El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Luis Fernando dijo:
Tomado de "Los Papas de la Edad Antigua y Medieval"
por Luis Suárez
Catedrático de Historia Medieval. Miembro de la Real Academia de la Historia
Liberio (Papa desde el 17 de mayo 352 al 24 de septiembre de 366)
Las disputas teológicas.
La querella cristológica, una vez que los emperadores eran oficialmente cristianos, llegaba a su punto culminante: se trataba de acomodar el pensamiento helenístico, todavía muy vivo (Juliano, 361-363, sucesor de Constante II, 337-350, recurriría a él en su proyecto para prescindir del cristianismo en la reconstrucción del Imperio), a la fe cristiana. Constancio II, convertido en emperador único, estaba absolutamente decidido a luchar en esta línea, favoreciendo un arrianismo mitigado, por razones políticas: evitar la tremenda disociación que el cristianismo reclamaba. Liberio, nacido en Roma, se mostró defensor absoluto del Símbolo de Nicea, que garantizaba una fe en la divinidad de Jesucristo (omousios = consustancial al Padre), pero buscaba también vías de entendimiento entre las Iglesias. Pidió al emperador Constancio, como solución, la convocatoria de un concilio que decidiese, como ya sucediera en Nicea. Los consejeros de Constancio se mostraban vehementes enemigos de San Atanasio, en quien veían el principal protagonista de la radical oposición.
Los obispos occidentales se mostraron cada vez más partidario de san Atanasio; algunos de ellos escribieron al Papa pidiendo que se opusiera a su deposición. Constancio II aceptó la propuesta de convocatoria de un concilio, señalando la ciudad de Arles y el año 353; le influían poderosamente Ursacio y Valiente, que no habían renunciado a su posición antiniceana. La asamblea no se ocupó de aclarar la doctrina, sino de juzgar a Atanasio. Las presiones fueron tan fuertes que incluso los legados pontificios acabaron admitiendo la sentencia condenatoria. Liberio protestó, desautorizando a sus legados y reclamando una nueva convocatoria del concilio, esta vez en Milán (octubre 355). Se había producido entre los arrianos una división: mientras que los radicales afirmaban que Cristo era anomoios (= desemejante al Padre), un sector mayoritario se mostraba dispuesto a admitir una cierta omoia (= semejanza), aunque no extensiva a la esencia divina. Nuevamente en Milán triunfó la maniobra de centrar los debates en torno a la personia de Atanasio y no en la doctrina. Quienes se negaron a ratificar la sentencia, fueron desterrados. Tropas imperiales ocuparon Alejandría para capturar al "terco" patriarca, que pudo huir al desierto. Liberio fue conducido a Milán y, cuando se negó a capitular, se le aplicó la pena reservada a los funcionarios desobedientes: el confinamiento en Beroea (Tracia).
Cuando un funcionario imperial, culpable de desobediencia, era desterrado, perdía automáticamente su oficio. Así se hizo con Liberio: los partidarios del emperador procedieron a elegir un nuevo papa, Félix, el cual tardó bastante tiempo en aceptar, consciente de la impopularidad que despertaba su persona. El emperador se encontraba ante un nuevo problema: la consagración de Félix por tres obispos arrianos provocó un verdadero levantamiento en Roma: sus calles eran campo de una guerra civil. Constancio pensó que era conveniente propiciar el regreso de Liberio, haciéndole aceptar una fórmula, lo cual al parecer consiguió a principios del año 357. Así surge "la cuestión del Papa Liberio", que sería esgrimida en el Concilio Vaticano I como un argumento contra la infalibilidad pontificia. La pregunta es: ¿capituló el papa sometiéndose a una doctrina no ortodoxa? Sozomenos dio ya una explicación que dejaba a salvo la integridad del papa, aunque autores como San Anastasio, san Jerónimo o Filostorgia hablan de una verdadera capitulación.

La cuestión de Liberio.
G. Moro ("La cuestión del papa Liberio", Revista Eclesiástica, 1936) entiende que para comprender lo sucedido es necesaria una referencia a los debates internos de los arrianófilos. Éstos, reunidos en Ancira (Ankara) en el año 358 habían hallado una fórmula que permitía decir de Cristo que era omoiousios (=semejante en esencia al Padre), la cual, traducida al latín, parecía compatible con la ortodoxa. Esta fórmula, conocida como la "tercera de Sirmium", fue la presentada precisamente en esta ciudad (la actual Mitrovica) y pudo ser aceptada por este. Quedaban matices muy fundamentales, pero había una posibilidad de entendimiento, algo que el propio Liberio buscaba. Los arrianos la rechazaron.
Constancio II autorizó el retorno de Liberio a Roma, aunque imponiendo la condición de que Félix conservara su condición de obispo, estableciéndose una especie de diarquía. El papa fue recibido con grandes aclamaciones ("un Dios, un Cristo, un obispo") y Félix tuvo que huir de la ciudad. Le debilitación del prestigio de Liberio fue la consecuencia de tan desdichados sucesos. Cuando el año 359 el emperador convocó un concilio en Rímini para intentar imponer en Occidente sus puntos de vista, no invitó al papa. Bajo la dirección de Constancio y de su equipo, la templada "tercera fórmula de Sirmium" parecía triunfar, revelando además que la "semejanza" se inclinaba más del lado de la distinción entre las esencias del Padre y del Hijo que del de la identidad. En este momento falleció Constancio II (3 de noviembre del 361) y su sucesor, Juliano, al rechazar a la Iglesia -será llamado "apóstata"- la dejó al mismo tiempo en libertad para resolver sus querellas. Liberio recobró la dirección y su energía. Restableció la comunión con Atanasio, que pudo regresar a Alejandría. En esta ciudad se reunió un sínodo que, reclamando el Símbolo de Nicea, acordó sin embargo medidas conciliatorias para que los disidentes pudieran retornar sin traumas a la unidad. Liberio operó de la misma manera: invitó a la comunión a todos los presentes en Rimini con la única salvedad de que debían aceptar el Símbolo de Nicea. Desde el 366 dicho Símbolo iba a convertirse en signo de identidad para la Iglesia universal.
Aunque la memoria posterior le haya sido desfavorable, hasta el punto de omitirse su nombre en la lista de santos, es evidente que su pontificado se cerró con un gran servicio a la unidad de la Iglesia y que su transitoria debilidad dialogante fue eficaz a la hora de evitar una ruptura entre Oriente y Occidente.


