Lo que deberían hacer es dar libertad para que cada cuál haga con su cuerpo lo que considere oportuno. Esa libertad, obviamente, no existe cuando una de las partes criminaliza a la otra, cosa que es la primera vez que está viviendo la humanidad ante una pandemia de bajo perfil como esta (1-3% de mortalidad, en el peor de los casos). Yo nunca he criminalizado a los que defienden ESTAS vacunas (las que han salido de los laboratorios durante 2020 y 2021), ni lo voy a hacer. No creo que sea sabio moverse de esa forma. Haz con tu conciencia y con tu cuerpo lo que quieras. Sin embargo, el movimiento a la inversa ya está en marcha desde las instituciones y buena parte de la comunidad médica. Eso no es ciencia, sino tiranía. La tiranía de los que están aprovechando la crisis sanitaria para implantar una agenda que nada tiene que ver con la salud.
Insisto en que yo no me voy a oponer si el César me obliga por ley a vacunarme (a no ser que reciba una palabra muy clara de Dios al respecto). Dios controla al César, y Dios controla la pandemia, las vacunas y las no vacunas. Pero el que tiene dos dedos de frente con la información disponible sabe que ESTAS vacunas son un experimento social y médico, que quizás el día de mañana encuentre su eco en los tribunales (de los países donde todavía exista cierta independencia judicial) por la potencial peligrosidad anexa a la inoculación masiva de un producto todavía no ampliamente testado y cuyos efectos secundarios a MEDIO/LARGO plazo son virtualmente desconocidos.
Porque he estudiado, sé que se está respondiendo a una quimera con otra quimera.
Y a mí se me está criminalizando por decirlo y por negarme a formar parte del circo político y mediático que el mundo ha hecho de la pandemia.
Amor,
Ibero