Re: ...y de Shabbath en Shabbath, vendrán TODOS a adorar......
Comentario Bíblico Adventista
[Isa_65:20] Niño que muera de pocos días.
Muchos comentadores han quedado muy perplejos por este versículo, pues presupone que la muerte y el pecado habrán de continuar cuando ya deberían haber sido abolidos. Consideran que es extraño que aún subsistan la muerte y el pecado. El problema se resuelve si se considera que Isaías describe el ciclo nuevo y la tierra nueva como habrían sido si se hubiese cumplido el plan divino para con Israel.
La resurrección y la inmortalidad habrían sido precedidas por un período durante el cual la observancia de las leyes de Dios y la cooperación con el programa divino habrían eliminado en gran medida la enfermedad y la muerte prematura. En este versículo, Isaías hace resaltar esas bendiciones que Israel habría de recibir si cumplía con el plan divino. Su lenguaje es poético, pero el sentido general parece claro. En primer lugar, señala que no habría mortalidad infantil.
Sus días no cumpla.
Es decir, no habría muertes prematuras, El anciano no moriría hasta que no hubiera vivido sus años normales.
Niño.
Heb. ná’ar, “joven”. Aquí se menciona al tercer grupo, el de los jóvenes. Lo que se afirma respecto a ellos corresponde con lo que se dijo sobre los otros dos grupos. Los jóvenes no morirían hasta que no hubieran cumplido sus años de vida. Aquí se considera normal una vida de 100 años. No se dice por qué se ha escogido esta cifra. Sin duda se trata de un número redondo que en tiempos de Isaías representaba una vida muy larga. Según el Psa_90:10, cuyo autor podría haber sido Moisés, la vida normal del hombre era de 70 años. Unos pocos alcanzaban los 80 años. De los reyes de Judá desde Roboam hasta Joacim, cuyos años de vida pueden calcularse, se obtiene un promedio de 47 años. Por eso puede deducirse que 100 años en tiempos de Isaías sería una vida mucho más larga que a la que comúnmente podría aspirar el término medio de los humanos.
Las promesas que aquí se hacen a Israel a condición de que cooperara con el plan divino pueden compararse con las promesas que se le hicieron en ocasión del éxodo. En ese tiempo el Señor prometió quitar toda enfermedad (Deu_7:15). Puesto que cumplieron con las condiciones, las promesas también se cumplieron. “No hubo en sus tribus enfermo” Psa_105:37; . Nuevamente se le ofrecieron a Israel las mismas promesas de longevidad y de inmunidad a las enfermedades; las condiciones también fueron las mismas.
Las condiciones que aquí se describen -un Israel reavivado espiritualmente, obrando en armonía con el plan celestial y heredando una tierra de Palestina otra vez productiva (Isa_65:9-10)- habrían precedido a la erradicación final del pecado y de los pecadores, la resurrección y la consiguiente inmortalidad para los justos. Isaías describe los pasos que llevan a esos acontecimientos finales tales como se habrían cumplido para con la nación de Israel.
Debido al fracaso de Israel y al consiguiente cumplimiento de estas promesas en la iglesia cristiana , ciertos detalles serán modificados, pero el acontecimiento culminante final -la aparición de cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia-sigue siendo la bienaventurada esperanza de los santos en la actualidad (2Pe_3:13; Rev_21:1-2). Durante largo tiempo la iglesia ha orado para que llegue ese momento (Mat_6:10).
Algunos han entendido que la frase “el niño morirá de cien años” significa que un hombre de 100 años apenas sería considerado un joven. Creen que debe hacerse una comparación con la situación que existía en este mundo antes del diluvio. “Antes del diluvio, los hombres vivían centenares de años, y cuando tenían cien años, apenas eran considerados jóvenes” (4SG 156). Sin embargo, sería muy extraño que se empleara el verbo hebreo muth, “morir”, para describir la transición de la juventud a la edad adulta. Puesto que el pasaje puede comprenderse perfectamente si se le da al verbo muth su sentido natural, parecería mejor evitar una interpretación complicada y dudosa de la palabra.