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Hale, a ver quién es el que rebate eso

¡¡¡Así que una revista Eclesiástica del 1936!!! Claro hombre, ¿que quieres que diga?

Liberio se condenó así mismo al excomulgar a Atanasio. Y lo hizo con estas palabras, según San Hilario (no según Tobi)
"Atanasio, quien fue obispo de la ciudad de Alejandría, fue condenado por mí y separado de la comunión de la Iglesia de Roma"
Despues de esto ya pueden venir los presuntos "historiadores" que se ven obligados a justificar la infalibilidad papal y por ello se ven también obligados a inventarse aquello que no pueden encontrar en la historia.

El Concilio Primero de Constantinopla y Segundo Ecuménico en su canon segundo estableció claramente que "los obispos de una diocesis no se inmiscuirán en los asuntos de las demás para introducir confusiónen las mismas" y seguidamente especifica las esferas de gobierno de los metropolitanos de Alejandría, Antioquía, Efeso, Ponto y Tracia. Ni una sola mención de ninguna clase de autoridad del obispo de Roma. ¿Y que ocurre si nos vamos al canon tercero? En este se nos explica con una claridad más que diáfana cual era la naturaleza del rango primacial de Roma en aquellos siglos; una posición de honor, debido al rango de la capital. Luego eran motivos puramente terrenos y mundanos que niegan cualquier pretendida jurisdicción de jure divino a Roma.

En este concilio desfilaron hombres de la talla de GRegorio Nacianceno, Gregorio de Niza, Cirilo de Jerusalen y Timoteo de Alejandría. Ahora apliquemos la lógica de un razonamiento lógico:
"¿Cayeron todos estos ilustres hombres de Iglesia bajo el anatema del Concilio Vaticano I pronunciado en contra de cuantos nieguen la Romano Pontífice "La plena y suprema potestad de jurisdicción sobre la Iglesia Universal"?

¿Döllinger si y aquellos no?

¿Quieres un prueba aun más contundente, LFP?
Roma se opuso al reconocimiento de este Concilio como ecuménico, pero no pudo impedir que fuese reconocido como tal en toda la Cristiandad. Y ante esto Roma tuvo que ceder. Con lo cual os ha hecho la pascua a ti y cuantos has citado.
Luis, vuestras paginitas web puede tergiversar la verdad, pero no la pueden esconder.
Te recomiento que busques al historiador Monseñor Duchesne, (este es honesto) en su Histoire ancienne de l'Esglesie (1906-12) Vol II. pp. 521, 522.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Sardis dijo:
Sardis dijo:
lo intentare una vez mas... quizas el web master lo vio a la ligera...

aclaro que...

NO ES PROPAGANDA...

TIENE COMPLETA RELACION CON EL TEMA.

NO ES MI INTENCION IMPONERME A LAS REGLAS, PERO NO HE ENCONTRADO NADA QUE ME DETENGA A HACER ESTO...

SI MODIFICAN LAS REGLAS ESTARE EN COMPLETO ACUERDO...

SALUDOS


Sardis, léete con urgencia la norma 6
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Luis Fernando dijo:
Sardis dijo:
Sardis, léete con urgencia la norma 6

Es que sardis está muy por encima de las normas.
Ha dicho: "No hay nada que me detenga"
Y exige, además, que "se modifiqueb las normas a su gusto" Faltaría más.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Sardis, queda expulsado por incumplimiento de la norma 6.


DLB.
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Webmaster
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Estamos llegando a las 9000 lecturas.
Quiera el Señor que sea de bendición.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Por lo visto a Luis se le han acabado los argumentos despues de mi última réplica.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Va a ser eso, sí :)
Me rindo, hale. Mañana me largo con los de Bizancio

:caballo:
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Luis Fernando dijo:
Va a ser eso, sí :)
Me rindo, hale. Mañana me largo con los de Bizancio

:caballo:

Buen viaje, aunque cuidado con Iberia.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

XL.- Entrega

Reforma y prerreforma en España.-

En el siglo XIII y a inicios del XIV el testimonio de los valdenses se extendió por muchas de las comarcas de nuestras tierras. ¿Y que diremos de los cátaros y albigenses que refugiaron en nuestras tierras?
El papa Alejandro III ordenó su exterminio mediante una cruzada contra ellos. Se cuenta una anécdota que ignoro hasta que punto es cierta. Cuando se refugiaron en el Empordà el que comandaba la cruzada pidió autorización al Conde Barcelona permiso para entrar en sus tierras a fin de continuar el exterminio. La respuesta fue: “Bien, pero resulta que allí tengo a los almogávares y si detectan tropas francesas las atacaran y dudo que paren en París”. ¡¡¡No entraron!!!

