Usted incurre en el mismo error: pensar que porque los traductores pusieron "adorar", allí se estaba adorando (o queriendo adorar).
Pero en el versículo dice que se iba a postrar (προσκυνῆσαι) ante el mensajero, un gesto judío de suprema gratitud en esa época. El mensajero le aclara: Estamos en el mismo nivel de autoridad y sumisió cuando le dice que "somos consiervos del mismo amo” (σύνδουλός σού εἰμι).
Ahora, razona:
Juan, que ha tenido una experiencia única de haber visto al mismísimo Jesús resucitado, y siendo además un hombre sabedor del evangelio y habiendo atestiguado nada más y nada menos que la transfiguración, ¿se vería impelido a profanar el Nombre del Eterno adorando a una criatura? Naturalmente, no.
Evidentemente, acorde a las sanas y legítimas costumbres judías de su época, quiso agradecer de manera suprema al emisario celestial, y este, al considerarse consiervo de Juan, le insta a reverenciar a Dios.