Re: ¡EL REINO ES AQUÍ Y AHORA!
Hola de nuevo, junegofe...
Tu mensaje del post 95 es emotivo; pareces sincero en tus palabras. Yo tampoco te he tomado en broma, aunque ya sabes que así soy, un poco juguetón y bromista. Pero, y hablando seriamente de este tema, me gustaría responder a lo que me preguntaste.
En el sentido estricto de la palabra, debo aclarar que no estoy físicamente en el Reino. Fue Cristo quien se acercó a mí.
Cristo es la personificación del Reino, es el motivo de las buenas nuevas de salvación. Cuando yo apenas nací, fui preso de un espíritu de muerte que me mantuvo muerto en vida hasta hace algunos años atrás. Debido a eso, mi vida no era vida, sino algo así como ser un fantasma: aunque la gente me veía, nadie me prestaba atención ni se molestaba en conocerme.
Cuando yo, siendo un adolescente, tuve mi primer encuentro con una congregación evangélica, me hallaba en una situación deprimente de mi vida, más muerto en vida de lo que podrías imaginarte. Los detalles no los daré porque no quiero reavivar la herida. Solamente puedo decirte que así empecé a entrar en el Reino. Con el paso del tiempo, y conforme adquirí conocimiento de las Escrituras, comprendí que mi vida era horrible a causa de la opresión que sufrí, más también yo mismo generé maldad y pecado, el cual era un lastre que me impedía experimentar alegría y paz.
Un buen día, cansado de vivir así, me tomé un tiempo de ordenar ideas y entretejer confesiones que, en su momento, llevé al Creador en tres cartas. Acudí a una congregación donde fui recibido por un matrimonio en Cristo, maduro y sólido. Estos guerreros espirituales oraron por mí tras haber puesto las palabras que Dios sabía que debia decir, pero que necesitaba pronunciar. En intercesión, el espíritu de muerte huyó de mí.
Esto no quiere decir que ya haya alcanzado la perfección, pues Dios, en Su soberanía e infinita sabiduría, me dejó a expensas de un lastre con el que tengo que batallar, del mismo modo que el pueblo de Israel quedó con los filisteos; fue una forma de mantener en prueba constante al pueblo escogido. Como sea, tras esa mañana gloriosa, y aún sin poder dimensi8onar la liberación que tuve, volví a la realidad... aunque con otra forma de ver las cosas.
Ahora, aunque tiendo todavía a fallar, sé que estoy en este proceso de perfeccionamiento. Al morar Cristo en mí, estoy seguro y convencido de que el Cordero, como personificación del Reino del Eterno, me hace parte de tal dominio. Sé que ya no estoy solo; en toda circunstancia de mi vida Cristo está conmigo.
Es deprimente la actitud de los TTJJ, quienes siguen esperando a que el Reino venga, privándose de una vida bendecida, con verdadera paz y alegría. No pocas veces, leo a eloy (jehusiño) afirmando que los él, con los de su religión, son felices... a lo que me pregunto: ¿Será cierto? ¿Será verdad que ellos pueden tener verdadera paz cuando siguen esperando un reino utópico? ¿Realmente serán felices cuando su pensamiento de esclavo les tiene sujetos a todas las calamidades posibles si tan solo se atreven a poner un pie fuera de su torre? Me parece que no porque bien reza el dicho: Dime lo que presumes y te diré de lo que careces.
Hola de nuevo, junegofe...
Tu mensaje del post 95 es emotivo; pareces sincero en tus palabras. Yo tampoco te he tomado en broma, aunque ya sabes que así soy, un poco juguetón y bromista. Pero, y hablando seriamente de este tema, me gustaría responder a lo que me preguntaste.
...Si eres embajador del Reino, como dices ser, ¿te molestaría mucho que me hablaras del Reino?. ¿Cómo llegaste a él y cómo entraste?
En el sentido estricto de la palabra, debo aclarar que no estoy físicamente en el Reino. Fue Cristo quien se acercó a mí.
Cristo es la personificación del Reino, es el motivo de las buenas nuevas de salvación. Cuando yo apenas nací, fui preso de un espíritu de muerte que me mantuvo muerto en vida hasta hace algunos años atrás. Debido a eso, mi vida no era vida, sino algo así como ser un fantasma: aunque la gente me veía, nadie me prestaba atención ni se molestaba en conocerme.
Cuando yo, siendo un adolescente, tuve mi primer encuentro con una congregación evangélica, me hallaba en una situación deprimente de mi vida, más muerto en vida de lo que podrías imaginarte. Los detalles no los daré porque no quiero reavivar la herida. Solamente puedo decirte que así empecé a entrar en el Reino. Con el paso del tiempo, y conforme adquirí conocimiento de las Escrituras, comprendí que mi vida era horrible a causa de la opresión que sufrí, más también yo mismo generé maldad y pecado, el cual era un lastre que me impedía experimentar alegría y paz.
Un buen día, cansado de vivir así, me tomé un tiempo de ordenar ideas y entretejer confesiones que, en su momento, llevé al Creador en tres cartas. Acudí a una congregación donde fui recibido por un matrimonio en Cristo, maduro y sólido. Estos guerreros espirituales oraron por mí tras haber puesto las palabras que Dios sabía que debia decir, pero que necesitaba pronunciar. En intercesión, el espíritu de muerte huyó de mí.
Esto no quiere decir que ya haya alcanzado la perfección, pues Dios, en Su soberanía e infinita sabiduría, me dejó a expensas de un lastre con el que tengo que batallar, del mismo modo que el pueblo de Israel quedó con los filisteos; fue una forma de mantener en prueba constante al pueblo escogido. Como sea, tras esa mañana gloriosa, y aún sin poder dimensi8onar la liberación que tuve, volví a la realidad... aunque con otra forma de ver las cosas.
Ahora, aunque tiendo todavía a fallar, sé que estoy en este proceso de perfeccionamiento. Al morar Cristo en mí, estoy seguro y convencido de que el Cordero, como personificación del Reino del Eterno, me hace parte de tal dominio. Sé que ya no estoy solo; en toda circunstancia de mi vida Cristo está conmigo.
Es deprimente la actitud de los TTJJ, quienes siguen esperando a que el Reino venga, privándose de una vida bendecida, con verdadera paz y alegría. No pocas veces, leo a eloy (jehusiño) afirmando que los él, con los de su religión, son felices... a lo que me pregunto: ¿Será cierto? ¿Será verdad que ellos pueden tener verdadera paz cuando siguen esperando un reino utópico? ¿Realmente serán felices cuando su pensamiento de esclavo les tiene sujetos a todas las calamidades posibles si tan solo se atreven a poner un pie fuera de su torre? Me parece que no porque bien reza el dicho: Dime lo que presumes y te diré de lo que careces.