También la reina Isabel I de Castilla, puede que influenciada por el Concilio de Constanza, procuró la reforma de la clerecía… El cardenal Cisneros fue el encargado por Isabel para la reforma del clero regular, el abuso de los cuales con su falta de “observancia” eran por causa de los votos de pobreza y del celibato.

Lo cierto es que antes que Lutero clavase sus 95 y tradujera la Biblia a la lengua alemana, hubo en España honrados esfuerzos y claras manifestaciones de reforma y el pueblo español sabía mucho más de la Escritura que los pueblos ingles y alemán.

El experto profesor de Historia en la Universidad de Zaragoza, Eduardo Ibarra Rodríguez, escribió: “Antes de la aparición de Lutero, en España ya se había producido una reforma de la clerecía tanto regular como la secular. La Orden del Cister fue reformada por Fray Martín de Vargas, en tiempos del papa Eugenio IV. En la misma línea trabajó el cardenal Mendoza. Pero la personalidad más sobresaliente fue, sin duda, la de Fray Francisco Jiménez de Cisneros”.

A principios del siglo XVI se inició en España la “depuración del texto bíblico”. Desde del 1503 al 1517, un grupo de rabinos, expertos en lengua griega, en su literatura y manuscritos antiguos fueron contratados por el cardenal Cisneros. Trabajaron en la traducción de la Biblia que es conocida como “La Políglota Complutense”, que se publicó en el año 1520. Si una cosa temía la Sede Romana era la Biblia al alcance del pueblo y no aprobó aquel trabajo amenazando con la excomunión a quienes la usaran y divulgaran. Pero fue en vano. Eugenio IV (1431─47) había sucedido a Martín V. (1417─31) y el papado había perdido una gran parte de su prestigio, especialmente entre Isabel y Fernando que se mantuvieron firmes en el apoyo de su cardenal y de su obra.

Resulta paradójico que el principal enemigo del catolicismo romano sea precisamente la Palabra de Dios. ¿Paradójico y a la vez lógico? Cabe no olvidar que lo que provocó primordialmente la excomunión de Martín Lutero fue la traducción de la Biblia en la lengua alemana. Fue excomulgado por León X. (1513─21) Hijo de Lorenzo de Médicis que fue nombrado arzobispo a los 8 años y cardenal a los 13. Este angelito del papado vendía a quienes lo pagaran obispados, arzobispados, títulos de cardenal e indulgencias a precio fijo. Afirmo que la quema de herejes era de ordenación divina.

Siguiendo al espíritu de la Reforma fueron multitud los que aceptaron sus principios y sin temor a equivocarnos podemos afirmar que la obra de Cisneros tuvo una influencia capital, de la misma manera que para franceses y alemanes lo fueron sus Universidades.

Citaremos a Juan Bartolomé de Carranza (1503─76). Arzobispo de Toledo y Primado de España, el cual en el 1558 escribió su “Comentarios sobre el Catecismo Cristiano”. Por ello fue acusado de herejía por la inquisición. Por espacio de seis años estuvo preso en una de las cáceles del Santo Oficio. Pero el papa Pío VI ordenó su traslado a Roma donde fue confinado en el Castillo de San Ángelo, donde murió después de diez años de reclusión. En su defensa, Carranza escribió: “Yo no procuré otra cosa que resucitar la antigüedad de nuestros antepasados de la primitiva iglesia, porque fueron los más santos y los más limpios en su fe y creencias”.

Juan Pérez de Pineda: Director del “Colegio de Doctrina” donde estudiaban jóvenes de las principales familias sevillanas. Sus ideas, cercanas a la Reforma fueron detectadas e investigadas por la Inquisición. Ignoramos cómo se enteró de ello Pérez de Pineda, pero lo cierto es que, antes de ser detenido marchó a Ginebra. En el 1556 publico su traducción del Nuevo Testamento en la lengua de Castilla y en su prefacio se leía: “Sintiéndome muy obligado en el servicio de mi pueblo…creo que el mejor medio es darles los Evangelios en su propia lengua”
Cabe recordar la extraordinaria contribución a la Reforma en España por parte de Casiodoro de la Reina y Cipriano de Valera, más allá de nuestras fronteras. A Casiodoro le costó cinco largos años traducir la Biblia del hebreo y el griego publicada en el 1569 y que, aparte del principal objetivo que dar a conocer las Escrituras, fue también un monumento a la Lengua de Castilla, lo mismo que la de Lutero fue la base cultural respecto a la lengua alemana.

Cipriano de Valera, fraile del convento de San Isidoro del Campo, en Santiponce, cerca de Sevilla, tenía 25 años cuando huyó de España evitando caer en manos de la Inquisición. Realizó una intensa labor literaria publicando gran diversidad de obras. Pero la más importante fue la revisión de la traducción de Casiodoro de la Reina de la que pulió el lenguaje y que ha perdurado a lo largo de los siglos y aún está en uso entre los evangélicos españoles y…, repito, está considerada como una de las obras monumentales de la filología castellana.

Hay un hecho que bien lo podemos calificar de anecdótico. Francisco de Enzinas narra en sus memorias con respecto a su traducción del Nuevo Testamento al castellano desde su original griego y arameo. Deseaba dedicar su trabajo al emperador Carlos I de España y V de Alemania a fin de que lo tutelara. El emperador le preguntó: “¿Eres tú el autor de este libro?” Enzinas respondió que el autor era el Espíritu Santo y que sólo se había limitado a traducirlo. El emperador le respondió: “Lo que pides te será concedido si el libro es como dices y el obispo lo aprueba” Lo único que consiguió Enzinas fue un año de cárcel en las mazmorras de la muy Santa Inquisición. Una prueba evidente de la cultura religiosa del emperador Carlos.

