todos sus redimidos, ese mismo día.