¿Y QUE SERÍA LA DEPRAVACIÓN TOTAL?
San Agustín, Aquino y luego Calvino llegan a la conclusión bíblica de que el Hombre tiene libre albedrio pero no en un contexto neutral sino que la caída afecto a la condición del libre albedrio del hombre haciendo que todas las decisiones que tomamos antes de ser regenerados tienden a lo malo.
Luego el Hombre sin la capacitación de Dios no puede venir por si mismo a salvación es decir, literalmente por misericordia somos salvos, repito, sin esta capacitación o regeneración en el espíritu santo, NO habría manera de venir a salvación.
Esto es la depravación total y la palabra total se refiere a la totalidad de los hombres.
Un hecho histórico, San Agustín crea esta teología de la predestinación en respuesta a una herejía que se había propagado por allá por el siglo IV llamada pelagianismo, el cual decía que la caída del hombre no había afectado su libre albedrio y que el hombre podía venir a salvación y salvarse por si mismo... Al leer este desmadre, san Agustín se remango el vestido ese que usaba y se dispuso a redactar una respuesta a esta herejía. Curiosamente el TULIP calvinista también es la respuesta a los 5 puntos del arminianismo que era la herejía de la época.
Lo difícil de entender para los que están en un nivel más avanzado del estudio de la predestinación es saber exactamente:
-Que criterio usa Dios para elegir a sus escogidos/ La biblia habla del amor pero igual queda abierto.
-Como Dios nos predestina o influencia para salvación al mismo tiempo que nos deja tomar nuestras propias decisiones.
Esto no está en la biblia y por eso es que hay tantas discusiones y debates al respecto.
Personalmente YO creo que Dios ve algo en la personalidad de los seres humanos y escoge a los pecadores que les cae bien o que les cae menos mal. La otra opción es que simplemente Dios nos escoja según un propósito y nos enfile a que se cumpla, como expone en el caso de Jacob y Esaú, es decir, lo mismo podía haber escogido a Esaú si quisiera que el menos sirviera al mayor y Esaú sería el capacitado por el Espíritu santo para su propósito de salvación.