Sevilla y Valladolid fueron dos de los centros más importantes en el arraigo de la Reforma en España.

En ambas ciudades bien se podría contar con un número alrededor de 2000 personas que estuvieron implicadas en el movimiento reformista. Todos ellos eran de clase media alta. Hombres y mujeres cultos y de la nobleza. También frailes y monjes descubrieron en la Biblia aquello que defendía Lutero. En el Monasterio de San Isidoro del Campo hubo una comunidad que en los cultos se predicaba el Evangelio. Fueron descubiertos por la Inquisición doce frailes pudieron huir, pero los que quedaron fueron encarcelados por el Santo Oficio y finalmente ejecutados mediante la hoguera en uno de los tristemente célebres autos de fe.

Como referencia, para que quien quiera conocer estos hechos, recomendaría la obra de Miguel Delibes “El Hereje” cuya temática y resumen es:

La acción se realiza en la provincia de Valladolid entre los años 1500 y 1600 aproximadamente. El libro trata de la vida de Cipriano Salcedo, que desde la fecha de su nacimiento, el mismo año en que Lutero publicó sus tesis, todo empieza a ir a peor. El libro narra como era la vida de los protestantes, que en España fueron llamados herejes. Cuenta sus reuniones a escondidas, sus viajes al extranjero también a escondidas... los apuros por los que había que pasar en una España que se denominaba católica, con la Santa Inquisición al mando de la Iglesia, donde nadie podía proclamar su verdadera religión. Este libro quiere criticar la intolerancia sufrida por aquellas personas que fueron quemadas, llevadas a galeras o recluidas en una cárcel en condiciones infrahumanas y en ayuno. Los castigos dependían de la influencia que tuviera la persona- y que su único delito fue no ser católicos, tener diferentes creencias. Cuenta como aquellas personas tenían que acudir a misa para guardar las apariencias, porque cualquier persona podía delatarlos. Malvivían, en definitiva, siendo protestantes en un país donde la tolerancia y la libertad de conciencia brillaban por su ausencia y lo que más gustaba a la muchedumbre y a los pocos nobles era ver morir calcinados por las llamas a personas que ellos llamaban herejes y lo único que habían hecho era tener su propia idea de la religión cristiana.

No soy amante de ciertas comparaciones pero lo cierto es que en España la Reforma tuvo tanta predicación como en Alemania. El porque triunfo en Alemania y fue barrida en España se debió a las circunstancias políticas del momento. El papado supo vender a Carlos I de España y V de Alemania. el temor del poder turco. A la armada turca no le seria nada fácil llegar a las lejanas costas de Alemania y si a las de España. Dicho poder se acabó en la famosa batalla naval de Lepanto.
Por otro lado los príncipes de los “Lands” tenían una mayor y mejor cultura religiosa que el Emperador. Ya lo vimos en el diálogo narrado por Francisco de Enzinas respecto a su traducción del Nuevo Testamento. El Emperador cedió ante los príncipes alemanes porque no deseo una guerra en dos frentes. Pero tan pronto como el turco fue vencido, España se vio envuelta en una guerra cuyo resultado fue la desaparición del antiguo Imperio Germano─Romano.

También en Cataluña hubo un buen nombre de reformados pero la persecución de Felipe II por toda la península también llegó a nuestros lares. La mayoría de creyentes optaron por el exilio. No obstante el 12 de julio de 1562 a los barceloneses se les dio a contemplar, en la Plaza del Rey la condena de ocho herejes luteranos. Mediante la hoguera, claro.

Los personajes evangélicos más destacados que han llegado hasta nosotros, son: ─ entre otros ─ Pere Gales i Reyner (1537─1595), profesor de filosofía, filólogo, helenista y jurisconsulto. Murió en las cárceles de la inquisición en Zaragoza.

Joan N. Scharles que ofició misa por primera vez en el Escorial. Se convirtió mediante la lectura de una de las obras escritas por Cipriano de Valera. Se exilió en Londres hasta el final de su vida.

Pere Lluis Verga, procesado por luterano en el año 1599.

Gaspar Centelles, aristócrata valenciano, procesado por la inquisición.

El capellán de Carlos I, Juan de Valdés, que fue uno de los primeros que aceptaron las doctrinas reformadas.

Bartolomé Carranza, catedrático en Valladolid, que antes de su aceptación del protestantismo protagonizo una violenta persecución contra los evangélicos ingleses.

Hombres de la categoría intelectual del doctor Constantino Ponce de la Fuente o mujeres de la aristocracia como María Bohórquez, María Coronel o María Virués.

No es ningún secreto para nadie que no hubo una mínima libertad religiosa en España desde el siglo XVI hasta casi a finales del XIX. La falta de libertad religiosa en todo el territorio del Estado Español queda evidenciada por la prolongada lucha y esfuerzos de las fuerzas progresivas de políticos liberales a fin de conseguir los necesarios elementos a fin de eliminar las imposiciones de la clase dominante y sobre todo el de la Jerarquía eclesial católica.