Comentario Bíblico Adventista
[Isa_65:20] Niño que muera de pocos días.
Muchos comentadores han quedado muy perplejos por este versículo, pues presupone que la muerte y el pecado habrán de continuar cuando ya deberían haber sido abolidos. Consideran que es extraño que aún subsistan la muerte y el pecado. El problema se resuelve si se considera que Isaías describe el ciclo nuevo y la tierra nueva como habrían sido si se hubiese cumplido el plan divino para con Israel.
La resurrección y la inmortalidad habrían sido precedidas por un período durante el cual la observancia de las leyes de Dios y la cooperación con el programa divino habrían eliminado en gran medida la enfermedad y la muerte prematura. En este versículo, Isaías hace resaltar esas bendiciones que Israel habría de recibir si cumplía con el plan divino. Su lenguaje es poético, pero el sentido general parece claro. En primer lugar, señala que no habría mortalidad infantil.
Sus días no cumpla.
Es decir, no habría muertes prematuras, El anciano no moriría hasta que no hubiera vivido sus años normales.
Niño.
Heb. ná’ar, “joven”. Aquí se menciona al tercer grupo, el de los jóvenes. Lo que se afirma respecto a ellos corresponde con lo que se dijo sobre los otros dos grupos. Los jóvenes no morirían hasta que no hubieran cumplido sus años de vida. Aquí se considera normal una vida de 100 años. No se dice por qué se ha escogido esta cifra. Sin duda se trata de un número redondo que en tiempos de Isaías representaba una vida muy larga. Según el Psa_90:10, cuyo autor podría haber sido Moisés, la vida normal del hombre era de 70 años. Unos pocos alcanzaban los 80 años. De los reyes de Judá desde Roboam hasta Joacim, cuyos años de vida pueden calcularse, se obtiene un promedio de 47 años. Por eso puede deducirse que 100 años en tiempos de Isaías sería una vida mucho más larga que a la que comúnmente podría aspirar el término medio de los humanos.
Las promesas que aquí se hacen a Israel a condición de que cooperara con el plan divino pueden compararse con las promesas que se le hicieron en ocasión del éxodo. En ese tiempo el Señor prometió quitar toda enfermedad (Deu_7:15). Puesto que cumplieron con las condiciones, las promesas también se cumplieron. “No hubo en sus tribus enfermo” Psa_105:37; . Nuevamente se le ofrecieron a Israel las mismas promesas de longevidad y de inmunidad a las enfermedades; las condiciones también fueron las mismas.
Las condiciones que aquí se describen -un Israel reavivado espiritualmente, obrando en armonía con el plan celestial y heredando una tierra de Palestina otra vez productiva (Isa_65:9-10)- habrían precedido a la erradicación final del pecado y de los pecadores, la resurrección y la consiguiente inmortalidad para los justos. Isaías describe los pasos que llevan a esos acontecimientos finales tales como se habrían cumplido para con la nación de Israel.
Debido al fracaso de Israel y al consiguiente cumplimiento de estas promesas en la iglesia cristiana , ciertos detalles serán modificados, pero el acontecimiento culminante final -la aparición de cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia-sigue siendo la bienaventurada esperanza de los santos en la actualidad (2Pe_3:13; Rev_21:1-2). Durante largo tiempo la iglesia ha orado para que llegue ese momento (Mat_6:10).
Algunos han entendido que la frase “el niño morirá de cien años” significa que un hombre de 100 años apenas sería considerado un joven. Creen que debe hacerse una comparación con la situación que existía en este mundo antes del diluvio. “Antes del diluvio, los hombres vivían centenares de años, y cuando tenían cien años, apenas eran considerados jóvenes” (4SG 156). Sin embargo, sería muy extraño que se empleara el verbo hebreo muth, “morir”, para describir la transición de la juventud a la edad adulta. Puesto que el pasaje puede comprenderse perfectamente si se le da al verbo muth su sentido natural, parecería mejor evitar una interpretación complicada y dudosa de la palabra.