Si gustan, cualquier otro forista también puede responder.
Participo entonces, @Rony26 y Miguel.
Si tenemos traducciones divergentes de este pasaje, lo mejor es guiarnos por la totalidad de las Escrituras y la lógica.
A ningún profeta del AT ni apóstol del NT se le ocurriría pensar que Dios tiene sangre, porque es espíritu.
En cambio, son numerosos los pasajes en el NT en que se habla de la sangre de Cristo. En particular, hay algunos donde se presenta a Dios por un lado, a Cristo por otro, y en donde queda clarísimo que la sangre es la de Cristo, no la de Dios.
Epístola a los Efesios
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, (Ef 1:3-6)
En este pasaje queda claro que Dios no solo es el Dios de Pablo y el Dios de los efesios, sino el Dios y Padre de Jesucristo mismo. Y que la sangre es la sangre del Amado Jesucristo. Más adelante, vuelve a reforzar: Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Esta sangre, pues, es la de Jesús, no la sangre del Dios y Padre de Jesús.
Epístola a los Colosenses
Primero Pablo establece, al igual que en la epístola a los efesios, que el ente al que llama "Dios" es ni más ni menos que el Padre de Jesucristo: Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, (Col 1:3). Y de este Padre dice unos versículos más adelante (13,14): el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Así pues, queda definido que para Pablo, Dios es el Padre de Jesucristo, y que la sangre vertida no es de Dios, sino de su Hijo Jesucristo.
Epístola a los Hebreos
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Heb 9:13,14)
Queda claro en esta metáfora del sacrificio, que Cristo como si fuera un cordero, ofrece su sangre y su vida a Dios. Así pues, Cristo es un ente, y Dios otro... y la sangre es la sangre de Cristo, quien se ofrece, no de Dios, a quien Cristo se ofrece. Que Dios es el Padre de Cristo queda claro desde el primer capítulo, en Hebreos 1:5.