Dejando aparte las connotaciones políticas en lo que respecta a lo religioso la Constitución de Cádiz del 1812, ha sido considerada como modelo de libertad y punto de partida de la democracia española, dejó sin variaciones el tan invocado principio de la “unidad católica de España”. En su Art. 12 declara textualmente:
“La religión de la Nación Española es y será a perpetuidad la Católica Apostólica, Romana, única verdadera. La nación la protege mediante sabias y justas leyes, prohibiendo el ejercicio de cualquier otra”

La Inquisición que durante siglos prevaleció en España fue abolida. Ah, pero, en muchos lugares y por cierto tiempo, se formaron las llamadas “Comisiones de Fe” que casi ─y sin casi─ ejercieron las mismas funciones de la Inquisición. Precisamente la última persona ejecutada en España acusado del delito de herejía fue Gaietà Ripoll, nacido en Solsona en el 1778. Ex sacerdote y maestro de escuela en el pueblo de Ruzafa en la Huerta Valenciana. La “Comisión de Fe” de Valencia capital le condenó por el delito de enseñar a sus alumnos la existencia de Dios y los Diez Mandamientos, pero ignorar completamente el resto del Catecismo. Las autoridades civiles le condenaron a la horca en la plaza pública el 29 de junio de 1825.

La Constitución del 1873. a pesar del surgimiento de muchas tendencias anticlericales, declaraba: “La nación se obliga a mantener el culto y a los ministros de la Religión Católica que profesan todos los españoles”. Se daba como un hecho la inexistencia de otras confesiones religiosas.

La del 1845, a pesar de los cambios en su redacción, mantenía las mismas disposiciones de la Constitución del 1812 la cual decía: “La Religión de la Nación Española es la Católica, Apostólica, Romana. El Estado se obliga a mantener sus culto y a sus ministros”.

La Constitución del 1855, en su borrador decía: “La Nación se obliga a mantener y proteger el culto y a los ministros de la religión Católica que profesan los españoles. Pero ningún español o extranjero será perseguido por sus creencias u opiniones religiosas, mientras no las manifieste en actos públicos contrarios a la religión" Este último párrafo provocó la oposición de algunos sectores de la sociedad española, de tal manera que dicha Constitución nunca entró en vigor.

La del 1869 ─que fue llamada “revolución del 1868─ instauró un periodo de seis años de libertad democrática (1868─74). Iniciada en Cádiz. “…se extendió con rapidez por todo el litoral mediterráneo”.
Las últimas tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en el puente de Alcolea el 28 de noviembre del 1868. La reina Isabel II se vio obligada al exilio y un gobierno provisional se instaló en Madrid.

Se imponía una nueva Constitución que estuviera de acuerdo a los nuevos tiempos. Se redactó y pasó a debate su aprobación, debate que duró tres largos meses. Los opositores a la misma fueron liderados por el canónigo Monterola. Entre sus defensores destaca Emilio Castelar el cual pronunció un célebre discurso en defensa de la libertad de cultos.

“Grande es Dios en el sinaí rodeado de todos los atributos de la majestad divina, el trueno le precede, el rayo le acompaña, una luz divina le cubre y las nubes son su trono; pero si grados de grandeza pudieran caber en la Divinidad, más grande es Dios en otro monte, en el Calvario; allí entre los ladrones, rodeado de un pueblo que le mofa y escarnece, lívido el rostro, helada la sangre, empapados los labios en la hiel y el vinagre; levantado los ojos al cielo no que el fuego divino consuma las ciudades de Pentápolis, sino: Padre mío, perdónalos, que no saben lo que se hacen”; grande es Dios en el Sinaí dando un código a su pueblo, pero más grande es en el Calvario sellándolo con su sangre”

La nueva Constitución fue aprobada. Posteriormente el ultramontano Menéndez y Pelayo dio rienda suelta a su necedad, con esta frase:

“La unidad Católica sucumbió asesinada el 5 de junio de 1869, por 163 votos contra 40”.

El artículo 21 de dicha Constitución quedó redactado de esta manera: “La Nación se obliga a mantener el culto y a los ministros de la Religión Católica.
El ejercicio público o privado queda garantizado a todos los extranjeros residentes en España sin otra limitación que las reglas universales de la moral y el derecho.
Si algunos españoles profesaran otra religión que la Católica, es aplicable a ellos lo dispuesto el parágrafo anterior”
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

¿Por donde andará LFP?
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

XLI ENTREGA

IGLESIA ESPAÑOLA Y PRIMADO ROMANO

Hasta entonces el metropolitano de Toledo era uno más entre seis metropolitanos iguales, pero había llegado el momento en que decidió no ser más un igual, ni siquiera un «primus ínter pares», sino el Primado de la Iglesia Nacional. El canon sexto, promulgado en este concilio toledano del año 681, decreta que el metropolitano de Toledo podrá escoger y consagrar obispos para todas las demás provincias españolas, sin tener que consultar para ello a las demás Iglesias. Los así ordenados se presentarán a su metropolitano en el plazo de tres meses después de su nombramiento por el prelado toledano. Este decreto invalida todos los cánones de elección episcopal del concilio IV de Toledo, vigente, en teoría, hasta entonces. Según el mismo, la elección del obispo había de ser hecha por el clero y los seglares de la diócesis, consagrado por el metropolitano y confirmada por el rey. Era el antiguo sistema católico que quedaba reemplazado por otro más centralista y despectivo. Este proceso, en líneas generales mas amplias se daba también en Roma, en donde el obispo de la antigua capital del Imperio también se atribuía prerrogativas que iban en contra de todo el sistema episcopal antiguo. La misma evolución se pone de manifiesto en toda la Europa occidental. Era la corriente de los tiempos.

Ya los últimos reyes godos habían invadido la antigua norma episcopal al nombrar directamente a los obispos de una lista de candidatos presentada por la sede vacante. A partir de entonces, el nombramiento de los prelados y, por consiguiente, el dominio sobre la Iglesia española queda concentrado en las manos del rey y del obispo de Toledo.

