Re: YASHUA RESUCITA EN SHABAT.
En la enciclopedia bíblica de los testigos llamada "Perspicacia para comprender las Escrituras", bajo el tema "Pascua", dice:
Costumbres con relación a la Pascua.
En Jerusalén se hacían grandes preparativos cuando se acercaba el tiempo de la fiesta, pues era un requisito de la Ley que la observase todo varón israelita y todo varón de los residentes forasteros circuncisos. (Nú 9:9-14.) Esto significaba que muchísimas personas realizarían el viaje a la ciudad con algunos días de anticipación, a fin de limpiarse en sentido ceremonial. (Jn 11:55.) Se dice que aproximadamente un mes antes se enviaban hombres para preparar los puentes y dejar los caminos en buen estado para comodidad de los peregrinos. Como el contacto con un cuerpo muerto dejaba a una persona inmunda, se tomaban precauciones especiales para proteger al viajero. Debido a que era costumbre enterrar a las personas en campo abierto en el caso de que muriesen allí, se blanqueaban las sepulturas un mes antes para que se distinguieran con facilidad. (El Templo: Su ministerio y servicios en tiempo de Cristo, de A. Edersheim, traducción de Santiago Escuain, CLIE, 1990, págs. 235, 236.) Esta costumbre permite entender las palabras que Jesús dirigió a los escribas y fariseos cuando los comparó a “sepulcros blanqueados”. (Mt 23:27.)
Se hacía disponible alojamiento en los hogares para aquellos que iban a Jerusalén con el fin de observar la Pascua. En un hogar oriental se podía dormir en todas las habitaciones y era posible acomodar a varias personas en una misma habitación. También se podía usar la azotea de la casa. Además, hay que tener en cuenta que muchos de los que llegaban para celebrar la fiesta conseguían alojamiento extramuros, especialmente en Betfagué y Betania, dos aldeas situadas en las laderas del monte de los Olivos. (Mr 11:1; 14:3.)
Orden de los sucesos.
La cuestión de la contaminación dio lugar a las siguientes palabras: “Ellos mismos no entraron en el palacio del gobernador, para no contaminarse, sino poder comer la pascua”. (Jn 18:28.) Estos judíos creían que el entrar en una morada gentil los contaminaba. (Hch 10:28.) Sin embargo, esta declaración se hizo “temprano en el día”, por consiguiente después de la comida de la Pascua. Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo había ocasiones en las que al período entero —que incluía el día de la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas que iba después— se le llamaba “la Pascua”. A la luz de este hecho, Alfred Edersheim ofrece la siguiente explicación: En la Pascua se hacía una ofrenda de paz voluntaria, y al día siguiente, el 15 de Nisán, es decir, el primer día de la fiesta de las tortas no fermentadas, se hacía otra, una obligatoria. Era esta segunda ofrenda la que los judíos temían no poder comer si se contaminaban en la sala del tribunal de Pilato. (El Templo: Su ministerio y servicios en tiempo de Cristo, 1990, págs. 237, 238.)
“El primer día de las tortas no fermentadas.” Surge otra cuestión relativa a la declaración de Mateo 26:17: “En el primer día de las tortas no fermentadas vinieron los discípulos a Jesús, y dijeron: ‘¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?’”.
En esta frase la expresión “el primer día” podría traducirse “el día anterior”. En relación con el uso de la palabra griega que aquí se traduce “primer”, una nota al pie de la página de la Traducción del Nuevo Mundo sobre Mateo 26:17 dice: “O: ‘En el día antes de’. Esta traducción del término gr. [prṓ·tos], seguido por el caso genitivo de la siguiente palabra, concuerda con el sentido y la traducción de una construcción semejante en Jn 1:15, 30, a saber: ‘existió antes [prṓ·tos] que yo’”. De acuerdo con el Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, “[prṓ·tos] se usa [a veces] donde deberíamos esperar [pró·te·ros (que significa “precedente, anterior”)]” (revisión de H. Jones, Oxford, 1968, pág. 1535). En aquel tiempo, se consideraba que el día de la Pascua era el primer día de la fiesta de las tortas no fermentadas. Por lo tanto, a la luz del griego original y en armonía con la costumbre judía, se puede comprender que a Jesús se le formulara la pregunta el día antes de la Pascua.
“Preparación.”
En Juan 19:14, hablando de la parte final del juicio de Jesús ante Pilato, el apóstol Juan dice: “Era, pues, la preparación de la pascua; era como la hora sexta [del día, entre las 11 de la mañana y el mediodía]”. Naturalmente, esto fue después de la comida de la Pascua, que se había tomado la noche anterior. Se hallan expresiones similares a estas en los versículos 31 y 42. Aquí la palabra griega pa·ra·skeu·ḗ (de la que viene la española “parasceve”) se traduce “preparación”. Esta palabra no parece referirse al día anterior al 14 de Nisán, sino al día anterior al sábado semanal, que en esta ocasión era “grande”, es decir, no solo era sábado por ser 15 de Nisán, el primer día de la verdadera fiesta de las tortas no fermentadas, sino que también era un sábado semanal. Esto puede entenderse así, porque, como se ha dicho, el término “Pascua” se usaba a veces para referirse a toda la fiesta. (Jn 19:31 [...]).
Significado profético.
Cuando el apóstol Pablo exhorta a que las vidas de los cristianos sean limpias, atribuye un significado simbólico a la Pascua, pues dice: “Porque, en realidad, Cristo nuestra pascua ha sido sacrificado”. (1Co 5:7.) En esta ocasión asemeja a Cristo Jesús al cordero pascual. Juan el Bautista señaló a Jesús diciendo: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!”. (Jn 1:29.) Puede que Juan haya pensado en el cordero pascual; también pudo haber pensado en el carnero que Abrahán ofreció en lugar de su hijo Isaac, o en el cordero que se ofrecía sobre el altar de Dios en Jerusalén todas las mañanas y todas las tardes. (Gé 22:13; Éx 29:38-42.)
Ciertos aspectos de la observancia de la Pascua se cumplieron en Jesús. Un cumplimiento está relacionado con el hecho de que la sangre salpicada sobre las casas de Egipto libró al primogénito de ser muerto a manos del ángel destructor. Pablo dice a este respecto que los cristianos ungidos son la congregación de los primogénitos (Heb 12:23), y que Cristo es su libertador por medio de su sangre. (1Te 1:10; Ef 1:7.) Además, al cordero pascual no debía quebrársele ningún hueso. Asimismo, se había profetizado que a Jesús no se le quebraría ninguno de sus huesos, y se cumplió al tiempo de su muerte. (Sl 34:20; Jn 19:36.) Por lo tanto, la Pascua que los judíos observaron durante siglos fue una de aquellas cosas en que la Ley proveyó una sombra de las cosas por venir y señaló a Jesucristo, “el Cordero de Dios”. (Heb 10:1; Jn 1:29.)