Re: 1844, su importancia
Bueno, bueno, bueno. Ya está bueno ya.
Se ha expuesto nuestras razones bíblicas para creer la existencia de vida en otros mundos no pecadores, donde no ha habido necesidad de crucificar al Hijo de Dios, ni nada que se le parezca.
Sería algo egoista de nuestra parte no compartir con los hermanos evangélicos y afines, la visón que Dios le dio en su misericordia a la hermana Elena G. de White que confirma tal creencia. Lo presento como testimonio, no para convencerlos de nada. Si se quieren burlar, búrlesnse, siéntanse libre para hacerlo. Total así lo han hecho con casi todos los profetas de Dios.
"El Señor me mostró en visión otros mundos. Me fueron dadas alas y un ángel me acompañó desde la ciudad a un lugar brillante y glorioso. La hierba era de un verde vivo y las aves gorjeaban un dulce canto. Los moradores de aquel 4lugar eran de todas estaturas; eran nobles, majestuosos y hermosos. Llevaban, la manifiesta imagen de Jesús, y su semblante refulgía de santo júbilo, como expresión de la libertad y dicha que en aquel lugar disfrutaban. Pregunté a uno de ellos por qué eran mucho más bellos que los habitantes de la tierra, y me respondió: 'Hemos vivido en estricta obediencia a los mandamientos de Dios, y no incurrimos en desobediencia como los habitantes de la tierra.'
Después vi dos árboles, uno de los cuales se aprecia mucho al árbol de vida de la ciudad. El fruto de ambos era hermoso, pero no debían comer de uno de ellos. Hubieran podido comer de los dos, pero les estaba vedado comer de uno. Entonces el ángel que me acompañaba me dijo: "Nadie ha probado aquí la fruta del árbol prohibido, y si de ella comieran, caerían." Después me transportaron a un mundo que tenía siete lunas; donde vi al anciano Enoc, que había sido trasladado. Llevaba en su brazo derecho una esplendente palma, en cada una de cuyas hojas se leía escrita la palabra: "Victoria." Ceñía sus sienes una brillante guirnalda blanca con hojas, en el centro leía: "Pureza." Alrededor de la guirnalda había piedras preciosas de diversos colores que resplandecían más vivamente que las estrellas y , reflejando su fulgor en las letras, las magnificaban. En la parte posterior de la cabeza llevaba un moño que sujetaba la guirnalda, y en él estaba escrita la palabra: "Santidad." Sobre la guirnalda ceñía Enoc una corona más brillante que el sol. Le pregunté si aquel era el lugar adonde lo habían transportado desde la tierra. El me respondió: "No es éste. Mi morada es la ciudad, y he venido a visitar este sitio." Andaba por allí como si estuviese en casa. Supliqué a mi ángel acompañante que me dejara permanecer allí. No podía sufrir el pensamiento de volver a este tenebroso mundo. El ángel me dijo entonces: "Debes volver, y si eres fiel, tendrás, con los 144,000, el privilegio de visitar todos los mundos y ver la obra de las manos de Dios."
Diosmlos bendiga a todos
Bueno, bueno, bueno. Ya está bueno ya.
Se ha expuesto nuestras razones bíblicas para creer la existencia de vida en otros mundos no pecadores, donde no ha habido necesidad de crucificar al Hijo de Dios, ni nada que se le parezca.
Sería algo egoista de nuestra parte no compartir con los hermanos evangélicos y afines, la visón que Dios le dio en su misericordia a la hermana Elena G. de White que confirma tal creencia. Lo presento como testimonio, no para convencerlos de nada. Si se quieren burlar, búrlesnse, siéntanse libre para hacerlo. Total así lo han hecho con casi todos los profetas de Dios.
"El Señor me mostró en visión otros mundos. Me fueron dadas alas y un ángel me acompañó desde la ciudad a un lugar brillante y glorioso. La hierba era de un verde vivo y las aves gorjeaban un dulce canto. Los moradores de aquel 4lugar eran de todas estaturas; eran nobles, majestuosos y hermosos. Llevaban, la manifiesta imagen de Jesús, y su semblante refulgía de santo júbilo, como expresión de la libertad y dicha que en aquel lugar disfrutaban. Pregunté a uno de ellos por qué eran mucho más bellos que los habitantes de la tierra, y me respondió: 'Hemos vivido en estricta obediencia a los mandamientos de Dios, y no incurrimos en desobediencia como los habitantes de la tierra.'
Después vi dos árboles, uno de los cuales se aprecia mucho al árbol de vida de la ciudad. El fruto de ambos era hermoso, pero no debían comer de uno de ellos. Hubieran podido comer de los dos, pero les estaba vedado comer de uno. Entonces el ángel que me acompañaba me dijo: "Nadie ha probado aquí la fruta del árbol prohibido, y si de ella comieran, caerían." Después me transportaron a un mundo que tenía siete lunas; donde vi al anciano Enoc, que había sido trasladado. Llevaba en su brazo derecho una esplendente palma, en cada una de cuyas hojas se leía escrita la palabra: "Victoria." Ceñía sus sienes una brillante guirnalda blanca con hojas, en el centro leía: "Pureza." Alrededor de la guirnalda había piedras preciosas de diversos colores que resplandecían más vivamente que las estrellas y , reflejando su fulgor en las letras, las magnificaban. En la parte posterior de la cabeza llevaba un moño que sujetaba la guirnalda, y en él estaba escrita la palabra: "Santidad." Sobre la guirnalda ceñía Enoc una corona más brillante que el sol. Le pregunté si aquel era el lugar adonde lo habían transportado desde la tierra. El me respondió: "No es éste. Mi morada es la ciudad, y he venido a visitar este sitio." Andaba por allí como si estuviese en casa. Supliqué a mi ángel acompañante que me dejara permanecer allí. No podía sufrir el pensamiento de volver a este tenebroso mundo. El ángel me dijo entonces: "Debes volver, y si eres fiel, tendrás, con los 144,000, el privilegio de visitar todos los mundos y ver la obra de las manos de Dios."
Diosmlos bendiga a todos