Parece ser que esta revolución eclesiástica se llevó a cabo sin muchas protestas. Se pensaba que había llegado la hora de fortalecer (en el sentido que se daba entonces a esta palabra, sobre todo en Roma) a la Iglesia Nacional mediante un primado. ¿Pensaron quizá los demás metropolitanos que la voz de un sólo jerarca serían más eficaz para contrarrestar el poder del rey que la de todos los prelados?

Las actas del concilio XII fueron confirmadas dos años más tarde por el concilio XIII. Los metropolitanos ya ni siquiera se atrevieron a usar sus títulos y se apodaron «obispos» simplemente. Sólo Julián, el primado toledano, firmó: «obispo metropolitano de la santa Iglesia de Toledo». Aquella corriente de absolutismo eclesiástico halló entonces en España (como hallarla igualmente en Roma) hombres capaces, que, con su energía y ambición, impusieron el nuevo estado de cosas. Julián era uno de estos hombres. Su personalidad y su indiscutible autoridad e influencia sobre todos los hombres que habían destronado a Wamba, explican la manera como llevó a cabo sus designios sin apenas hallar oposición. Cuatro siglos más tarde, cuando Toledo sería reconquistada del poder sarraceno, un francés ocuparía la sede toledana y aceptaría el titulo de primado, pero no como una dignidad inherente al Obispado de la capital del reino, sino como una concesión del papa Urbano II, quien se atribuirla el derecho de instituir las primacías a su antojo. Desde 1088, fecha de la Bula de Urbano II, los primados españoles han sido los más sumisos vasallos del primado romano.

Pero no nos engañemos, la concentración de poderes llevada a cabo por Julián en la sede de Toledo constituía más bien la creación de una institución rival al Papado. Esto se ve por los siguien¬tes eventos: Apenas clausurado el XIII concilio toledano, llegaron a España varías cartas del papa León II, solicitando la adhesión de la Iglesia española a los decretos del Sexto concilio ecuménico celebrado en Constantinopla. El obispo romano, como patriarca de Occidente, cumplía su deber de comunicar a todas las iglesias de dicha área las decisiones del concilio ecuménico. Julián el primado de España, envió a Roma un tratado teológico sobre la cuestión al cual dio el nombre de «Apologeticum fide» al mismo tiempo que enviaba copias de los decretos de Constantinopla a los cinco metropolitanos españoles para su estudio y consideración. Al año siguiente, 884, se reunía el concilio XIV de Toledo, presidido por Julián y al que asistieron cinco metropolitanos. El concilio aceptó los decretos de Constantinopla como ortodoxos y ordenó que fueran añadidos al «Codex Canonum» de la Iglesia española, inmediatamente después de los decretos de Nicea, Constantinopla I, Efeso y Calcedonia. Pero, al parecer, los obispos españoles no tenían bastante con las resoluciones del concilio ecuménico y quisieron estudiar por su cuenta, y con cierta mayor amplitud, la doctrina de las dos voluntades en Cristo. Estos estudios Se resumieron en cuatro cánones redactados por Julián. Por cierto que el último canon coloca el «Apologeticum» del obispo de Toledo al mismo nivel que los demás decretos canónicos, y la Iglesia española decide tenerlo en el mismo respeto y obediencia. En todo esto se pone de manifiesto la libertad de movimientos que tenía la Iglesia de España en el siglo VII. No era suficiente que un concilio ecuménico hubiera decidido sobre alguna cuestión y que luego ésta fuera respaldada por el papa de Roma, para que los eclesiásticos españoles la aceptaran sin más ni más. Precisamente, el titulo de ecuménico le venía a un concilio cuando todas las Iglesias aceptaban libre y unánimemente sus resoluciones. Esto es lo que hicieron los prelados españoles con el VI ecuménico de Constantinopla como siglos antes habían hecho con los demás. Sin embargo, se permitieron ahondar más en el estudio teológico. Nadie les impedía hacerlo.

No obstante, los cánones redactados por Julián no gustaron mucho en Roma. Dos años más tarde, Benedicto II se atrevió a hacer algunas objeciones a los mismos. La réplica de Julián fue tajante. Escribió a Roma manteniendo la ortodoxia de sus escritos y rechazando los reparos de Benedicto a dos de los cánones del concilio toledano. Al parecer no recibió respuesta satisfactoria del papa. Pero Julián no se sentía inferior teólogo (ni inferior prelado) al patriarca de Occidente. La cuestión fue presentada al XV concilio de Toledo reunido el año 688. El concilio representaba a toda la Iglesia española: 76 obispos, 8 abades y gran número de nobles asistieron al mismo. Como un solo hombre respaldaron a su Primado y declararon claramente la ortodoxia de sus escritos, sus afirmaciones cuya autoridad colocaron al lado de los primitivos Padres.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Digo yo que si alguien quiere recomendarnos un libro sería mejor copiar el ISBN del mismo y que todo aquel que quiera se lo compre.
Porque claro, como empecemos en el foro a copiar por entregas libros enteros, la cosa se puede poner curiosísima.

Por ejemplo, los últimos párrafos del forista Tobi está copiados literalmente de las páginas 1299 y 1300 del Tomo 2 del libro "Catolicismo Romano, Orígenes y Desarrollo" (anteriormente llamado "Concilios") de la editorial Ediciones Evangélicas Europeas, de José Grau, con ISBN 84 7285 064 1 (La obra completa tiene el ISBN 84-7285.062-5)

Para no ser muy exhaustivo en la crítica al valor real de dicho libro, basta con que recuerde al personal que en el mismo aparece el credo nicenoconstantinopolitano de forma mutilada (sin cláusula bautismal) pretendiendo además que dicha mutilación aparece en una edición del Denzinger que no existió, como cualquiera puede comprobar si accede a la base de datos del ISBN del Ministerio de Cultura de España o si llama a la editorial BAC, editora de dicho compendio del magisterio pontificio.

Desde luego, si alguien pretende que yo me dedique a comentar una obra de dos tomos que en total suman más de 2500 páginas.... puede esperar sentado.
Esta obra de Graus, que para empezar no es historiador, me parece tendenciosa, manipuladora y probablemente no del todo original (aunque esto no lo puedo probar). Si ni siquiera es capaz de citar bien el credo nicenoconstantinopolitano, apaga y vámonos.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

El Cisma de Occidente se produce cuando a la muerte en el año 1378 de Gregorio XI -que había trasladado a Roma la sede papal desde Aviñón-, los cardenales romanos eligieron como sucesor a Urbano VI. Un colegio de cardenales disidentes se opusieron al candidato romano y proclamaron a Clemente VII, lo que originó la división en el seno de la Iglesia. Tras diversos proyectos de solución -Via Cessionis, Via Compromissi y Via Conventionis- se intentó llegar a un acuerdo con la apertura de un concilio en Pisa (1409) donde se eligió a un nuevo pontífice, Alejandro V. Resulta evidente que tres papas no era ninguna solución por lo que se convoca un nuevo concilio, esta vez en Constanza (1414) donde son declarados depuestos los tres pontífices y elegido Martín V, lo que supuso la extinción del Cisma.

esto fue un gran dolor de cabeza!
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Menos mal que tras más de 700 mensajes ha venido Jeremías a aclararnos lo que pasó.

El caso está cerrado, señores

:biggrinha
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Luis Fernando dijo:
Digo yo que si alguien quiere recomendarnos un libro sería mejor copiar el ISBN del mismo y que todo aquel que quiera se lo compre.
Porque claro, como empecemos en el foro a copiar por entregas libros enteros, la cosa se puede poner curiosísima.

Por ejemplo, los últimos párrafos del forista Tobi está copiados literalmente de las páginas 1299 y 1300 del Tomo 2 del libro "Catolicismo Romano, Orígenes y Desarrollo" (anteriormente llamado "Concilios") de la editorial Ediciones Evangélicas Europeas, de José Grau, con ISBN 84 7285 064 1 (La obra completa tiene el ISBN 84-7285.062-5)

Para no ser muy exhaustivo en la crítica al valor real de dicho libro, basta con que recuerde al personal que en el mismo aparece el credo nicenoconstantinopolitano de forma mutilada (sin cláusula bautismal) pretendiendo además que dicha mutilación aparece en una edición del Denzinger que no existió, como cualquiera puede comprobar si accede a la base de datos del ISBN del Ministerio de Cultura de España o si llama a la editorial BAC, editora de dicho compendio del magisterio pontificio.

Desde luego, si alguien pretende que yo me dedique a comentar una obra de dos tomos que en total suman más de 2500 páginas.... puede esperar sentado.
Esta obra de Graus, que para empezar no es historiador, me parece tendenciosa, manipuladora y probablemente no del todo original (aunque esto no lo puedo probar). Si ni siquiera es capaz de citar bien el credo nicenoconstantinopolitano, apaga y vámonos.

JE..JE...JE...

Esperaba una respuesta de este tipo. El conocido y muy prácticado argumento :Off-Topic y eso lo practica quien más copia de otros y que sus mejores argumentos son el copiar y pegar.
Crees que me voy a enzarzar de nuevo en el credo nice... ¡No hombre! Si la memoria no me falla alguien incluso se inventó una edición de la Herder al respecto.
¿De que páginas dices que he sacado mis dos últimas aportaciones?

Ni en historia ni en teología estas preparado. Solo lo estas para buscar en vuestras paginitas web, siempre y cuando no tengas que razonarlo. Si te obligan a ello es el momento citar a un tal Graus y a un concilio que el obispo de Roma no quiso aprobar y no obstante se aprobó.

No son sólo las uvas de la zorra que estan verdes, también lo esta la zorra.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Muy pocas veces copio y pego de otras webs o libros católicos. Tengo la "manía" de prepararme las respuestas por mi cuenta, sin necesidad de acudir al cut and paste, aunque no veo que eso sea incorrecto siempre que no se abuse. Eso sí, cuando lo hago CITO la fuente.
Pero si es válido copiar libros enteros sin ni siquiera decir cuáles son, pues lo mismo me dedicaré a ello en el futuro, a ver cómo sienta al personal. Por ejemplo, tengo un diccionario de Papas y Concilios de la editorial Ariel, de 750 páginas, que está realizado por auténticos historiadores (cosa que Graus no ha sido, ni es ni será), algunos miembros de la Real Academia de Historia. Si lo copio acá podemos llegar a los 3000 mensajes en un par de meses.... ¿y?

La realidad es que este epígrafe trataba de demostrar que el concilio de Constanza derribaba la sucesión apostólica del obispo de Roma. Se ha demostrado lo contrario. A partir de ahí, todo lo demás son fuegos artificiales.
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Luis Fernando dijo:
Muy pocas veces copio y pego de otras webs o libros católicos. Tengo la "manía" de prepararme las respuestas por mi cuenta, sin necesidad de acudir al cut and paste, aunque no veo que eso sea incorrecto siempre que no se abuse. Eso sí, cuando lo hago CITO la fuente.
Pero si es válido copiar libros enteros sin ni siquiera decir cuáles son, pues lo mismo me dedicaré a ello en el futuro, a ver cómo sienta al personal. Por ejemplo, tengo un diccionario de Papas y Concilios de la editorial Ariel, de 750 páginas, que está realizado por auténticos historiadores (cosa que Graus no ha sido, ni es ni será), algunos miembros de la Real Academia de Historia. Si lo copio acá podemos llegar a los 3000 mensajes en un par de meses.... ¿y?

La realidad es que este epígrafe trataba de demostrar que el concilio de Constanza derribaba la sucesión apostólica del obispo de Roma. Se ha demostrado lo contrario. A partir de ahí, todo lo demás son fuegos artificiales.

Asi, que se ha demostrado lo contrario. ¡Que más quiisieras! Lo que si se ha demostrado es que tu Gregorio XII acató las resoluciones conciliares y presentó su renuncia al papado.
Tambien ha sido probado que en la Lonja de Constanza se reunieron 23 cardenales cuya legitimidad conforme a los códigos vigentes en la época estaba en entredicho puesto que fueron elegidos por los que fueron declarados antipapas. Así la única legitimidad era la que les dió el Concilio.
Pero en la elección de Martin V hubo además 33 laicos nombrados por el Concilio. Consecuentemente la legitimidad de la elección tampoco esta nada clara. Lo que si está claro es que alli se rompio la presunta sucesión apostólica. (Claro que esta sucesión se rompio en multiples ocasiones si nos atenemos a las normas del mismo romanismo) La única legitimidad de Martín V. se la dio el Concilio.
Si alguien niega que el Concilio de Constanza estuvo por encima de papas y cardenales; es que, o no razona ni hace caso de los hechos, o que se ve obligado a mantener que vive en medio de las tieblas que el mismo se ha fabricado. En tu caso, LFP, las que te han fabricado para tu propio consumo.
Pues que te aproveche. :trout:
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

Parece ser que alguien se ha convencido.

¿Será posible?
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

A todos los lectores:
El tema seguira.
La investigación requiere su tiempo. :bienhecho
 
Re: El Concilio de Constanza y el Mito de la Sucesión Apostólica.

XLII.- Entrega

Puntos claves de una evolución del cristianismo a un paganismo puro y duro.

Este proceso fue tremendamente largo y duró hasta culminarse 18 siglos, con el Concilio Vaticano I y su infalibilidad papal.
El Concilio de Constanza fue el último intento de iniciar un proceso a la inversa.
Era el de volver a los antiguos Concilios Ecuménicos en los que el Concilio estaba siempre por encima de papas y patriarcas puesto que el Concilio era la voz de la iglesia.
De hecho lo consiguió puesto que destituyó a los tres papas y nombró a Martín V como nuevo papa. La afirmación de que fue el concilio y no un Conclave de cardenales se muestra en que los electores papales reunidos en la Lonja de Constanza fueron 56. Veintitrés cardenales y 33 electores laicos en representación de las naciones conciliares. Pero fracasó. Fracasó por que se había creado un tipo de mentalidad que mostró su fuerza y anuló la posibilidad de Reforma. De aquí que fue el fermento para una Reforma que prescindiera de la Roma papal de una vez por todas.

¿Pero cuáles fueron las circunstancias históricas que favorecieron y dieron lugar al papado conforme le conocemos actualmente?

I.- En primer lugar la destrucción de Jerusalén por la rebelión judía contra Roma. Parece ser que los cristianos huyeron antes de dicha destrucción, pero lo cierto es que desapareció el centro natural de la cristiandad donde, hasta entonces se había recurrido para clarificar doctrinalmente las cuestiones de importancia capital. El Concilio de Jerusalén (Hechos 15) es una muestra de ello.

II.- El carácter cosmopolita de la ciudad de Roma como capital del Imperio Romano, que prestó a la iglesia ubicada allí un carácter representativo universal.

III.- La leyenda del martirio de Pedro en Roma; y, para darle fuerza, fue unido al de Pablo que si murió en Roma. Con el tiempo se pergeño la fábula de que Pedro y Pablo fundaron aquella iglesia. La carta de Pablo a la iglesia de Roma muestra claramente que se trata de una fábula.

IV.- La supuesta “conversión” del emperador Constantino que, en realidad se confirmó una vez más la máxima romana. “Al enemigo que no puedas derrotar, hazlo tu amigo, porque como amigo si le derrotarás”.

V.- El traslado de la capitalidad de Roma a Constantinopla, que dejó a la iglesia romana una plena libertad de movimientos para desarrollar su propia hegemonía eclesiástica sobre Occidente

VI.- El hecho de que Roma fuese el único patriarcado occidental, de aquí que los emperadores residentes en Constantinopla ensanchasen los poderes jurisdiccionales del obispo de Roma para que, en nombre de la autoridad imperial, dirigiese no solo la disciplina eclesiástica en Occidente, sino también la civil y la política. El código de Justiniano (527─65) legalizó este estatuto especial de la sede romana, fue el llamado “Corpus Juris Civiles”.
Eso nos muestra con una irrefutable claridad que los papas romanos no recibieron de Pedro su pretendida autoridad (simbolizada por la Tiara de tres coronas) sino de Justiniano. El mismo Pedro afirmó que el Señor puso en Sión y no en Roma la principal piedra del ángulo

1Ped. 2:6─8.
Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

Pedro cita aquello que fue profetizado, en Is. 28:16; Sal. 118:22 e Is. 8:14─15

Roma recibió el poder de los cesares romanos y después lo asaltó sobre todo Occidente. No lo recibió de Cristo sino que lo usurpó al decir sus papas ser vicarios de Cristo.

Es en la Jerusalén Celestial donde esta la Sede de Cristo. En Roma esta la sede del poder pagano con su Pontifex Máximus cuyo pontificado heredaron los papas.